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EL HOMBRE REVELADO
EL FANTASMA DE un hombre, su imagen
viril me perseguía cada noche. El hombre
que dormía a mi lado plácidamente ni
imaginaba que en mi mente y en mis
sueños intermitentes un hombre me
desvelaba. Sin que él lo supiera trepaba
por mis pensamientos, lo sentía volar
sobre mí igual que un ave rapaz sobre su
presa.
Nunca lo había visto, jamás oí su voz,
en ningún momento su piel, su dorada
piel, había rozado mi cuerpo. Pero
estaba ahí, cada noche, en cada sueño
que terminaba despertándome,
desvelándome.
Durante el día, mi mente lo borraba
totalmente. Y este otro hombre, él que
me amaba, acariciaba mi piel, mordía mis
labios y pretendía encender mis hogueras
internas… y no lo lograba, aunque se
esforzara.
¿Dónde había quedado mi deseo por él?
¿Dónde el amor que me uniera a su vida?
¿Dónde… dónde? No encontraba respuestas,
aun no pensando en mi fantasma nocturno.
Una noche, no recuerdo cuándo realmente,
mi hombre revelado en mis sueños
desapareció. Y dormí toda la noche de un
tirón. Al despertar vi a mi otro hombre,
al que me acompañara los últimos quince
años de mi vida. Era un espectro frente
a mí. No tardé en darme cuenta que
pronto partiría.
Fue una tarde de invierno cruel y frío.
Lo encontré en el patio, entre hojas
secas y árboles vacíos de vida. Estaba
tirado, el cuerpo encogido, los labios
azules y el silencio rodeando su cuerpo-
Lo despedí al día siguiente entre las
lágrimas y los pésame de toda la familia
y amigos. No podía llorar. No entendía
nada de nada, hasta que lo vi entre la
multitud de personas que me habían
acompañado.
Era él, mi hombre fantasma, el
desconocido que alterara mis sueños. El
hombre que se revelara en mis noches de
intermitentes sueños, aquel que se
borraba de mí cada vez que el alba
volteaba su rosicler sobre mi cuerpo
deseoso de su roce. |
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Lo despedí al día siguiente entre las
lágrimas y los pésame de toda la familia y amigos.
No podía llorar. |
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COMO UNA PALOMA EN LIBERTAD
EL BLANCO PAÑUELO, como una paloma en
busca de libertad, se soltó de su mano.
Ella, apoyada en la baranda del puente,
lo vio volar suavemente y aterrizar en
las mansas aguas del río.
Lo observó alejarse, con sus alas
plegadas, flotar sutil sobre las ondas
transparentes. La blanca paloma cambió
la humedad de sus lágrimas por aquel
viaje al infinito.
Secó sus últimas lágrimas con la palma
de su mano, se apoyó en el barandal y se
tiró imitando el vuelo del humedecido
pañuelo, solo que ella quedó presa en la
profundidad de las aguas.
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FRAGANCIA A LLUVIA Y AMOR
A VECES LA extrañaba, extrañaba su piel,
su olor, su forma rebelde de siempre
hacer lo que le daba la gana.
A veces oscurecía el cuarto, mirando el
techo la dibujaba en su memoria. Creía
acariciarla con el pensamiento, besarla
con las ganas que aún se despertaban en
sus labios.
A veces se preguntaba “¿Dónde estará
ahora?”, “¿Quién la hará feliz?”,
“¿Pensará en mi?”.
A veces olía la almohada y se enfurecía
porque su perfume se había escurrido en
el aire.
A veces, tantas veces, odiaba el tiempo
transcurrido desde aquel adiós sin
sentido, desde aquel enojo de niños
caprichosos, de su orgullo y del orgullo
de ella.
A veces tenía ganas de calzarse las
zapatillas y correr, correr hasta
encontrarla. Sabía que estaría a las
seis de la tarde mirando desde el puente
cómo los barcos y los botes pasaban por
debajo de él y el crepúsculo bailoteaba
entre rojos y amarillos sobre el agua.
Su maldito orgullo no se lo permitía.
Un día gris, de lluvia fría, la
extrañaba tanto que encendió la luz, se
calzó las zapatillas y salió corriendo
en su búsqueda. La vio allí, con su
paraguas rojo, sus botas de goma y su
piloto negro. Como siempre, su mirada se
balanceaba en las aguas del río y
esperaba la caída de la tarde, hasta que
la luna se hamacara en las aguas y luego
se iba caminando lentamente a su
buhardilla para voltear en sus telas
paisajes marinos.
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Sabía que estaría a las seis de la tarde
mirando desde el puente cómo los barcos y los botes
pasaban por debajo de él y el crepúsculo bailoteaba
entre rojos y amarillos sobre el agua. |
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Esta vez, al verla, se detuvo a varios
metros de ella. No estaba sola, un
hombre alto y espigado la tomaba de la
cintura. Justo en ese instante la giró y
la puso frente a él besándola.
Paralizado, miró la escena, pero, a
pesar de querer correr, sus pies se
clavaron al suelo.
Ella, al liberarse del hombre, lo vio,
soltó el paraguas que arrasó el viento,
y corrió hasta él. El muchacho, aún
petrificado, no podía reaccionar, dos
lágrimas rodaban por sus mejillas. Ella
acarició su rostro, limpió las lágrimas
mezcladas con las gotas de lluvia que
lavaban su rostro.
Lo miró intensamente, y, casi
susurrando, dijo:
—Al fin volviste. Cuánto tiempo
esperándote.
Él la tomó fuerte y la apretó contra su
pecho. Solo atinó a besarla y oler su
pelo fragante de lluvia y amor.
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ESPINAS
QUISO CON ESPINAS
de rosa lacerar su cuerpo, donde ella
dejara la huella de sus besos y borrar
con su sangre cada una de sus marcas
hasta despojarse de su calor y humedad,
solo logró lastimar su cuerpo, la sangre
hizo germinar cada uno de los besos y
estos se quedaron presos en sus heridas,
quemándolo hasta los huesos. La rosa se
petrificó en sus manos sangrantes.
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...Solo
logró lastimar su cuerpo, la sangre hizo germinar
cada uno de los besos... |
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Ángela Teresa Grigera Moreno
(Argentina, 1953). Se define
a sí misma con una sentencia
simple, tan simple quizás
que solo puedan descifrarla
quienes la conocen mucho
porque, en la exacta
dimensión de las palabras,
Ángela Teresa es,
simplemente, una mujer de
tantas, de tantas mujeres
que, a su condición de
tales, añaden la de madres,
hijas, esposas, hermanas,
hacedoras de milagros con un
pedazo de género, enfermera
de sus enfermos, sudante del
pan ganado con su frente,
sus manos, sus pies y sus
horas de obstinación para
vencer el cansancio y las
frustraciones aledañas,
simplemente mujer. Enamorada
del amor, de la pasión del
amor, que es la pasión de la
vida, y del sentir
intensamente todo el tiempo,
cada segundo.
Ha participado en varios
foros poéticos y colaborado
en dos antologías, una
editada en España por el
foro “La esquina de las
Letras” (Ediciones Malberte,
2003) y la otra, por
Ediciones Lulu (2008).
En 2004 es distinguida con
una mención especial en el
III Concurso de “La Poesía
del Mundo Diplomático”, en
Washington D.C., con el
poema Sin Brújula ni
Sextante. Ese mismo año
recibe reconocimiento en
Facebook con su poema
titulado Nuestros Nombres
Prohibidos, como «el
mejor poema con rima». En
2014 participó con una
selección de poemas en
“Grito de Mujer”, en el
evento organizado en Miami
por ELILUC, así como en su
segunda antología poética
editada por Mery Larrinua
en Ediciones Lulu.
Colaboradora habitual de «ArgentinauUniversal.info»,
es titular de los blogs
«Poemas para mi Amor»
y «En Memoria De Tu Amor», en los que mantiene informados a sus
lectores de su continua
producción lírica.
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GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Publicación Trimestral.
Edición no venal. Sección 1. Página 4. Año XVIII. II Época. Número 105.
Octubre-Diciembre 2019. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2019 Ángela Teresa Grigera Moreno.
© Las imágenes incluida en esta publicación se usan exclusivamente como ilustraciones del texto, y los derechos de autor pertenecen en exclusiva a su(s) creador(es).
Diseño y maquetación: EdiBez. Depósito Legal MA-265-2010.
© 2002-2019 Departamento de Didáctica de las Lenguas, las Artes y el Deporte. Facultad de Ciencias de la Educación.
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