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1
COSECHO
ESTRELLAS
POR LAS NOCHES salgo a cosechar
estrellas, las junto una a una y las
cuelgo en el cielo raso de mi habitación
en penumbras, ilumino mi soledad de
paredes, cama vacía y silencios
insoportables, recostada en mi lecho,
inundo mis ojos con su brillo, y,
borracha de luz, me duermo, en mi sueño
vuelo como un ave migratoria, recorro
nubes rastreándolo, salto de una a otra,
y en cada ángel que encuentro en él
busco sus ojos, atento, mi oído espera
escuchar su voz, pero es en vano, hay
tantos ángeles, hay tantas voces
parecidas, aunque como la de él,
ninguna, inconfundible, sensual,
varonil, seductora y tan mía.
De pronto, abro los ojos, un rayo de sol
me da en la cara, entra insolente por la
ventana, al abrirlos, es su sonrisa la
que me despierta, con esa ternura que me
enamoró, y, entre brillo de estrellas y
haces de sol, me arropo en su recuerdo,
se entibia mi alma y vuelvo a dormirme
para encontrarme en sus brazos y sentir
el dulce sabor de sus labios amados, sé
que, al despertar, ya no habrá
estrellas, y que por las noches deberé
cumplir con el rito de salir a
cosecharlas y colgarlas de nuevo en el
cielo raso de mi oscura y silenciosa
habitación, para emborráchame con su luz
y continuar mi peregrinaje por las nubes
hasta hallarlo y volver a sentirlo mío y
no perderlo nunca jamás.
2
AMARTE
BAJO EL CANTO DE LA LLUVIA
HOY QUIERO AMARTE bajo el canto de la
lluvia, mirando bailotear las gotas en
la ventana, amarte frente a los leños
encendidos del hogar, mientras afuera el
agua se desliza por las ramas desnudas
de los árboles, igual lo hacen tus manos
deslizándose por mi espalda.
Quiero amarte con la suavidad con que el
agua resbala por los cristales, así
quiero que mi lengua dibuje espirales,
ribetes en tu pecho mientras, como un
felino, voy agazapándome sobre tu cuerpo
tibio y vibrante, bajo la humedad de mi
saliva que pinta huellas en su febril
recorrido.
Quiero sentir tu respirar agitado
mientras escucho el canto de la lluvia
mezclado con mi gemido y tu jadeo al
unísono, ansío oler tu cuerpo saturado
de besos y percibirte bajo mi cuerpo
como la tierra bajo el agua que cae
densamente, del mismo modo caen mis
besos sobre tu piel.
Hoy quiero amarte mientras el cielo
solloza lágrimas de alegría porque con
su llanto muere la sequía, yo sacio mi
necesidad de ti igual que la tierra va
calmando su sed al sentirse penetrada
por el agua, así mi cuerpo goza al
abrigarte dentro mío, para desaguar en
mi profundidad todo tu deseo.
La tierra y el agua son amantes eternos,
ella vive imperturbable esperándola
llegar y disfruta plenamente cuando la
siente caer abrazándola con su manto de
cristal, con la suavidad de su textura
sutil y transparente, del mismo modo te
espero paciente, acumulando sed, ganas,
hasta que presiento que vas a llegar
para cubrirme con tu dulzura y tus manos
plenas de ternezas, con tu boca ansiosa
de roces húmedos y tu cuerpo insaciable
de placer. |
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Quiero sentir tu respirar agitado
mientras escucho el canto de la lluvia mezclado con
mi gemido y tu jadeo al unísono... |
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3
¿QUÉ
IMPORTANCIA TIENE?
¿IMPORTA ACASO DONDE está el cuerpo
cuando la muerte te impuso su sello?
Importa dónde están los huesos cuando el
paso de los años te convierte en polvo,
insignificante polvo que el viento
podría desparramar a su antojo
convirtiéndote en mil viajeros a la vez,
cada átomo de tu esqueleto
viajaría a distintos lugares, entonces
para que tanto mármol, tantas cruces,
tantos epitafios, tanto bronce y fotos
que al final terminaran derribados
al correr del tiempo cuando nadie pase
por las administraciones y deje la
moneda que perpetúe tu domicilio
definitivo en el cementerio. Entiérrenme
en la tierra y cuando el tiempo haya
corroído los huesos, cuando sea solo
polvo que el viento lleve cada
partícula, que me convierta en mil
pasajeros sin equipajes viajando en alas
del viento. Nada de mármol, ni bronce,
ni epitafios que digan que aquí he
vivido, soñado, sufrido.
4
OTRA VEZ LA MUERTE
EL HORROR, LA sangre corriendo, los
aullidos del alma ahogados. En un gemido
apagado.
La impotencia rebasa de las manos, los
temblores producidos por el miedo
paralizan.
Bombardeos, metralla ensordecedora ya no
en campos de batallas, ahora las
ciudades son los puntos estratégicos. Ya
no mueren solo soldados, mueren niños,
mujeres, hombres que van inocentemente a
su trabajo.
Vuelan trenes, edificios, autos bombas,
hombres bombas.
Horror… tremendo horror.
Olor a muerte en cada esquina. ¿Dónde
estará la trampa mortal? ¿En ese auto,
en esa mujer, en alguna mochila? ¿Caerá
desde el cielo esta vez? ¿Quién lo sabe?
Una bandada de pájaros surca el cielo,
un geranio nos regala sus flores colgado
del balcón: en el campo, el trigo
despliega aún su riqueza de pan todavía
no horneado, el mar guarda en su vientre
un tesoro en peces y moluscos, el hambre
del mundo aún puede saciarse.
Pero en las casas de gobierno los
hombres vestidos de negro, negros como
el color del poder, negros como la
maldad, la avaricia, la sinrazón, cargan
las armas.
El horror está disfrazado de buenas
intenciones.
Pero otra vez la muerte cobra sus
víctimas, ya no hay salida, no importa
que sean por armas nucleares, pestes
pergeñadas por el hombre, bombas que
como huevos de pájaros carroñeros caen
desde aviones de costos
multimillonarios, la sangre corre… Los
niños mueren, las mujeres lloran sobre
sus hombres, sus hijos, sobre el fruto
de su vientre mancillado por la
estupidez humana.
Pero los cuerpos mutilados, en su osadía
por seguir viviendo en su pertinaz
insistencia por honrar la vida aun a
pesar de sus limitaciones, nos dicen que
aún es posible vivir. |
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Olor a muerte en cada esquina. ¿Dónde
estará la trampa mortal? ¿En ese auto,
en esa mujer, en alguna mochila? ¿Caerá
desde el cielo esta vez? |
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Ángela Teresa Grigera Moreno
(Argentina, 1953). Se define
a sí misma con una sentencia
simple, tan simple quizás
que solo puedan descifrarla
quienes la conocen mucho
porque, en la exacta
dimensión de las palabras,
Ángela Teresa es,
simplemente, una mujer de
tantas, de tantas mujeres
que, a su condición de
tales, añaden la de madres,
hijas, esposas, hermanas,
hacedoras de milagros con un
pedazo de género, enfermera
de sus enfermos, sudante del
pan ganado con su frente,
sus manos, sus pies y sus
horas de obstinación para
vencer el cansancio y las
frustraciones aledañas,
simplemente mujer. Enamorada
del amor, de la pasión del
amor, que es la pasión de la
vida, y del sentir
intensamente todo el tiempo,
cada segundo.
Ha participado en varios
foros poéticos y colaborado
en dos antologías, una
editada en España por el
foro “La esquina de las
Letras” (Ediciones Malberte,
2003) y la otra, por
Ediciones Lulu (2008).
En 2004 es distinguida con
una mención especial en el
III Concurso de “La Poesía
del Mundo Diplomático”, en
Washington D.C., con el
poema Sin Brújula ni
Sextante. Ese mismo año
recibe reconocimiento en
Facebook con su poema
titulado Nuestros Nombres
Prohibidos, como «el
mejor poema con rima». En
2014 participó con una
selección de poemas en
“Grito de Mujer”, en el
evento organizado en Miami
por ELILUC, así como en su
segunda antología poética
editada por Mery Larrinua
en Ediciones Lulu.
Colaboradora habitual de «ArgentinauUniversal.info»,
es titular de los blogs
«Poemas para mi Amor»
y «En Memoria De Tu Amor», en los que mantiene informados a sus
lectores de su continua
producción lírica.
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GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Publicación Trimestral de Cultura.
Edición no venal. Sección 1. Página 4. Año XIX. II Época. Número 106
EXTRA.
Enero-Junio 2020. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2020 Ángela Teresa Grigera Moreno.
© Las imágenes incluidas en esta publicación se usan exclusivamente como ilustraciones del texto, y los derechos de autor pertenecen en exclusiva a su(s) creador(es).
Diseño y maquetación: EdiBez. Depósito Legal MA-265-2010.
© 2002-2020 Departamento de Didáctica de las Lenguas, las Artes y el Deporte. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga & Ediciones Digitales Bezmiliana.
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