|
|
|
«Aún no sé determinarme
si tales sucesos son
ilusiones o verdades.»
CALDERÓN DE LA BARCA, La
vida es sueño, Jornada I: Clotaldo,
vv. 396-398.
|
|
|
CUANDO EL MAGNO emperador
añil da la orden, los
corazones laten a la par; la
respuesta es espontánea,
global, como si se
esforzaran por abastecer de
oxígeno un enorme pulmón
colectivo. En el mar, el
silencio espanta; es mejor
cuando canta su salmodia el
viento y don Rigoberto
saluda, con la gorra en
alto, el atardecer colmado
de melancolías, palmípedas
que huyen y pescadores que
desempolvan prístinos
cánticos de alta mar.
—¡Todo a Sotavento!
—vocifera don Rigoberto. La
alquimia abisal lo convierte
en un fantasma amarillento,
escarchado, matizado por la
luz del sol que se va
apagando en el horizonte. Lo
asaltan los recuerdos que
confunden a los peces en un
romanticismo reflexivo,
saturado de algas y corales
en un piélago de
irrecuperables cadáveres.
Los sueños afloran con el
desafío de las madréporas.
Se entumecen los corazones
helados por la lejanía y ya
no hay secretos en medio del
mar.
Don Rigoberto se rasca la
cabeza de pelos escasos y
obstinados, frunce el
entrecejo y su rostro, se
convierte en una pasa
gigantesca que guarda dos
zafiros chispeantes y
redondos que atisban el
mar. Sonríe, y empina la
garrafa de cazalla. El
tiempo se detiene en un
pasaje infinito. Las
corrientes juegan a destapar
olvidadas ánforas y, con la
espuma, los fantasmas
enraízan sus eclipsadas
hazañas a los anales de la
travesía.
Ve en sus sueños los sueños
de los marineros que se
conjugan con el atardecer,
abigarrados al olor de
tripas de pescado y resina.
El espectro de la tarde
agoniza pletórico de
quimeras que dibujan sus
contornos en lontananza, y
se entrega a su habitual
destino subrayando los
atributos del crepúsculo.
Las almas de los náufragos,
perpetuamente aferradas a
sus antiguos maderos,
aparecen de vez en cuando
reflejadas por el aura
solar, que, en el poniente,
despide la tarde como una
naranja incandescente,
impregnada de recuerdos que
son devorados gradualmente
por el filo del horizonte.
Un enorme iceberg
cristalizado en el ángelus
se levanta soberbio,
neptúnico, aguijoneando el
gélido espacio. |
|
El embrujo del ocaso se
apodera de la tripulación,
que percibe las vibraciones
del universo marino. Las
sirenas escapan de sus
recónditas mazmorras como
náyades que ascienden de las
profundidades para ser
descubiertas y entonan su
melodiosa solfa, que culmina
en una suerte de desesperada
búsqueda. Los argonautas,
con escafandras de membranas
salobres, se recrean en la
asiduidad de sus
coreografías heredadas. Los
peces se abalanzan en
aluvión de estirpes que
pugnan por prevalecer,
mientras los caballitos, las
estrellas y las ostras
desfilan en una alegre
marcha de alegorías,
encarnando su papel de
graciosos personajes de
fábulas. La colosal naranja
acaba por sumergirse en ese
simulacro sempiterno que se
la lleva al otro lado del
mapa astral, y en la
calígine, fulgura apenas la
estrella circumpolar y las
bioluminiscencias de los
extraños moradores del
océano.
|
|
|
|
|
|
La colosal naranja acaba por
sumergirse en ese simulacro sempiterno que se la
lleva al otro lado del mapa astral... |
|
|
|
Calados por el frío y la
humedad, apesadumbradas
ánimas que sucumben ante lo
majestuoso de las tinieblas,
los marinos, sometidos a una
voluntad inexorable,
consumen licor para avezarse
a la lobreguez de la noche,
a la resonancia de las
corrientes que arrastran
inagotables, inmortales
moluscos plateados. La
embarcación, sin timonel, se
adentra en las sombras,
renuncia a la erudición de
la brújula, que permanece,
fiel a sus registros,
silenciosa. Una mano
inmaterial empuña el
gobernalle e impone el
enigmático rumbo.
Don Rigoberto se abandona a
sus sueños plácidos y
soleados al socaire de la
bovedilla, impregnado de la
cazalla del Santo Pirata
Aburrido. Persigue mariposas
en un valle saturado de
flores silvestres y
calamares que cantan al
compás del ábrego. Una
ballena con un collar de
girasoles se deja arrastrar
por la pendiente de una
cascada transparente,
jacintina. Sus compañeros,
humedecidos por la
salpicadura del torrente,
recogen flores policromadas
para alegrar las tumbas sin
epitafio. Los muertos
descansan ya en lugar
sagrado, no a merced de los
depredadores marinos, ni al
desamparo de la noche
infinita, pero el enigma de
sus patronímicos, el
rompecabezas de sus miembros
mutilados, confundidos con
otros fantasmas sin nombre,
es causa aún del
desconcierto.
Calados por el frío y la
humedad, apesadumbradas
ánimas que sucumben ante lo
majestuoso de las tinieblas,
los marinos, sometidos a una
voluntad inexorable,
consumen licor para avezarse
a la lobreguez de la noche,
a la resonancia de las
corrientes que arrastran
inagotables, inmortales
moluscos plateados. La
embarcación, sin timonel, se
adentra en las sombras,
renuncia a la erudición de
la brújula, que permanece,
fiel a sus registros,
silenciosa. Una mano
inmaterial empuña el
gobernalle e impone el
enigmático rumbo.
Don Rigoberto se abandona a
sus sueños plácidos y
soleados al socaire de la
bovedilla, impregnado de la
cazalla del Santo Pirata
Aburrido. Persigue mariposas
en un valle saturado de
flores silvestres y
calamares que cantan al
compás del ábrego. Una
ballena con un collar de
girasoles se deja arrastrar
por la pendiente de una
cascada transparente,
jacintina. Sus compañeros,
humedecidos por la
salpicadura del torrente,
recogen flores policromadas
para alegrar las tumbas sin
epitafio. Los muertos
descansan ya en lugar
sagrado, no a merced de los
depredadores marinos, ni al
desamparo de la noche
infinita, pero el enigma de
sus patronímicos, el
rompecabezas de sus miembros
mutilados, confundidos con
otros fantasmas sin nombre,
es causa aún del
desconcierto.
|
|
El mar burla la fantasía del
navegante. (Los zafiros
avistan un punto brillante
en el cielo, allá en el
horizonte austral). El
Magín lo aborda en
sueños…, el embate sumerge
el valle, escarchado de
flores y filamentos dorados.
Los argonautas se desplazan
a babor, esgrimiendo enormes
anzuelos con señuelos de
bailarinas desnudas que se
agitan aferradas a los
garfios, para lanzar
excitantes invitaciones a
los marineros. Sopla el
austro y es posible
amodorrarse por la brisa,
caer en las redes de los
fantasmas acorazados que
vienen tripulando El
Magín, o perecer, tal
vez, en manos de las divas
embrujadas que muestran sus
vergüenzas sin recato.
—¡A ellas! —vocifera el
capitán fantasma, víctima ya
de un padecimiento atroz que
lo obliga a retorcerse.
Rueda por cubierta con los
rolidos del barco y lo
despierta el rugir de sus
tripas, que aclaman un poco
de fiambre. Los alfilerazos
del chubasco lo hieren en
pleno rostro. La galerna
viene con el aquilón,
acompañada de copiosa
lluvia, rizando la
superficie del mar como un
espejo plagado de burbujas.
La realidad se impone,
reanuda su frecuencia
irremediable. Los marineros
despiertan a su rutina.
Rugen sus entrañas al compás
de la carpanta y la
borrasca, se rinden al
soberano que arruina el
abordaje, mientras el
intrépido mástil de El
Magín desafía el
maleficio del viento y la
resaca. Desaparecen las
bailarinas y las flores, y
la ballena con el collar de
girasoles, y las tumbas sin
epitafio..., don Rigoberto,
rescata la gorra de galones
azules y amarillos de entre
las redes revueltas en la
cubierta del barco.
—¡A la capa! —avanzan,
ajetreados fantasmas
campeando el temporal,
hundiendo la proa en la
codiciosa bocaza de espuma…
|
|
|
|
|
|
Rugen sus entrañas al compás
de la carpanta y la borrasca, se rinden al soberano
que arruina el abordaje, mientras el intrépido
mástil de El
Magín desafía el
maleficio del viento y la resaca. |
|
|
|
Poco antes de salir el sol,
don Rigoberto se quita la
gorra aliviado; ve cómo
El Magín se alza de
proa, augusto, dejando atrás
una estela de espuma gris.
El regreso del astro rey
entusiasma la mañana;
asciende gradualmente para
ocupar su estrado en el
cenit, que lo espera cerúleo
y acicalado. Sopla un viento
favorable del Norte y del
Este.
—¡Tierra a proa y a
estribor! ¡Todo a sotavento!
El barco gira y se desplaza
en disciplinada maniobra.
Las gaviotas reanudan su
vuelo rapaz incorporándose
al paisaje entre los cirros
que irrigan el zarco
espacio. El magno emperador
azur muestra su inmensidad;
sabio, hierático, conserva
la vastedad de su dominio
in aeternum.
Otra vez, los corazones
laten simultáneamente. El
Magín avanza diligente,
hechizado, como si el
aliento de un pulmón
colectivo impulsara su viejo
caparazón de madera.
María Eugenia Caseiro.
Ciudad de Miami,
Florida, USA, Noviembre
1999
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
María Eugenia
Caseiro
(La Habana, Cuba). Poeta y
escritora, reside actualmente en
Miami (EE UU). Es miembro
electo de diversas asociaciones
culturales y literarias como,
por ejemplo, la Unión de
Escritores y Artistas del
Caribe, la Unión
Hispanoamericana de Escritores,
la Asociación Caribeña de
Estudios del Caribe, la Academia
de la Historia de Cuba-USA, el
Instituto Nacional de Periodismo
(INPL) y el Foro Internacional
para una Cultura una Literatura
para la Paz (IFLAC), entre
otros. Asimismo, colabora con la
Asociación Canadiense de
Hispanistas, la Muestra
Permanente de Poesía Siglo XXI
de la Asociación Prometeo
y la Academia Norteamericana de la
Lengua Española (ANLE).
Ha sido galardonada con el
Premio Publicación La Porte des
Poètes 2005 (París), el Premio
Estadístico 2006 de Poesía y
Relato en el Concurso
Internacional Mis Escritos Lanuz
(Argentina), la Mención de Honor
en el Certamen Internacional de
Poesía César Vallejo 2006
(Londres), el Primer Premio
(género Cuento) y la Primera
Mención de Honor (género Poesía)
Artesanías Literarias 2007, el
Premio José María Heredia 2007,
el Primer Premio Narrativa
Artesanías Literarias 2008 y el
Primer Premio Poesía Carta
Lírica 2011, entre otros.
Ha publicado más de una veintena
de libros entre narrativa,
poesía, comedia y literatura
infantil, entre cuyos títulos
cabe citar: Famous Poets
Society (1997, 2000),
Hollywood Diamond Hommer Trophy
(1998), Nueva Poesía
Hispanoamericana (2004, 2005
y 2006), Paseo en Verso
(Méjico, 2005), Poesía
Femenina Hispanoamericana: El
Rastro de las Mariposas
(2006), No soy yo (Poemápolis,
Bilbao, 2008),
Nueve cuentos para recrear el
café
(Ediciones Equi-Librio, Lion,
2009), obra en prosa en versión
bilingüe, español y francés;
Escaparate, el caos ordenado del
poeta (Editorial Glorieta,
Miami, 2011), compilación de
varias etapas de su poesía;
Arreciados por el éxodo
(Imagine Cloud Éditions, Miami,
2013), A contra Luz
(Imagine Cloud Éditions, Miami,
2016), Antología y Morfología
de la Fobia (Editorial
Exodus, Barcelona, 2016),
Correo de la Mañana, comedia
satírica (2018); El
Rapto de Palissy (2019),
Sin Caronte en la Barca
(2019) y Pentagonías
(2019), entre otros.
Ha obtenido premios tanto en poesía
como en narrativa, y ha sido
traducida a más de diez idiomas.
|
|
| |
|
|
GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Publicación Trimestral. Sección 1. Página
2. Año XXI II Época. Número 113.
Octubre-Diciembre 2022. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2022
María Eugenia Caseiro.
© Las imágenes que ilustran el relato han sido aportadas por el autor y se usan exclusivamente como ilustraciones del texto. En todo caso, los derechos que pudiesen concurrir sobre las mismas pertenecen en exclusiva a su(s) creador(es).
Diseño y maquetación: EdiBez. Depósito Legal MA-265-2010.
© 2002-2022 Departamento de Didáctica de las Lenguas, las Artes y el Deporte.
Universidad de Málaga & Ediciones Digitales Bezmiliana.
Calle Castillón, 3, Ático G. 29.730. Rincón de la Victoria (Málaga).
| |
|
| | |
| | |