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Sin salida
Lorena González
Jiménez
CORRO HACIA UN lugar, no
me detengo para mirar atrás, el miedo recorre
todo mi cuerpo; huyo. Pero ¿de qué estoy
huyendo? Supongo que del inmundo país donde
vivo. Aquí no hay nada, y lo que tengo,
realmente, no es mío.
Están tocando a la
puerta, ya estoy preparada, tan sólo me falta la
coca, alimento que me ayuda a seguir, vitamina
que me lanza hacia delante; rápidamente la
espiro hacia mi cuerpo, pronto hará que mi
tristeza desaparezca.
Vuelven
a tocar a la puerta, este hombre está loco, no
para de gritar. Corro hacia la puerta, voy
torpe, pero consigo llegar. Abro y no hay un
simple “hola”, tan sólo un
“corre”.
[...]
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Desde aquella
vez
Jorge Alberto
Baudés
LA
NIÑA CONTEMPLÓ cómo se escapaba su globo azul.
Intentó asirlo del cordel con el que estuvo
unido a su mano, pero él mismo fue, escurridizo,
ganando altura, al tiempo que su tamaño se
reducía hasta volverse apenas visible.
La pequeña lo miró, y con
su mirada turbada por el llanto, aguardó
pacientemente que regresara con
ella.
—Volvé, globito, volvé
—repitió una y otra vez Mariana sin obtener
respuesta.
Caminó por el parque sin
consuelo. Un vendedor de globos la sorprendió
proponiéndole un ventajoso negocio: él le
cambiaría un globo, el más grande, el más
colorido, por una sonrisa suya.
[...]
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El dueño
Porfirio Mamani
Macedo
ONEL QUEDÓ CALLADO,
mirándose los pies desnudos llenos de polvo de
tanto haber andado. Quizá no pensaba en nada,
pero miró los pies del hombre que le franqueaba
la puerta. Es posible que todo fuera un sueño o
un error para el hombre de la puerta, no para
Onel; él, simplemente, regresaba a su casa,
aquella donde había plantado en su infancia un
pino, como un juego y no como de un
desafío.
—A mí me la alquilaron
—dijo el hombre—; sólo después pude comprarla.
Tuve que vender todas las cosas que tenía y
también las de mi
mujer.
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Mujer. Luna
Daniel Alejandro Gómez |
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Epicardio y Piel
Jaime León Cuadra |
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Tu
Visita, Niña
Pedro Campos Morales |
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Y tú, ¿qué
eres?
Anónimo
UNA HIJA SE a su madre
acerca de su vida y de cómo las cosas le
resultaban cada día más difíciles. No sabía qué
hacer para seguir adelante y, por momentos,
creía que iba a desesperarse y que se daría por
vencida. Parecía que cuando solucionaba un
problema, aparecía otro. Estaba, en definitiva,
cansada de luchar.
Atenta a
las
cotidianas
preocupaciones de la joven, su madre, que
trabaja de cocinera de un restaurante, la llevó
un día a su lugar de trabajo. Allí llenó tres
ollas con agua y las colocó sobre fuego
fuerte.
En cuanto el agua de
las tres ollas empezó a hervir, en una colocó
zanahorias, en otra depositó varios huevos y, en
la última, puso unos granos de café, y las dejó
hervir durante un buen rato sin decir
palabra.
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La justicia del rey
Fernando
José Antonio
Molero
MUERTO
EN 1217 Enrique I de Castilla cuando aún era un
niño, fue reconocida reina su hermana
Berenguela, que abdica en favor de su hijo
Fernando. No fueron fáciles los primeros años de
este reinado: Fernando III hubo de hacer frente
a las ambiciones de su propio padre, Alfonso IX
de León, quien, apoyado por los condes de Lara y
otros nobles castellanos, pretendió arrebatarle
el trono. No tuvieron éxito las pretensiones del
rey leonés, pues Fernando supo atraer a su causa
a la mayor parte de la nobleza y a muchos
caballeros, a quienes luego hubo de compensar
con títulos y privilegios.
[...]
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