uando un friki es padre y, sobre todo,
cuando es padre de una niña de diez años, la
gran mayoría de ocasiones en que acude al cine,
debe forzosamente supeditar aquello que le
gustaría ver —claro está, frikadas de
ciencia ficción, superhéroes o fantasía, entre
otras— por propuestas cinematográficas de corte
más familiar y, por ello, menos violento o menos
raro...
En mi caso, los films de dibujos animados (de
Pixar, of course) casi siempre son la
primera elección, y, después, inevitablemente
les siguen las de imagen real, con animalitos y
similares. Otra alternativa posible es
decantarse por una inteligente —o no—
combinación de ambos géneros. En este
punto tenemos las pelis de imagen real
que adaptan obras originalmente animadas
(Alvin, Los Pitufos, Scooby Doo...), o bien
inclinarse por una curiosa vertiente que, en los
últimos años, está gozando de una cierta
popularidad fundamentalmente entre las
productoras yanquis: la dedicada a versionar los
cuentos clásicos de siempre.
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Cartel de
«Blancanieves. (Mirror, mirror)»,
otra adaptación del cuento de los
hermanos Grimm, ahora mismo en las
salas, que se ha inclinado por
mantener el espíritu original del
cuento, aplicando algunos nuevos
elementos y modificando ciertas
partes fácilmente reconocibles,
creando un producto con abundantes
gotas de tinte clásico y, por tanto,
alejándose del intencionado factor
riesgo por la que apuesta la
película de Theron y Hemsworth. |
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En poco tiempo, hemos tenido la oportunidad de
disfrutar de revisitaciones de «Caperucita Roja»
o de «Alicia en el País de la Maravillas», por
ejemplo, y en ambas, como en otras anteriores (Por
siempre Jamás, con Drew Barrymore), se ha
procurado
adecuar la historia primigenia, con el fin de
lograr unas versiones más sombrías y dotadas de
un contenido más novedoso y atrevido, cuya
intención —creo— es la de atraer a un público
infantil sin casi puntos ya en común con aquel
que conoció las primeras adaptaciones y, al
mismo tiempo, proporcionar a los acompañantes
adultos un atractivo producto que les satisfaga
a ellos igualmente.
Esta parece ser precisamente la premisa
principal de una de las dos particulares
interpretaciones del cuento de Blancanieves que
veremos este año: la que nos llegará en junio
desde el otro lado del océano, Blancanieves y
la leyenda del cazador, protagonizada por
Charlize Theron y Chris “Thor” Hemsworth. Su
tráiler invita a ver una muy peculiar versión
del popular relato infantil bajo un trasfondo
más oscuro y adulto, con una Blancanieves
guerrera a lo Juana de Arco, sin los ínclitos
enanos y una reina (Theron) más bella y maléfica
que nunca. En cambio, la otra adaptación, ahora
mismo en las salas, se ha inclinado por mantener
el espíritu original del cuento, aplicando
algunos nuevos elementos y modificando ciertas
partes fácilmente reconocibles, creando un
producto con abundantes gotas de tinte clásico
y, por tanto, alejándose del intencionado factor
riesgo por la que apuesta la película de Theron
y Hemsworth. Con el sugerente título original de
Blancanieves. (Mirror, mirror), el film, sin tapujos,
centra sus esfuerzos —quizás demasiado— en
contentar al público potencialmente mayoritario
que acudirá al cine a verla: los niños.
Quizás sea por lo que la historia, narrada
subjetivamente por la reina malvada que
interpreta una siempre forzada Julia Roberts,
arranque de una manera torpe y sea en exceso
bobalicona: la primera media hora del film es
sumamente ñoña y aburrida y no invita a un mejor
desarrollo. Por suerte, no es así y, aunque a lo
largo del metraje, surgen los consabidos
momentos ingenuos —que sus responsables creen
por completo imprescindibles—, lo cierto es que
el ritmo se acrecienta (eso sí, discretamente)
para culminar con un producto bastante digno
cuya exclusiva finalidad es la de contentar a
los más pequeños espectadores y, asimismo, dejar
en los padres una moderada buena impresión.
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El papel de la bella Blancanieves
lo encarna Lily Collins, con
un extraordinario parecido a
Audrey Hepburn en todo momento. |
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Por tanto, Mirror, mirror no esconde en
ningún momento sus pretensiones: es una película
infantil que, bajo un prisma clásico de
ingenuidad y (a veces cargante) candidez, narra
una historia que precisamente siempre se ha
nutrido de estos calificativos y que, aunque
procede a modificar la profesión de los enanitos
por otra más lucrativa y menos dura que la de
mineros, amén de otros sutiles cambios que
afectan sobre todo al final, lo cierto es que la
película ofrece justamente aquello que uno
espera cuando acude con sus hijos al cine, o
incluso más.
El film nos ofrece la oportunidad de ver al que
será el próximo «Llanero Solitario»
cinematográfico, Armie Hammer, aquí convertido
en el presuntuoso y atolondrado príncipe al que
roba el corazón la bella Blancanieves (una Lily
Collins con un extraordinario parecido a Audrey
Hepburn en todo momento), que evoluciona
favorablemente a lo largo de la película,
dejando atrás una inicial y casi irritante
inocencia para convertirse en una joven decidida
y valiente, pero sin abandonar del todo dicha
inocencia, por supuesto.
A pesar del inevitable encapsulamiento que le
exige un papel como este, hay que decir que
Hammer, por su físico y su presencia en
la pantalla, parece realmente una muy buena
elección para encarnar al famoso héroe
enmascarado, por eso precisamente se me hace aún
más increíble lo poco afortunada que ha sido la
foto promocional del esperado film junto a
Johnny Depp. Esperemos que en las próximas nos
ofrezca una imagen algo más acorde con lo que
los fans esperamos, puesto que puede conseguirlo
perfectamente.
El film, como se ha dicho, progresa de modo
adecuado (salvo contados momentos) a pesar de su
titubeante inicio, pero es indiscutiblemente en
su final cuando se convierte en toda una caja de
sorpresas: una inesperada aparición, bajo la
piel de un conocido actor, tendrá lugar casi en
su conclusión, la cual no puedo dejar de pensar
que se trata de todo un guiño para aquellos que
disfrutamos de la buena fantasía heroica. El
aderezo último de su previsible fin resulta
curioso, ciertamente imprevisto y puede que
prescindible, pero que aquí se ha considerado
necesariamente ineludible, como si se tratara de
un forzoso tributo a la influencia e
indiscutible dedicación que ha ejercido la
factoría Disney, principalmente, sobre el cine
infantil y juvenil.
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El film nos ofrece la oportunidad de ver al que
será el próximo «Llanero Solitario»
cinematográfico, Armie Hammer. |
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Por tanto, que nadie se engañe: Blancanieves.
(Mirror, mirror) —con este título compuesto
se nos ha presentado en España— es
una adaptación novedosa del cuento de
Blancanieves, pero no hallará en ella ningún
elemento transgresor a la narración de los
hermanos Grimm; es una correcta manipulación de
elementos clásicos bajo un estilo acorde con lo
que estos requieren: simple, lineal e ingenuo, y
dirigida a un público en concreto; con un claro
sabor añejo y pasado de moda, cierto, pero dado
los tiempos que corren, a veces hasta
necesario... por mucho que los niños de ahora
hayan cambiado.
FICHA TÉCNICO-ARTÍSTICA
Título: Blancanieves (Mirror
Mirror)
Título original: Mirror Mirror
Dirección: Tarsem
País: Estados Unidos
Año: 2012
Fecha de estreno: 23 de marzo de
2012
Duración: 106 mn
Género: Drama, Aventuras,
Fantástico
Reparto: Julia Roberts, Lily
Collins, Armie Hammer, Sean Bean,
Nathan Lane, Mare Winningham,
Michael Lerner, Robert Emms, Martin
Klebba, Danny Woodburn
Guión: Jason Keller, Melissa Wallack
Distribuidora: TriPictures
Productora: Rat Entertainment,
Relativity Media, Citizen Snow Film
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