Dedicado a la revista
“Helice” y a todos los modernos
retrasados (Et dixit
Bergier Pauwels) que desprecian el término hot
science ficctión.
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Agradecemos a Txema Gil el impulso warp dado para la
creación de este texto
y a Grethel Bertorelli por la conversación que dio
nacimiento a este enfoque.
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EPISODIO I
«Take my love, take my land
Take me where I cannot stand
I don't care, I'm still free
You can't take the sky from me.»
EL WÉSTERN ES una palabra de una emotiva
significación para muchísimas personas. Es una
palabra que puede llevarte de forma automática a la
época dorada donde la lectura de esas novelas hechas
de pésimo papel o el visionado de las películas
podían sacarnos de nuestra gris existencia
mostrándonos un panorama lleno de aventuras y de
códigos que hacían perfectamente inteligible ese
universo de ficción que era más manejable que el
universo que habitamos a diario. El universo
literario y fílmico del wéstern también es conocido
bajo las denominaciones de novelas y películas del
Oeste o de vaqueros.
Para comenzar nuestro recorrido, consultaremos el
diccionario de la RAE para verificar si ya está
registrada, de forma oficial en el español, esta
palabra. Consultamos vía web y estos fueron los
resultados que el ordenador nos arrojó para el 31 de
enero de 2016:
•
El diccionario de la Real Academia define el término como sigue:
wéstern
Del ingl. western.
1. m. Género de películas del Lejano
Oeste.
2. m. Película del Lejano
Oeste.
•
Por su parte, el diccionario panhispánico de dudas
lo hace así:
wéstern. Voz
tomada del inglés western, ‘género
cinematográfico ambientado en la época de la
conquista y colonización del Lejano Oeste’ y ‘película perteneciente a este género’. Se pronuncia
[guéstern] y su plural es wésterns. Para el
segundo sentido se recomienda usar con preferencia
la locución española ‘película del Oeste’: «Las
viejas películas del Oeste siguen vivas» (Expreso, Perú,
22.04.90).
Vemos que la definición del DRAE es muy
limitada, solo toma en cuenta el género
cinematográfico, obviando el importantísimo ramo de
las novelas de a duro, moneda de 5 pesetas
equivalente al fuerte venezolano, tan recordado en
España como en Venezuela por la huella que dejaron
autores como Marcial Lafuente Estefanía, José
Mallorquí o Silver Kane, por citar solo tres de los
autores más leídos.
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Portada del número 42 de la serie de
cómics «Space Western», inscrita en el
subgénero que utiliza temas y
expresiones propias del wéstern dentro
de las historias de ciencia ficción. |
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Compartamos aquí un extracto del capítulo VIII del
libro Las Literaturas de Kiosko (1975), de
Francisco Alemán Sainz, que puede servirnos como
definición de novela del Oeste:
«La novela del Oeste es, en el fondo, novela
histórica y localista, apoyada en unos tipos humanos
que veremos en seguida. Los presupuestos de este
tipo de narración adquieren tal intensidad,
portadores de una tan amplia retaguardia que hacen
posible a escritores de otros países, hasta lejanos,
escribir un tipo de relatos donde el lector pone de
su parte lo que al narrador pueda faltarle, con una
amplia reticencia.
Más que de una zona geográfica, se trata de un mundo
diferenciado, con unas condiciones, con una
disposición que plantea un haz de elementos de
manera prevista. La novela del Oeste es una novela
sostenida en unas limitaciones territoriales que
sirven de soporte y plataforma a una gran multitud
de gentes solitarias».
A esta altura del artículo, ustedes se preguntarán
qué tiene que ver el wéstern con las estrellas. Pero
si Julio Verne pudo enviarnos a la luna usando una
bala de cañón, ¿por qué nosotros no podemos usar una
catapulta para alcanzar las estrellas? Lo que
trataremos de demostrar aquí es que el género de
aventuras del Oeste, con sus particulares
características, algunas de las cuales comparte con
otros subgéneros, influyó de manera notoria sobre la
ciencia ficción, delimitada dentro de la vieja
categoría de la hot science-fiction, que se
desarrolló en el siglo XX, llegando inclusive a
forjar dentro de ella el space wéstern como
una subcategoría más.
Aquí haremos una digresión relacionada con el
termino hot science-fiction. Como hablamos de
una serie de televisión producida en los años 60,
decidimos utilizar la terminología de la época. Así
que consultamos el término ciencia ficción en la
enciclopedia Monitor de Salvat. Una enciclopedia
publicada en el decenio de los 60. Al consultar la
definición del término compuesto ‘ciencia ficción’
en la página 1380 del tomo IV, nos encontramos con
dos tipos de Ciencia ficción: La «hot»,
dedicada a la aventura pura, y la «cold», la
más penetrante literariamente que se vale del cambio
de la sensibilidad y de las costumbres para provocar
efectos perturbadores. Como ejemplo del primer tipo
nombran a Clifford Simak y ejemplifican el segundo
tipo con las obras del soviético Aleksandr Beljaev.
Curiosamente, el uso de este término ha causado
ciertos resquemores puristas entre ciertos miembros
del mundillo friki que, en un afán de pureza
conceptual, solo aceptan ciertas taxonomías y
desprecian otras fuentes y clasificaciones. Es lo
que hemos denominado el “frikinazismo”. Es una
cruzada por imponer una visión única del fandom.
Actitud que es, de por sí, contraria al espíritu de
ciencia ficción, que es un crisol de ideas y
conceptos que buscan mostrar nuestra realidad desde
prismas diferentes. Pareciera que la intolerancia
que bulle en el mundo actualmente quiere hacerse un
puesto privilegiado en un mundillo que,
generalmente, ha sido progresista. Esas actitudes
nos hacen recordar esa afirmación de Santo Tomas de
Aquino: «Teme al hombre de un solo libro». Aquino
nos pone a la defensiva frente a posiciones
intelectuales únicas que solo aceptan una visión
monocorde del mundo.
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Elenco protagonista de «Star Trek: The
Motion Picture» (1978), conocida en
España como «Star Trek: la película» o
en Hispanoamérica como «Viaje a las
estrellas: la película», una película de
ciencia ficción estadounidense ubicada
dentro del universo de «Star Trek»
creado por Gene Roddenberry. |
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El «frikinazismo» no solo se manifiesta en conceptos
sino también en la pretensión constante de tratar de
imponer determinadas obras como un canon que no
puede ser criticado, de modo que cualquier opinión
que dude de los valores de esas obras se toma como
una afrenta que debe ser lavada con sangre en luchas
interminables en los diversos foros y redes sociales
existentes.
Llegados a este punto del texto, de seguro que
nuestro amigo el helicoidal Mariano Martín Rodríguez
pensará que lo englobamos dentro de esa tendencia,
y, esta vez, podemos decirle que ha acertado
plenamente. Le recordamos desde aquí cuál fue el
destino de esas camisas pardas que quemaron libros y
en lóbregas noche rompieron cristales.
Ahora volveremos al tema que nos ocupa. Podríamos
mencionar aquí, como perfectos ejemplos del space
wéstern, a las series de televisión (japonesa y
animada, una; y estadounidense y de acción real, la
otra) Cowboy Bebob (1998), de Shinichiro
Watanabe, y Firefly (2002), de Joss Whedon.
Particularmente consideramos a Cowboy Bebob,
la serie de 26 episodios y la película, una obra
maestra, siendo una influencia para Firefly,
pero, a petición de unos amigos, nos adentraremos un
poco en la serie de Joss Whedon.
En esta serie, el ambiente es abiertamente wéstern.
Solo basta escuchar el tema country
introductorio —incluso se habla de una guerra
civil—, así que es fácil pensar en yankis y
confederados, a pesar de que existe un hibridismo
cultural entre Occidente y Asia el cual se manifesta
como una miscelánea cultural de las dos potencias
vigentes en esa historia: Estados Unidos y China.
Una de las características llamativas de la serie
era la jerga que usaban los personajes: una
mezcolanza de expresiones del viejo inglés del
Oeste, con trozos de chino.
El planteamiento estético en general era sumamente
interesante, pero Firefly es la prueba
evidente de que algo que es bueno no necesariamente
ha de ser duradero, y la serie fue cancelada después
de 14 episodios. A pesar de ser cancelada, en el
2005 fue estrenada una continuación de la serie en
formato fílmico, titulada Serenity. Este
filme fue dirigido, obviamente, por Joss Whedon.
Hasta ahora esto es todo lo que existe sobre esta
luciérnaga estelar. Esta serie tiene una gran legión
de seguidores deseosos de que las aventuras de la
tripulación del Serenity continúen.
Un elemento conector de gran importancia en el
space wéstern es el de utilizar el concepto de
“la última frontera”, término que de forma evidente
hace referencia a la conquista del Oeste, aunque
también hay otros elementos que, evidentemente, nos
acercan a ese periodo de la historia de los Estados
Unidos. Como curiosidad podemos afirmar que la
figura del vigilante dentro del mundo de los
seriales radiofónicos y en las historietas tiene su
génesis en este espacio mítico. Las referencias que
utilizaremos serán limitadas, pero esperamos que
sean lo suficientemente relevantes y expresivas.
EPISODIO II
«En las colinas de Arizona.»
Podríamos comenzar nuestro recorrido histórico con
John Carter, personaje literario creado en 1911 por
Edgar Rice Burroughs para su novela Una princesa
de Marte. Carter es un excombatiente de la
Guerra Civil estadounidense que logra viajar
astralmente a Barsoon (Marte para nosotros) y formar
parte allí de las escaramuzas entre los diversos
grupos que hacen su vida en ese planeta. Aquí, con
la sola mención de la Guerra Civil, podemos apreciar
cómo se inicia el hilvanado entre el Oeste y las
estrellas. La novela Una princesa de Marte
tiene dos adaptaciones fílmicas, una del año 2009,
llamada Princess of Mars, con la otrora
estrella del cine pornográfico Traci Lords
personificando a la princesa marciana Dejah Thoris,
y otra del año 2012, de la Walt Disney Pictures,
titulada John Carter: Entre dos mundos, que
recibió una tibia recepción.
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Electo artístico de «Firefly», serie de
televisión estadounidense de ciencia
ficción creada por el director y
escritor Joss Whedon. Su ambientación
futurista con rivetes propios del Oeste
representó una innovación en la
narrativa de ciencia ficción. |
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En 1935, el cantante country Gene Autry
protagoniza el serial The Phantom Empire,
donde un vaquero cantante y unos niños combaten a
una civilización subterránea poseedora de un
prodigioso desarrollo tecnológico. Aquí, el wéstern
no dio el salto al espacio, pero la conexión con la
ciencia ficción se mantiene.
En 1979, la cadena de televisión estadounidense NBC
intentó resucitar el formato del serial de cine para
la pequeña pantalla con la serie titulada
Cliffhangers. Recordemos que denominamos
‘Cliffhangers’ (o sea, ‘al borde del precipicio’) al
recurso de situaciones comprometidas en las escenas
finales de las series fílmicas o impresas con la
intención de crear el supense. En esta serie se
presentaron tres historias, una de las cuales se
inspiraba en The Phantom Empire y se llamó
The Secret Empire. Cliffhangers fue
trasmitida en Venezuela por el ya desaparecido canal
RCTELEVISIÓN.
Muchos autores señalan que las historietas de Buck
Rogers y Flash Gordon fueron influenciadas por las
historias del Oeste, razón por la cual estas
historias podrían incluirse dentro del género
space wéstern. La importancia de estos tebeos o
historietas, que también fueron convertidos en
seriales de cine dentro del género, fue tal que
sirvieron de inspiración a dos personajes cuya
importancia en nuestros lectores dependerá de si
prefieren la lectura o el visionado de películas.
Buck Rogers sirvió de inspiración al entrañable Ray
Bradbury, mientras que Flash Gordon es uno de los
elementos invocados por George Lucas para componer
el glorioso chop suey de Star Wars.
EPISODIO III
«La conquista del espacio, el gran reto, estos son
los viajes de la nave Enterprise,
misión, durante
los próximos 5 años, explorar nuevos mundos,
descubrir la vida
y las civilizaciones que existan
en el espacio extraterrestre. Debe llegar a donde
jamás ha llegado el ser humano...»
En los años 60 del siglo XX se respiraba el aroma
del cambio por doquier. En 1961, John Fitzgerald
Kennedy es elegido presidente de los Estados Unidos,
siendo el más joven hasta este momento que llega a
desempeñar el cargo. Las luchas por los derechos
civiles alcanzan su punto más alto y, en septiembre
de 1962, en un discurso en la Universidad de Rice,
Kennedy hace público a todos el mundo el plan de que
Estados Unidos llegue a la Luna en un plazo de 10
años. En octubre de 1962 se inicia la crisis de los
misiles en Cuba y la humanidad entera sufre el miedo
ante un enfrentamiento nuclear entre la URSS y EE
UU.
Este es el caldo de cultivo para que Eugene Wesley
Rodenberry (1912-1991), un joven escritor que
trabajaba como policía, ideara el concepto inicial
de una serie de televisión que se llamaría Star
Trek, Viaje a las Estrellas (nombre con que fue
conocida la serie en Latinoamérica), que vería la
luz, finalmente, el 8 de septiembre de 1966,
justamente tres años antes de que el Apolo XI
cumpliera la promesa de Kennedy. Cuando presentó su
proyecto, Gene Rodenberry definió el formato de la
serie así:
«The format is “Wagon train to the stars” —built
around characters who travel to others worlds and
meet the jeopardy and adventure which become our
stories». (Whitfield, Stephen E. & Rodenberry, Gene
(1975), The Making of Star Trek. 14.ª ed., Ballantine Books, EE UU).
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Portadas de novelas de corte popular de
autores como Marcial Lafuente Estefanía
y Silver Kane. |
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Aquí, las palabras claves son: «El formato es
“Caravana hacia las estrellas…”». Solo con escuchar
la palabra ‘caravana’, a alguien con mediana
formación televisiva le será inevitable imaginar una
serie de carretas en fila dirigiéndose, por el
camino de Oregón, a conquistar la última frontera.
Pero, en este caso, los caminos se recorrerían en el
espacio profundo, la nueva última frontera. Ya son
evidentes un par de elementos que nos indican las
raíces wéstern de una serie televisiva de ciencia
ficción más que emblemática.
En declaraciones muy posteriores, en la época del
estreno de Star Trek: The motion Picture en
1979, Gene Rodenberry afirmó que el impulso
fundamental para crear este universo era la
necesidad de contagiar de optimismo a la generación
que crecía bajo la amenaza nuclear. Plantearles la
posibilidad de un futuro a pesar de todos los
traspiés (en la serie se nombran diversos conflictos
bélicos) que daríamos antes de llegar a convertirnos
en una mejor humanidad. Esta serie tocó temas
vigentes y candentes para la época como, por
ejemplo, la colaboración ruso-estadounidense en los
viajes espaciales. A este respecto, recordemos al
ruso Pavel Chekov a las órdenes del estadounidense
James Tiberio Kirk.
En plena efervescencia del movimiento proderechos
civiles, hablar de un personaje como Spock,
interpretado por el desaparecido Leonard Nimoy, que
es medio vulcano y medio terrestre, no es más que
una forma de tocar los matrimonios interétnicos. Y
no olvidemos que el primer beso entre personas de
diferentes razas en la televisión de Estados Unidos
se dio en esta serie, al besarse el capitán Kirk y
la teniente Uhura en el décimo episodio de la
tercera temporada, titulado Los Hijastros de
Platón. Algo realmente revolucionario para los
estándares de USA, una sociedad capaz de plantearse
la conquista de la Luna pero que aún arrastraba el
estigma del racismo. Lo que debió ser impresionante
para los estadounidenses (aunque, para ser justos,
ese beso no valdría mucho porque, dentro de la
historia, fue hecho bajo inducción telepática) es
una moneda de tráfico común en nuestro país,
Venezuela, que abiertamente asume que es un crisol
racial, aunque eso no evita que ciertos sectores de
la población asuman ese prejuicio. Como decimos por
estos lares, «La estupidez es libre y está
distribuida del primero al tercer mundo». Solo
debemos recordar los problemas raciales que aún
persisten en Estados Unidos y los que están
aflorando en la Europa actual.
Algo que consideramos que no debe olvidarse es la
petición que hizo Martin Luther King a Nichelle
Nichols para que no abandonara su personaje de la
teniente Uhura, porque ella estaba señalándoles unas
cotas que eran inalcanzables para la población de
raza negra de los Estados Unidos de ese momento y
eso era sumamente inspirador.
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Cartel de «Star Trek» (también conocida
como «Star Trek XI», «Star Trek 2009»,
«Star Trek: un nuevo comienzo» o «Star Trek: el futuro comienza») es una
película de ciencia ficción dirigida por
J. J. Abrams y escrita por Roberto Orci
y Alex Kurtzman. Es la undécima película
basada en la franquicia de «Star Trek»
creada por Gene Roddenberry. |
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La serie se adaptó, dentro de lo posible, a los
estándares vigentes en la televisión estadounidense
en esa época. En el piloto The Cage, el
primer oficial de la Enterprise es mujer, algo
intragable para los directivos machistas de la
cadena NBC, por lo que el personaje fue eliminado.
Por elementos como este, muchos catalogan a Star
Trek como una serie de evasión más, una de
tantas maneras para escapar de nuestra monótona
vida. Pero el hecho de tocar muchos temas que eran
tabú en la época, así como el de mostrar un futuro
posible donde la discriminación había desaparecido y
donde la humanidad convivía en paz, hizo que esta
serie, que no tuvo mucho éxito en su primera
emisión, reflejara el ambiente de cambio para mejor
que ya se estaba respirando en el decenio de los 60,
y sirviera, al propio tiempo, para difundir una
filosofía de vida optimista y respetuosa con toda la
humanidad. Solo esto puede explicar que su público
aumentara con cada retrasmisión y formara una de las
legiones de seguidores más grandes, estables y
duraderas dentro del mundillo de la ciencia ficción.
Y, también, que lograra generar cuatro series de
acción real, una de animación en 2D y 12 películas,
sin contar el innumerable material relacionado con
la serie, como historietas, videojuegos, novelas y
todo el material no oficial realizado por
aficionados a la serie. No olvidemos que la
coherencia interna de ese universo es bastante
grande, lo que le da un brillo extra.
El hecho de que los seguidores de la serie (los
trekkies o trekkers) aumentaran cada vez
más con el tiempo dio pie a que se pensara en rodar
inicialmente una película y, posteriormente, una
nueva serie de televisión. La película se llamaría
Star Trek: El planeta de los Titanes y sería
dirigida por Phillip Kaufman (recomendamos el
visionado de Henry y June, de 1990), que resultó una
oportunidad de oro desperdiciada. Al ser cancelada
la película, se volvió a pensar en el formato de
serie televisiva, continuación que sería titulada
Star Trek: Phase II. Esta serie, a pesar de ser
concebida y estar ya guionizada, fue cancelada antes
de ser filmada, pero el éxito de Star Wars y
de películas similares hizo que la idea de relanzar
la Enterprise pasara de la pantalla chica a la
grande. Así, se le dio luz verde a la filmación de
Star Trek: The motion Picture. Este filme fue
dirigido por el veterano Robert Wise (recuérdese su
genial The Day the Earth Stood Still, de
1951) que nos obsequió la que consideramos la mejor
película de esta saga. Un filme de alta factura en
la que se buscaba mostrar una madurez que deberíamos
adquirir con el tiempo; de todos es sabido que
detestamos crecer y hacernos mayores, así que la
seriedad de esta película fue uno de los aspectos
más atacados. La película no pudo desarrollarse más,
debido a las innumerables intromisiones motivadas,
entre otras personas, por Roddenberry, que sufrió
Wise durante la filmación. Gracias a Robert Wise, se
rescató el personaje de Spock y se incluyó en el
filme. La música de la película corrió a cargo de
Jerry Goldsmith y constituye un hallazgo por sí
misma, es una obra maestra.
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Cartel de «Star Wars» (conocida en
español como «La guerra de las
galaxias», 1977) es una serie de
películas pertenecientes al género de la
épica espacial, originalmente concebidas
por el cineasta estadounidense George
Lucas, y producidas y distribuidas por
The Walt Disney Company a partir de
2012. |
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Las siguientes películas volvieron al espíritu de la
serie, tanto por el tono de las historias como por
los temas, e incluso por lo limitado de su
presupuesto.
Es común decir que los libros pueden cambiar nuestra
realidad o nuestra vida, pero ¿hasta qué punto puede
hacerlo una serie de televisión? Veamos.
Todo el mundo sabe que el primer transbordador
espacial (OV-101) se llama Enterprise, lo que muy
pocos saben es que su nombre inicial era
Constitution y que una campaña de seguidores de
Viaje a las Estrellas hizo que cambiaran el
nombre por el de la célebre nave televisiva.
¿Recuerdan la teletransportación? Un recurso para
abaratar los costos del rodaje de estas películas
fue la teletransportación, pero a más de uno le hizo
pensar en la posibilidad real de hacerla, y, en la
actualidad, se maneja el concepto de
teletransportación de partículas y ya se ha logrado
con fotones.
Star Trek,
la serie, logró en un corto plazo de tiempo un gran
éxito, pero parte de esa aceptación se debió a que
Roddenberry utilizó dos estrategias. En efecto, por
una parte, incluyó en su plantilla de guionistas
a
reputados escritores de ciencia ficción, tales como
Robert Bloch, Norman Spinrad, Harlan
Ellison y Theodore Sturgeon, aunque, para algunos de
ellos, trabajar con Rodenberry fue una experiencia
terrible. Si quieren más datos consulten el libro
The City on the Edge of Forever: The Original
Teleplay that Became the Classic Star Trek Episode,
escrito por Harlan Ellinson, publicado por primera
vez en 1977 y luego reeditado en 1996 por la White
Wolf Publishing. Y, por otra, adaptó relatos
importantes de autores reconocidos de ciencia
ficción: recordemos aquí el episodio 18 titulado
Arena, una adaptación que hizo Gene L. Coon del
relato del mismo título de Fedric Brown.
En Venezuela han sido transmitidas en señal abierta
Viaje a las Estrellas: La serie original,
Viaje a las Estrellas: La serie animada (una
‘comiquita’ como le llaman aquí), Viaje a las
estrellas: La nueva generación y Viaje a las
Estrellas: Abismo espacial 9, por el canal
Venevisión. Este mismo canal transmitió las
películas con la tripulación original. Las demás
series han sido disfrutadas solo por aquellos que
tienen televisión por cable.
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Personajes de «Cowboy Bebop»,
serie de animación y de manga de 1998.
Sus 26 episodios están ambientados en el
año 2071 y la serie trata acerca de las
aventuras, desventuras y tragedias de un
grupo de cazarrecompensas que viajan a
bordo del Bebop, su nave espacial. |
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En 2009 se estrenó Star Trek, dirigida por J.
J. Abrams, una película que muestra una joven
tripulación de la Enterprise original en una línea
temporal alternativa que tiene como valor añadido
una relación sentimental entre Spock y Uhura. Este
reinicio se realizó con la finalidad de revitalizar
la franquicia y captar un nuevo público. El reboot
no estuvo exento de críticas, pero era necesario la
supervivencia de la franquicia. En el año 2013 se
estrenó Star Trek: En la oscuridad, dirigida
nuevamente por Abrams, filme que retoma el personaje
de Khan, ahora interpretado por Benedict
Cumberbatch. En este año de 2016 se estrenará
Star Trek Beyond, dirigida por Justin Li, la
tercera película del reinicio de la saga fílmica de
Star Trek. Por cierto, todo el mundo espera
que esta versión sea más rápida y furiosa, por lo
que más de uno tomará esta película con sus
kuaizi de plata*
antes de emitir su valoración.
La serie puede calificarse de simplista y sin
pretensiones, de escape, pero de un escape positivo,
de una huida a un mundo probable al que pudiésemos
llegar si admitiésemos que el bienestar de muchos
precede al de pocos o al de uno solo. En este caso,
la catapulta nos impulsa hacia adelante.
EPISODIO IV
«Hace mucho tiempo en una Galaxia muy, muy lejana.»
En 1977 se dio inicio a un raro fenómeno de masas de
tipo cinematográfico. Fue el estreno de La Guerra
de las Galaxias (Stars Wars). Esta
película fue escrita y dirigida por el amigo y
protegido de Francis Ford Coppola, George Lucas,
novel director que, hasta ese momento, solo había
dirigido THX 1138 y la exitosa American
Graffiti. La primera era una visión oscura del
futuro y la otra, un retrato de la juventud
adoradora del dios automóvil en los años cincuenta.
Contra todo pronóstico, una película que se estrenó
apenas en quinientos cines en todo los Estados
Unidos se convirtió, de la noche a la mañana, en uno
de los éxitos de taquilla de ese año, creando una
subcultura que, a veces, raya en la histeria y en el
frikismo (termino que deriva de la palabra
inglesa ‘freack’, fenómeno). La frase «Que la fuerza
te acompañe» se convirtió en el cliché habitual de
ese año y dio pie a que se realizaran películas con
un ambiente de wéstern galáctico como Batlestars
Galactica (1978), Starscrash (1978) y
Star Trek: The Motion Picture (1979), entre
otras.
Por esos años, el cine estaba dominado por películas
densas y oscuras donde muchas veces no había
salvación para los protagonistas de la historias.
Las películas de fantasía o de ciencia ficción,
salvo excepciones, mostraban futuros apocalípticos.
Como ejemplo podríamos mencionar el muy recordado
filme de 1973 Cuando el destino nos alcance
(Soylent Green), de Richard Fleisher. Gracias a
esta película, antes de comernos una galleta de
color verde lo pensaríamos dos veces.
Con la herida de Vietnam fresca, Estados Unidos
padecían aún las consecuencias de la crisis
energética, y se iniciaba el desembarco japonés, que
terminaría por inundar de productos de mala
“calidad” todas las vitrinas y garajes de ese país.
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Secuencias de viñetas de «Valérian:
Agente espacio-temporal»,
serie de historietas de ciencia ficción,
creada por el guionista Pierre Christin
y el dibujante Jean-Claude Mézières.
Apareció, por primera vez, en el número
420 de la revista «Pilote» el 9 de
noviembre de 1967. |
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Estados Unidos no estaba en su mejor momento, y, de
manera similar a lo sucedido en el crack de 29,
George Lucas, contando con la valiosa ayuda de la
FOX, que exprimió hasta más no poder el guion, una
historia simple en la que los buenos les ganan, al
final, a los malos, logró enganchar al público de
manera fulminante. Cómo nos hubiese gustado que la
génesis de la historia de Star Wars fuese
como el mostrado en el cortometraje Lucas in love
(1999), de Joe Nussbaum.
Lucas había bebido de diversas fuentes: de la
Literatura, los múltiples cuentos de hadas y la
novela de Fritz Leiber, Hágase la oscuridad
(1943), de donde toma el elemento de las espadas
luz; del cine japonés, en concreto de Kurosawa y su
fortaleza escondida; del cine bélico: The Dam
Busters (Michael Anderson, 1955); de la
historieta: Flash Gordon y Valérian,
Agente espacio-temporal, y de otras que no
mencionaremos por razones de espacio.
Una fuente de inspiración que muy poca gente nombra
es la mismísima Star Trek, ya que George
Lucas fue uno de los nombres que se barajaron en un
comienzo como posibles directores de la primera
película, la de 1975. ¿Se han percatado de que
Trek y Wars tienen el mismo número de
letras?
Con todo, la influencia más evidente es la del
wéstern; sobre todo, la del wéstern crepuscular, e
incluso el spaghetti. El ambiente árido de
Tatooine, la taberna, los moradores de las arenas y
otros tantos elementos son plenamente reflejos,
levemente distorsionados, de otros que existen en el
wéstern. De hecho, a nuestro parecer, el ambiente
gastado que muestra el filme de 1977 es producto del
wéstern en su última etapa. Incluso comparte el tabú
de no mostrar negros en ningún momento. Pero
deducimos que C3PO y R2-D2 serían negros, por el
tratamiento que reciben en la cantina, y son una
manera velada de hablar de los esclavos en una época
en la que no era necesario usar ese recurso en el
cine.
Gran parte de la gente asocia Star Wars con
la ciencia ficción, pero ¿es cierta esta
categorización? Star Wars comienza con una
forma típica del cuento de hadas: Hace mucho tiempo,
en una lejana galaxia... El ambiente y la sociedad,
a pesar de contar con elementos relacionados con la
ciencia ficción (los viajes espaciales, las naves
interestelares, los robots, las armas láser) tiende
a ser arcaica. Si cambiásemos los elementos
tecnológicos avanzados por otros más primitivos,
sería mucho más evidente el anclaje de la historia
en el pasado y su fuerte conexión con los relatos
míticos o fantasía. Además, resulta inevitable
establecer una analogía, salvando distancias, entre
el combate de Ben Kenobi con Darth Vader y el de
Gandalf con el Balrog de Moria, de El señor de
los Anillos. La historia no es muy elaborada y
podemos percibir en ella la influencia de los viejos
seriales de cine; quizás no fue más que la puesta al
día de una vieja forma que muchos habían olvidado y
que otros no conocieron. Sea como fuere, lo cierto
es que ese filme tenía el sabor adecuado para el
paladar del año 1977 y fue todo un éxito a pesar de
los grandes temores de George Lucas.
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Eugene Wesley Roddenberry (1921-1991),
creador, director y productor
mundialmente conocido por sus series de
ciencia ficción, especialmente por la de
«Star Trek». |
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Un aspecto que fue de mucho peso para la aceptación
de este filme fue la banda sonora creada por John
Williams, muy querido en Venezuela por ser el autor
de los temas de legendarias series de televisión
como Perdidos en el espacio o Tierra de
Gigantes. Tan grande fue el éxito que una
película autoconclusiva fue convertida en una
trilogía, y, posteriormente, en un imperio
económico. Mucho tiempo después, Lucas decidió hacer
una nueva trilogía que sirviese de precuela y sumó
algunos millones más a su cuenta bancaria para
después vender su creación al emporio Disney. Y así,
en diciembre de 2015, fue estrenada Star Wars:
Episodio VII. El despertar de la Fuerza (titulada
originalmente: Star Wars: Episode VII. The Force
Awakens), dirigida por J. J. Abrams, primera
entrega de la tercera trilogía, ahora bajo la égida
del imperio Disney (no emitiremos valoración alguna
sobre este filme). La película cumplió con su
cometido: movilizó masas y dólares, pero las
críticas que recibió no fueron muy positivas en su
meyor parte. Sin embargo, no debemos olvidar que la
nostalgia es una fuerza muy poderosa, tan grande es
que puede hacer que disfrutemos el vaciado
voluntario de nuestros bolsillos.
Ahora bien, ¿qué tipo de evasión promueve Star
War? Consideramos que es una de tipo negativa,
porque el mundo que nos muestra es un ‘pasado
tecnologizado’, esto es, que a un pasado conocido y
ya recubierto de polvo le agrega algunos artilugios
tecnológicos para darle un brillo del que carece por
méritos propios. Es la premisa: más vale malo
conocido que bueno por conocer. Esta vez, la
catapulta nos impulsa hacia atrás.
EPISODIO V
«Hay otros mundos pero están en éste.»
PAUL ÉLUARD
Llegamos al quinto acto y damos por terminado el
drama. Concluimos algunas cosas como:
a) Que dos de las más grandes franquicias no son más
que remozamientos de la mitología wéstern y que
nuestra emoción sigue siendo impulsada por
antiquísimos artilugios que continúan funcionado
todavía en esta era digital sin darnos cuenta.
b) Que la evasión de ciencia ficción puede abrirnos
puertas hacia el pasado y el futuro, aunque esas
puertas tengan sus goznes en nuestro presente.
Para cerrar, podemos decir, simplemente, que Star
Trek y Star Wars solo son diferentes
soluciones a las incógnitas que parten de nuestro
presente y unas buenas formas de divertirse. Quedará
reservado para ustedes, amables lectores, evaluar
este escrito y sopesar las afirmaciones que en él se
vierten, sin olvidar que no hay nada más humano que
huir de la visión de nuestro propio corazón.
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NOTA
*En
el palacio imperial de la antigua china se usaban
palitos chinos de plata para detectar los alimentos
envenenados.
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