Dedicado a la revista Helice y a todos los modernos retrasados (Et dixit Bergier Pauwels) que desprecian el término hot science ficctión.

  

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Agradecemos a Txema Gil el impulso warp dado para la creación de este texto y a Grethel Bertorelli por la conversación que dio nacimiento a este enfoque.

  

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EPISODIO I

  

«Take my love, take my land

Take me where I cannot stand

I don't care, I'm still free

You can't take the sky from me.»

  

  

EL WÉSTERN ES una palabra de una emotiva significación para muchísimas personas. Es una palabra que puede llevarte de forma automática a la época dorada donde la lectura de esas novelas hechas de pésimo papel o el visionado de las películas podían sacarnos de nuestra gris existencia mostrándonos un panorama lleno de aventuras y de códigos que hacían perfectamente inteligible ese universo de ficción que era más manejable que el universo que habitamos a diario. El universo literario y fílmico del wéstern también es conocido bajo las denominaciones de novelas y películas del Oeste o de vaqueros.

Para comenzar nuestro recorrido, consultaremos el diccionario de la RAE para verificar si ya está registrada, de forma oficial en el español, esta palabra. Consultamos vía web y estos fueron los resultados que el ordenador nos arrojó para el 31 de enero de 2016:

El diccionario de la Real Academia define el término como sigue:

wéstern

Del ingl. western.

1. m. Género de películas del Lejano Oeste.

2. m. Película del Lejano Oeste.

  

Por su parte, el diccionario panhispánico de dudas lo hace así:

wéstern. Voz tomada del inglés western, ‘género cinematográfico ambientado en la época de la conquista y colonización del Lejano Oeste’ y ‘película perteneciente a este género’. Se pronuncia [guéstern] y su plural es wésterns. Para el segundo sentido se recomienda usar con preferencia la locución española ‘película del Oeste’: «Las viejas películas del Oeste siguen vivas» (Expreso, Perú, 22.04.90).

   

Vemos que la definición del DRAE es muy limitada, solo toma en cuenta el género cinematográfico, obviando el importantísimo ramo de las novelas de a duro, moneda de 5 pesetas equivalente al fuerte venezolano, tan recordado en España como en Venezuela por la huella que dejaron autores como Marcial Lafuente Estefanía, José Mallorquí o Silver Kane, por citar solo tres de los autores más leídos.

  

                   

                   

Portada del número 42 de la serie de cómics «Space Western», inscrita en el subgénero que utiliza temas y expresiones propias del wéstern dentro de las historias de ciencia ficción.

  

Compartamos aquí un extracto del capítulo VIII del libro Las Literaturas de Kiosko (1975), de Francisco Alemán Sainz, que puede servirnos como definición de novela del Oeste:

«La novela del Oeste es, en el fondo, novela histórica y localista, apoyada en unos tipos humanos que veremos en seguida. Los presupuestos de este tipo de narración adquieren tal intensidad, portadores de una tan amplia retaguardia que hacen posible a escritores de otros países, hasta lejanos, escribir un tipo de relatos donde el lector pone de su parte lo que al narrador pueda faltarle, con una amplia reticencia.

Más que de una zona geográfica, se trata de un mundo diferenciado, con unas condiciones, con una disposición que plantea un haz de elementos de manera prevista. La novela del Oeste es una novela sostenida en unas limitaciones territoriales que sirven de soporte y plataforma a una gran multitud de gentes solitarias».

A esta altura del artículo, ustedes se preguntarán qué tiene que ver el wéstern con las estrellas. Pero si Julio Verne pudo enviarnos a la luna usando una bala de cañón, ¿por qué nosotros no podemos usar una catapulta para alcanzar las estrellas? Lo que trataremos de demostrar aquí es que el género de aventuras del Oeste, con sus particulares características, algunas de las cuales comparte con otros subgéneros, influyó de manera notoria sobre la ciencia ficción, delimitada dentro de la vieja categoría de la hot science-fiction, que se desarrolló en el siglo XX, llegando inclusive a forjar dentro de ella el space wéstern como una subcategoría más.

Aquí haremos una digresión relacionada con el termino hot science-fiction. Como hablamos de una serie de televisión producida en los años 60, decidimos utilizar la terminología de la época. Así que consultamos el término ciencia ficción en la enciclopedia Monitor de Salvat. Una enciclopedia publicada en el decenio de los 60. Al consultar la definición del término compuesto ‘ciencia ficción’ en la página 1380 del tomo IV, nos encontramos con dos tipos de Ciencia ficción: La «hot», dedicada a la aventura pura, y la «cold», la más penetrante literariamente que se vale del cambio de la sensibilidad y de las costumbres para provocar efectos perturbadores. Como ejemplo del primer tipo nombran a Clifford Simak y ejemplifican el segundo tipo con las obras del soviético Aleksandr Beljaev.

Curiosamente, el uso de este término ha causado ciertos resquemores puristas entre ciertos miembros del mundillo friki que, en un afán de pureza conceptual, solo aceptan ciertas taxonomías y desprecian otras fuentes y clasificaciones. Es lo que hemos denominado el “frikinazismo”. Es una cruzada por imponer una visión única del fandom. Actitud que es, de por sí, contraria al espíritu de ciencia ficción, que es un crisol de ideas y conceptos que buscan mostrar nuestra realidad desde prismas diferentes. Pareciera que la intolerancia que bulle en el mundo actualmente quiere hacerse un puesto privilegiado en un mundillo que, generalmente, ha sido progresista. Esas actitudes nos hacen recordar esa afirmación de Santo Tomas de Aquino: «Teme al hombre de un solo libro». Aquino nos pone a la defensiva frente a posiciones intelectuales únicas que solo aceptan una visión monocorde del mundo.

  

                   

                   

Elenco protagonista de «Star Trek: The Motion Picture» (1978), conocida en España como «Star Trek: la película» o en Hispanoamérica como «Viaje a las estrellas: la película», una película de ciencia ficción estadounidense ubicada dentro del universo de «Star Trek» creado por Gene Roddenberry.

  

El «frikinazismo» no solo se manifiesta en conceptos sino también en la pretensión constante de tratar de imponer determinadas obras como un canon que no puede ser criticado, de modo que cualquier opinión que dude de los valores de esas obras se toma como una afrenta que debe ser lavada con sangre en luchas interminables en los diversos foros y redes sociales existentes.

Llegados a este punto del texto, de seguro que nuestro amigo el helicoidal Mariano Martín Rodríguez pensará que lo englobamos dentro de esa tendencia, y, esta vez, podemos decirle que ha acertado plenamente. Le recordamos desde aquí cuál fue el destino de esas camisas pardas que quemaron libros y en lóbregas noche rompieron cristales.

Ahora volveremos al tema que nos ocupa. Podríamos mencionar aquí, como perfectos ejemplos del space wéstern, a las series de televisión (japonesa y animada, una; y estadounidense y de acción real, la otra) Cowboy Bebob (1998), de Shinichiro Watanabe, y Firefly (2002), de Joss Whedon. Particularmente consideramos a Cowboy Bebob, la serie de 26 episodios y la película, una obra maestra, siendo una influencia para Firefly, pero, a petición de unos amigos, nos adentraremos un poco en la serie de Joss Whedon.

En esta serie, el ambiente es abiertamente wéstern. Solo basta escuchar el tema country  introductorio —incluso se habla de una guerra civil—, así que es fácil pensar en yankis y confederados, a pesar de que existe un hibridismo cultural entre Occidente y Asia el cual se manifesta como una miscelánea cultural de las dos potencias vigentes en esa historia: Estados Unidos y China. Una de las características llamativas de la serie era la jerga que usaban los personajes: una mezcolanza de expresiones del viejo inglés del Oeste, con trozos de chino.

El planteamiento estético en general era sumamente interesante, pero Firefly es la prueba evidente de que algo que es bueno no necesariamente ha de ser duradero, y la serie fue cancelada después de 14 episodios. A pesar de ser cancelada, en el 2005 fue estrenada una continuación de la serie en formato fílmico, titulada Serenity. Este filme fue dirigido, obviamente, por Joss Whedon. Hasta ahora esto es todo lo que existe sobre esta luciérnaga estelar. Esta serie tiene una gran legión de seguidores deseosos de que las aventuras de la tripulación del Serenity continúen.

Un elemento conector de gran importancia en el space wéstern es el de utilizar el concepto de “la última frontera”, término que de forma evidente hace referencia a la conquista del Oeste, aunque también hay otros elementos que, evidentemente, nos acercan a ese periodo de la historia de los Estados Unidos. Como curiosidad podemos afirmar que la figura del vigilante dentro del mundo de los seriales radiofónicos y en las historietas tiene su génesis en este espacio mítico. Las referencias que utilizaremos serán limitadas, pero esperamos que sean lo suficientemente relevantes y expresivas.

  

  

EPISODIO II

«En las colinas de Arizona.»

  

Podríamos comenzar nuestro recorrido histórico con John Carter, personaje literario creado en 1911 por Edgar Rice Burroughs para su novela Una princesa de Marte. Carter es un excombatiente de la Guerra Civil estadounidense que logra viajar astralmente a Barsoon (Marte para nosotros) y formar parte allí de las escaramuzas entre los diversos grupos que hacen su vida en ese planeta. Aquí, con la sola mención de la Guerra Civil, podemos apreciar cómo se inicia el hilvanado entre el Oeste y las estrellas. La novela Una princesa de Marte tiene dos adaptaciones fílmicas, una del año 2009, llamada Princess of Mars, con la otrora estrella del cine pornográfico Traci Lords personificando a la princesa marciana Dejah Thoris, y otra del año 2012, de la Walt Disney Pictures, titulada John Carter: Entre dos mundos, que recibió una tibia recepción.

  

                   

                   

Electo artístico de «Firefly», serie de televisión estadounidense de ciencia ficción creada por el director y escritor Joss Whedon. Su ambientación futurista con rivetes propios del Oeste representó una innovación en la narrativa de ciencia ficción.

  

En 1935, el cantante country Gene Autry protagoniza el serial The Phantom Empire, donde un vaquero cantante y unos niños combaten a una civilización subterránea poseedora de un prodigioso desarrollo tecnológico. Aquí, el wéstern no dio el salto al espacio, pero la conexión con la ciencia ficción se mantiene.

En 1979, la cadena de televisión estadounidense NBC intentó resucitar el formato del serial de cine para la pequeña pantalla con la serie titulada Cliffhangers. Recordemos que denominamos ‘Cliffhangers’ (o sea, ‘al borde del precipicio’) al recurso de situaciones comprometidas en las escenas finales de las series fílmicas o impresas con la intención de crear el supense. En esta serie se presentaron tres historias, una de las cuales se inspiraba en The Phantom Empire y se llamó The Secret Empire. Cliffhangers fue trasmitida en Venezuela por el ya desaparecido canal RCTELEVISIÓN.

Muchos autores señalan que las historietas de Buck Rogers y Flash Gordon fueron influenciadas por las historias del Oeste, razón por la cual estas historias podrían incluirse dentro del género space wéstern. La importancia de estos tebeos o historietas, que también fueron convertidos en seriales de cine dentro del género, fue tal que sirvieron de inspiración a dos personajes cuya importancia en nuestros lectores dependerá de si prefieren la lectura o el visionado de películas. Buck Rogers sirvió de inspiración al entrañable Ray Bradbury, mientras que Flash Gordon es uno de los elementos invocados por George Lucas para componer el glorioso chop suey de Star Wars.

  

  

EPISODIO III

  

«La conquista del espacio, el gran reto, estos son los viajes de la nave Enterprise, misión, durante los próximos 5 años, explorar nuevos mundos, descubrir la vida y las civilizaciones que existan en el espacio extraterrestre. Debe llegar a donde  jamás ha llegado el ser humano...»

  

En los años 60 del siglo XX se respiraba el aroma del cambio por doquier. En 1961, John Fitzgerald Kennedy es elegido presidente de los Estados Unidos, siendo el más joven hasta este momento que llega a desempeñar el cargo. Las luchas por los derechos civiles alcanzan su punto más alto y, en septiembre de 1962, en un discurso en la Universidad de Rice, Kennedy hace público a todos el mundo el plan de que Estados Unidos llegue a la Luna en un plazo de 10 años. En octubre de 1962 se inicia la crisis de los misiles en Cuba y la humanidad entera sufre el miedo ante un enfrentamiento nuclear entre la URSS y EE UU.

Este es el caldo de cultivo para que Eugene Wesley Rodenberry (1912-1991), un joven escritor que trabajaba como policía, ideara el concepto inicial de una serie de televisión que se llamaría Star Trek, Viaje a las Estrellas (nombre con que fue conocida la serie en Latinoamérica), que vería la luz, finalmente, el 8 de septiembre de 1966, justamente tres años antes de que el Apolo XI cumpliera la promesa de Kennedy. Cuando presentó su proyecto, Gene Rodenberry definió el formato de la serie así: «The format is “Wagon train to the stars” —built around characters who travel to others worlds and meet the jeopardy and adventure which become our stories». (Whitfield, Stephen E. & Rodenberry, Gene (1975), The Making of Star Trek. 14.ª ed., Ballantine Books, EE UU).

  

                   

                   

Portadas de novelas de corte popular de autores como Marcial Lafuente Estefanía y Silver Kane.

  

Aquí, las palabras claves son: «El formato es “Caravana hacia las estrellas…”». Solo con escuchar la palabra ‘caravana’, a alguien con mediana formación televisiva le será inevitable imaginar una serie de carretas en fila dirigiéndose, por el camino de Oregón, a conquistar la última frontera. Pero, en este caso, los caminos se recorrerían en el espacio profundo, la nueva última frontera. Ya son evidentes un par de elementos que nos indican las raíces wéstern de una serie televisiva de ciencia ficción más que emblemática.

En declaraciones muy posteriores, en la época del estreno de Star Trek: The motion Picture en 1979, Gene Rodenberry afirmó que el impulso fundamental para crear este universo era la necesidad de contagiar de optimismo a la generación que crecía bajo la amenaza nuclear. Plantearles la posibilidad de un futuro a pesar de todos los traspiés (en la serie se nombran diversos conflictos bélicos) que daríamos antes de llegar a convertirnos en una mejor humanidad. Esta serie tocó temas vigentes y candentes para la época como, por ejemplo, la colaboración ruso-estadounidense en los viajes espaciales. A este respecto, recordemos al ruso Pavel Chekov a las órdenes del estadounidense James Tiberio Kirk.

En plena efervescencia del movimiento proderechos civiles, hablar de un personaje como Spock, interpretado por el desaparecido Leonard Nimoy, que es medio vulcano y medio terrestre, no es más que una forma de tocar los matrimonios interétnicos. Y no olvidemos que el primer beso entre personas de diferentes razas en la televisión de Estados Unidos se dio en esta serie, al besarse el capitán Kirk y la teniente Uhura en el décimo episodio de la tercera temporada, titulado Los Hijastros de Platón. Algo realmente revolucionario para los estándares de USA, una sociedad capaz de plantearse la conquista de la Luna pero que aún arrastraba el estigma del racismo. Lo que debió ser impresionante para los estadounidenses (aunque, para ser justos, ese beso no valdría mucho porque, dentro de la historia, fue hecho bajo inducción telepática) es una moneda de tráfico común en nuestro país, Venezuela, que abiertamente asume que es un crisol racial, aunque eso no evita que ciertos sectores de la población asuman ese prejuicio. Como decimos por estos lares, «La estupidez es libre y está distribuida del primero al tercer mundo». Solo debemos recordar los problemas raciales que aún persisten en Estados Unidos y los que están aflorando en la Europa actual.

Algo que consideramos que no debe olvidarse es la petición que hizo Martin Luther King a Nichelle Nichols para que no abandonara su personaje de la teniente Uhura, porque ella estaba señalándoles unas cotas que eran inalcanzables para la población de raza negra de los Estados Unidos de ese momento y eso era sumamente inspirador.

  

                   

                   

Cartel de «Star Trek» (también conocida como «Star Trek XI», «Star Trek 2009», «Star Trek: un nuevo comienzo» o «Star Trek: el futuro comienza») es una película de ciencia ficción dirigida por J. J. Abrams y escrita por Roberto Orci y Alex Kurtzman. Es la undécima película basada en la franquicia de «Star Trek» creada por Gene Roddenberry.

  

La serie se adaptó, dentro de lo posible, a los estándares vigentes en la televisión estadounidense en esa época. En el piloto The Cage, el primer oficial de la Enterprise es mujer, algo intragable para los directivos machistas de la cadena NBC, por lo que el personaje fue eliminado. Por elementos como este, muchos catalogan a Star Trek como una serie de evasión más, una de tantas maneras para escapar de nuestra monótona vida. Pero el hecho de tocar muchos temas que eran tabú en la época, así como el de mostrar un futuro posible donde la discriminación había desaparecido y donde la humanidad convivía en paz, hizo que esta serie, que no tuvo mucho éxito en su primera emisión, reflejara el ambiente de cambio para mejor que ya se estaba respirando en el decenio de los 60, y sirviera, al propio tiempo, para difundir una filosofía de vida optimista y respetuosa con toda la humanidad. Solo esto puede explicar que su público aumentara con cada retrasmisión y formara una de las legiones de seguidores más grandes, estables y duraderas dentro del mundillo de la ciencia ficción. Y, también, que lograra generar cuatro series de acción real, una de animación en 2D y 12 películas, sin contar el innumerable material relacionado con la serie, como historietas, videojuegos, novelas y todo el material no oficial realizado por aficionados a la serie. No olvidemos que la coherencia interna de ese universo es bastante grande, lo que le da un brillo extra.

El hecho de que los seguidores de la serie (los trekkies o trekkers) aumentaran cada vez más con el tiempo dio pie a que se pensara en rodar inicialmente una película y, posteriormente, una nueva serie de televisión. La película se llamaría Star Trek: El planeta de los Titanes y sería dirigida por Phillip Kaufman (recomendamos el visionado de Henry y June, de 1990), que resultó una oportunidad de oro desperdiciada. Al ser cancelada la película, se volvió a pensar en el formato de serie televisiva, continuación que sería titulada Star Trek: Phase II. Esta serie, a pesar de ser concebida y estar ya guionizada, fue cancelada antes de ser filmada, pero el éxito de Star Wars y de películas similares hizo que la idea de relanzar la Enterprise pasara de la pantalla chica a la grande. Así, se le dio luz verde a la filmación de Star Trek: The motion Picture. Este filme fue dirigido por el veterano Robert Wise (recuérdese su genial The Day the Earth Stood Still, de 1951) que nos obsequió la que consideramos la mejor película de esta saga. Un filme de alta factura en la que se buscaba mostrar una madurez que deberíamos adquirir con el tiempo; de todos es sabido que detestamos crecer y hacernos mayores, así que la seriedad de esta película fue uno de los aspectos más atacados. La película no pudo desarrollarse más, debido a las innumerables intromisiones motivadas, entre otras personas, por Roddenberry, que sufrió Wise durante la filmación. Gracias a Robert Wise, se rescató el personaje de Spock y se incluyó en el filme. La música de la película corrió a cargo de Jerry Goldsmith y constituye un hallazgo por sí misma, es una obra maestra.

  

                   

                   

Cartel de «Star Wars» (conocida en español como «La guerra de las galaxias», 1977) es una serie de películas pertenecientes al género de la épica espacial, originalmente concebidas por el cineasta estadounidense George Lucas, y producidas y distribuidas por The Walt Disney Company a partir de 2012.

  

Las siguientes películas volvieron al espíritu de la serie, tanto por el tono de las historias como por los temas, e incluso por lo limitado de su presupuesto. 

Es común decir que los libros pueden cambiar nuestra realidad o nuestra vida, pero ¿hasta qué punto puede hacerlo una serie de televisión? Veamos.

Todo el mundo sabe que el primer transbordador espacial (OV-101) se llama Enterprise, lo que muy pocos saben es que su nombre inicial era Constitution y que una campaña de seguidores de Viaje a las Estrellas hizo que cambiaran el nombre por el de la célebre nave televisiva.

¿Recuerdan la teletransportación? Un recurso para abaratar los costos del rodaje de estas películas fue la teletransportación, pero a más de uno le hizo pensar en la posibilidad real de hacerla, y, en la actualidad, se maneja el concepto  de teletransportación de partículas y ya se ha logrado con fotones.

Star Trek, la serie, logró en un corto plazo de tiempo un gran éxito, pero parte de esa aceptación se debió a que Roddenberry utilizó dos estrategias. En efecto, por una parte, incluyó en su plantilla de  guionistas a reputados escritores de ciencia ficción, tales como  Robert Bloch, Norman Spinrad, Harlan Ellison y Theodore Sturgeon, aunque, para algunos de ellos, trabajar con Rodenberry fue una experiencia terrible. Si quieren más datos consulten el libro The City on the Edge of Forever: The Original Teleplay that Became the Classic Star Trek Episode, escrito por Harlan Ellinson, publicado por primera vez en 1977 y luego reeditado en 1996 por la White Wolf Publishing. Y, por otra, adaptó relatos importantes de autores reconocidos de ciencia ficción: recordemos aquí el episodio 18 titulado Arena, una adaptación que hizo Gene L. Coon del relato del mismo título de Fedric Brown.

En Venezuela han sido transmitidas en señal abierta Viaje a las Estrellas: La serie original, Viaje a las Estrellas: La serie animada (una ‘comiquita’ como le llaman aquí), Viaje a las estrellas: La nueva generación y Viaje a las Estrellas: Abismo espacial 9, por el canal Venevisión. Este mismo canal transmitió las películas con la tripulación original. Las demás series han sido disfrutadas solo por aquellos que tienen televisión por cable.

  

                   

                   

Personajes  de «Cowboy Bebop», serie de animación y de manga de 1998. Sus 26 episodios están ambientados en el año 2071 y la serie trata acerca de las aventuras, desventuras y tragedias de un grupo de cazarrecompensas que viajan a bordo del Bebop, su nave espacial.

  

En 2009 se estrenó Star Trek, dirigida por J. J. Abrams, una película que muestra una joven tripulación de la Enterprise original en una línea temporal alternativa que tiene como valor añadido una relación sentimental entre Spock y Uhura. Este reinicio se realizó con la finalidad de revitalizar la franquicia y captar un nuevo público. El reboot no estuvo exento de críticas, pero era necesario la supervivencia de la franquicia. En el año 2013 se estrenó Star Trek: En la oscuridad, dirigida nuevamente por Abrams, filme que retoma el personaje de Khan, ahora interpretado por Benedict Cumberbatch. En este año de 2016 se estrenará Star Trek Beyond, dirigida por Justin Li, la tercera película del reinicio de la saga fílmica de Star Trek. Por cierto, todo el mundo espera que esta versión sea más rápida y furiosa, por lo que más de uno tomará esta película con sus kuaizi de plata* antes de emitir su valoración.

La serie puede calificarse de simplista y sin pretensiones, de escape, pero de un escape positivo, de una huida a un mundo probable al que pudiésemos llegar si admitiésemos que el bienestar de muchos precede al de pocos o al de uno solo. En este caso, la catapulta nos impulsa hacia adelante.

  

  

EPISODIO IV

  

«Hace mucho tiempo en una Galaxia muy, muy lejana.»

  

En 1977 se dio inicio a un raro fenómeno de masas de tipo cinematográfico. Fue el estreno de La Guerra de las Galaxias (Stars Wars). Esta película fue escrita y dirigida por el amigo y protegido de Francis Ford Coppola, George Lucas, novel director que, hasta ese momento, solo había dirigido THX 1138 y la exitosa American Graffiti. La primera era una visión oscura del futuro y la otra, un retrato de la juventud adoradora del dios automóvil en los años cincuenta.

Contra todo pronóstico, una película que se estrenó apenas en quinientos cines en todo los Estados Unidos se convirtió, de la noche a la mañana, en uno de los éxitos de taquilla de ese año, creando una subcultura que, a veces, raya en la histeria y en el frikismo (termino que deriva de la palabra inglesa ‘freack’, fenómeno). La frase «Que la fuerza te acompañe» se convirtió  en el cliché habitual de ese año y dio pie a que se realizaran películas con un ambiente de wéstern galáctico como Batlestars Galactica (1978), Starscrash (1978) y Star Trek: The Motion Picture (1979), entre otras.

Por esos años, el cine estaba dominado por películas densas y oscuras donde muchas veces no había salvación para los protagonistas de la historias. Las películas de fantasía o de ciencia ficción, salvo excepciones, mostraban futuros apocalípticos. Como ejemplo podríamos mencionar el muy recordado filme de 1973 Cuando el destino nos alcance (Soylent Green), de Richard Fleisher. Gracias a esta película, antes de comernos una galleta de color verde lo pensaríamos dos veces.

Con la herida de Vietnam fresca, Estados Unidos padecían aún las consecuencias de la crisis energética, y se iniciaba el desembarco japonés, que terminaría por inundar de productos de mala “calidad” todas las vitrinas y garajes de ese país.

  

                   

                   

Secuencias de viñetas de «Valérian: Agente espacio-temporal», serie de historietas de ciencia ficción, creada por el guionista Pierre Christin y el dibujante Jean-Claude Mézières. Apareció, por primera vez, en el número 420 de la revista «Pilote» el 9 de noviembre de 1967.

  

Estados Unidos no estaba en su mejor momento, y, de manera similar a lo sucedido en el crack de 29, George Lucas, contando con la valiosa ayuda de la FOX, que exprimió hasta más no poder el guion, una historia simple en la que los buenos les ganan, al final, a los malos, logró enganchar al público de manera fulminante. Cómo nos hubiese gustado que la génesis de la historia de Star Wars fuese como el mostrado en el cortometraje Lucas in love (1999), de Joe Nussbaum.

Lucas había bebido de diversas fuentes: de la Literatura, los múltiples cuentos de hadas y la novela de Fritz Leiber, Hágase la oscuridad (1943), de donde toma el elemento de las espadas luz; del cine japonés, en concreto de Kurosawa y su fortaleza escondida; del cine bélico: The Dam Busters (Michael Anderson, 1955); de la historieta: Flash Gordon y Valérian, Agente espacio-temporal, y de otras que no mencionaremos por razones de espacio.

Una fuente de inspiración que muy poca gente nombra es la mismísima Star Trek, ya que George Lucas fue uno de los nombres que se barajaron en un comienzo como posibles directores de la primera película, la de 1975. ¿Se han percatado de que Trek y Wars tienen el mismo número de letras?

Con todo, la influencia más evidente es la del wéstern; sobre todo, la del wéstern crepuscular, e incluso el spaghetti. El ambiente árido de Tatooine, la taberna, los moradores de las arenas y otros tantos elementos son plenamente reflejos, levemente distorsionados, de otros que existen en el wéstern. De hecho, a nuestro parecer, el ambiente gastado que muestra el filme de 1977 es producto del wéstern en su última etapa. Incluso comparte el tabú de no mostrar negros en ningún momento. Pero deducimos que C3PO y R2-D2 serían negros, por el tratamiento que reciben en la cantina, y son una manera velada de hablar de los esclavos en una época en la que no era necesario usar ese recurso en el cine.

Gran parte de la gente asocia Star Wars con la ciencia ficción, pero ¿es cierta esta categorización? Star Wars comienza con una forma típica del cuento de hadas: Hace mucho tiempo, en una lejana galaxia... El ambiente y la sociedad, a pesar de contar con elementos relacionados con la ciencia ficción (los viajes espaciales, las naves interestelares, los robots, las armas láser) tiende a ser arcaica. Si cambiásemos los elementos tecnológicos avanzados por otros más primitivos, sería mucho más evidente el anclaje de la historia en el pasado y su fuerte conexión con los relatos míticos o fantasía. Además, resulta inevitable establecer una analogía, salvando distancias, entre el combate de Ben Kenobi con Darth Vader y el de Gandalf con el Balrog de Moria, de El señor de los Anillos. La historia no es muy elaborada y podemos percibir en ella la influencia de los viejos seriales de cine; quizás no fue más que la puesta al día de una vieja forma que muchos habían olvidado y que otros no conocieron. Sea como fuere, lo cierto es que ese filme tenía el sabor adecuado para el paladar del año 1977 y fue todo un éxito a pesar de los grandes temores de George Lucas.

  

                   

                   

Eugene Wesley Roddenberry (1921-1991), creador, director y productor mundialmente conocido por sus series de ciencia ficción, especialmente por la de «Star Trek».

  

Un aspecto que fue de mucho peso para la aceptación de este filme fue la banda sonora creada por John Williams, muy querido en Venezuela por ser el autor de los temas de legendarias series de televisión como Perdidos en el espacio o Tierra de Gigantes. Tan grande fue el éxito que una película autoconclusiva fue convertida en una trilogía, y, posteriormente, en un imperio económico. Mucho tiempo después, Lucas decidió hacer una nueva trilogía que sirviese de precuela y sumó algunos millones más a su cuenta bancaria para después vender su creación al emporio Disney. Y así, en diciembre de 2015, fue estrenada Star Wars: Episodio VII. El despertar de la Fuerza (titulada originalmente: Star Wars: Episode VII. The Force Awakens), dirigida por J. J. Abrams, primera entrega de la tercera trilogía, ahora bajo la égida del imperio Disney (no emitiremos valoración alguna sobre este filme). La película cumplió con su cometido: movilizó masas y dólares, pero las críticas que recibió no fueron muy positivas en su meyor parte. Sin embargo, no debemos olvidar que la nostalgia es una fuerza muy poderosa, tan grande es que puede hacer que disfrutemos el vaciado voluntario de nuestros bolsillos.

Ahora bien, ¿qué tipo de evasión promueve Star War? Consideramos que es una de tipo negativa, porque el mundo que nos muestra es un ‘pasado tecnologizado’, esto es, que a un pasado conocido y ya recubierto de polvo le agrega algunos artilugios tecnológicos para darle un brillo del que carece por méritos propios. Es la premisa: más vale malo conocido que bueno por conocer. Esta vez, la catapulta nos impulsa hacia atrás.

  

  

EPISODIO V

  

«Hay otros mundos pero están en éste.»

PAUL ÉLUARD

  

Llegamos al quinto acto y damos por terminado el drama. Concluimos algunas cosas como:

a) Que dos de las más grandes franquicias no son más que remozamientos de la mitología wéstern y que nuestra emoción sigue siendo impulsada por antiquísimos artilugios que continúan funcionado todavía en esta era digital sin darnos cuenta.

b) Que la evasión de ciencia ficción puede abrirnos puertas hacia el pasado y el futuro, aunque esas puertas tengan sus goznes en nuestro presente.

Para cerrar, podemos decir, simplemente, que Star Trek y Star Wars solo son diferentes soluciones a las incógnitas que parten de nuestro presente y unas buenas formas de divertirse. Quedará reservado para ustedes, amables lectores, evaluar este escrito y sopesar las afirmaciones que en él se vierten, sin olvidar que no hay nada más humano que huir de la visión de nuestro propio corazón.

 

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NOTA

  

*En el palacio imperial de la antigua china se usaban palitos chinos de plata para detectar los alimentos envenenados.

  
                                       

George Walton Lucas, Jr. (1944), creador de las sagas fílmicas de «Star Wars» e «Indiana Jones».

  

  

  

  

  

  

  

Richard Montenegro Caricote (Venezuela) es escritor y crítico literario. Ha formado parte de plantilla de redacción de las revistas de creación literaria Nostromo y Ojos de perro azul, y de la revista universitaria de cultura Zona Tórrida, de la Universidad de Carabobo.

Es autor del libro 13 fábulas y otros relatos (Editorial El Perro y la Rana, 2007 y 2008), y coautor de Antología terrorista del Grupo Li Po (Editorial El Perro y la Rana, 2008) y de los ebooks de Mundos: Dos años de Ficción Científica (Portal Fición Científica, 2014) y Tres años caminando juntos (Portal Fición Científica, 2015).

Sus crónicas y relatos han aparecido en publicaciones periódicas venezolanas, como el semanario Tiempo Universitario (Universidad de Carabobo), las revistas Letra Inversa (diario Notitarde), El Venezolano, Diario de Guayana; en revistas electrónicas españolas como Alfa Eridiani, Valinor, Gibralfaro y otros portales o páginas webs, como la española Ficción Científica, la venezolano-argentina Escribarte y la colombiana Cosmocápsula. Colabora habitualmente en el blog del «Grupo Li P».

   

   

GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Publicación Trimestral. Edición no venal. Sección 11. Página 8. Año XVI. II Época. Número 95. Enero-Marzo 2017. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2017 Richard Montenegro Caricote. © Las imágenes, extraídas a través del buscador Google de diferentes sitios o digitalizadas expresamente por el autor, se usan exclusivamente como ilustraciones del texto, y los derechos pertenecen a su(s) creador(es). Diseño y maquetación: EdiBez. Depósito Legal MA-265-2010. © 2002-2017 Departamento de Didáctica de las Lenguas, las Artes y el Deporte. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga & Ediciones Digitales Bezmiliana. Calle Castillón, 3, Ático G. 29.730. Rincón de la Victoria (Málaga).

   

   

   

 

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