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FICHA ARTÍSTICO-TÉCNICA
Título en español:
Senderos de gloria
Título original:
Paths of Glory
Director:
Stanley Kubrick
Guion: Stanley
Kubrick, Calder Willingham y Jim Thompson, basado en
la novela de Humphrey Cobb Paths of Glory (1953).
Reparto: Kirk
Douglas, George Macready, Adolphe Menjou, Ralph
Meeker, Wayne Morris, Joe Turkel, Richard Anderson,
Timothy Carey, Peter Capell, Susanne Christian, Bert
Freed, Emile Meyer
Género: Bélico.
Drama
Música: Gerald
Fried
Fotografía:
Georg Krause
Año: 1957
Duración: 86
minutos
País: Estados
Unidos
Producción:
Bryna Productions / Metro-Goldwyn-Mayer (MGM) |
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SINOPSIS
Primera Guerra Mundial (1914-1918). En 1916,
en Francia, el general Boulard ordena la
conquista de la Colina de las Hormigas, una
inexpugnable posición defendida por los
alemanes, y encarga esa misión al ambicioso
general Mireau. El encargado de dirigir el
ataque será el coronel Dax. La toma de la
colina resulta un infernal fracaso, y el
regimiento francés se ve obligado a
emprender la retirada hacia las trincheras.
El alto mando militar, irritado por la
derrota, decide imponer al regimiento un
terrible castigo ejemplar que sirva de
escarmiento a los demás soldados. |
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CRÍTICA
En la nota informativa que apareció en la
editorial Nevular, empresa editora que publicó
en España la novela de Senderos de Gloria,
de Humphrey Cobb (1899-1944), se recoge un
despacho dirigido al diario The New York
Times, edición del 3 de julio de 1934, en el
que se da la noticia de que cinco soldados
imputados de cobardía frente al enemigo, durante
el periodo bélico de la Primera Guerra Mundial,
habían sido absueltos por el tribunal que los
había juzgado en consejo de guerra.
Humphrey Cobb, guionista y novelista
canadiense-estadounidense nacido en Italia,
había escrito Senderos de gloria (Paths of
Glory) en 1935, a partir de sus vivencias en
el frente durante la Primera Guerra Mundial.
Stanley Kubrick leyó la novela cuando era muy
joven y sintió el deseo de llevarla al cine, por
ser uno de esos capítulos negros que se dan en
algunas esferas de la sociedad, especialmente
las que están relacionadas con ese mundo
intrincado y hermético del ámbito castrense y
militar.
En la mayoría de los casos, ese mundo permanece
en el más absoluto secreto porque las altas
esferas del poder no quieren dar a conocer los
turbios entresijos que se dirimen en la parcela
de lo militar. En esta película, Stanley Kubrick
desmenuza esos manejos e intrigas que pululan en
este campo y las consecuencias que siempre
recaen sobre sus peones, la tropa, los soldados.
Prácticas sinuosas que pueden darse en cualquier
otra organización social, pero que en el
contexto militar se tiende a mantener en
secreto, a hacer imposible su conocimiento.
Senderos de gloria
forma parte de aquellas obras de Kubrick que se
incluyen dentro del periodo que patrocinó Bryna
Productions, la productora de Kirk Douglas,
quien, por ese entonces, empezaba ya a aparecer
como productor. Douglas siempre se consideró que
era lo suficiente liberal como para mantener un
tono dialogante a pesar de su carácter férreo.
Por ello que sus primeras películas, Atraco
perfecto (1956), Senderos de gloria
(1957) y Espartaco (1960), se presenten
ante mí entre las grandes obras de Kubrick, ya
que, a partir del rodaje 2001, una odisea del
espacio, de 1968, Kubrick se estiliza mucho
más, dentro de la problemática y la dificultad
que él mismo consideraba que llevaban sus
películas.
El guion corrió a cargo de Jim Thompson, un gran
autor de novela negra, que contó con la ayuda de
Calder Willingham, buen conocedor del género,
que ya había colaborado con Kirk Douglas en la
realización de otras películas de su productora,
también junto a Kubrick.
Douglas mantuvo algunas discrepancias con
Kubrick durante el rodaje de la película a
consecuencia de algunas modificaciones que el
director se había permitido introducir sin
haberle consultado previamente. Especialmente
destacable en la relacionada con el desenlace,
que en nada no agradó al productor, que lo
consideró insustancial, trivial y manido, muy al
estilo de las películas del momento. Douglas
descartó el cambio y volvió al desenlace
propuesto en la novela, que es el que
actualmente aparece en la película, un excelente
final.
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El
coronel Dax, por su parte, va supervisando el aspecto, el ánimo y la predisposición al combate de aquellos sufridos soldados, en quienes procura no infundirles ánimos, pero también procura no reprender ni hostigar a nadie; sólo observa a los soldados agotados en su mayoría y la penosa situación en que se encuentran. |
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Cabe añadir en este aspecto que, a pesar de las
múltiples colaboraciones que hubo entre ellos,
no fueron pocas sus discrepancias y disparidad
de criterios, hasta el punto de que Douglas
llegó a decir de Kubrick en una ocasión que “era
un mierda con mucho talento”.
Para comprender el carácter de Kirk Douglas,
puede servirnos la producción de Espartaco.
La película empezó a rodarla Anthony Mann, pero
pronto se hizo evidente la falta de
entendimiento entre director y productor. Las
continuas diatribas entre ambos concluyeron con
la disolución del contrato. Kirk Douglas acudió
entonces a Stanley Kubrick, a quien ya conocía
de antes, para encomendarle la realización de la
película. Douglas sabía de la juventud del
director y ello iba a permitirle imponer ciertas
condiciones.
A partir de 2001, una odisea del espacio,
Kubrick inicia un periodo personalista: quiere
ver su huella en sus películas, va a rodar a su
estilo, quiere hacer evidente su forma personal
de enfocar las historias que adapta: va, en
definitiva, a tomar conciencia de la necesidad
de orientar su obra a la perfección, todo lo
cual convierte a Kubrick en un director singular
a quien los espectadores van a tener que
interpretar los supuestos filosóficos,
explícitos o sobreentendidos, que se verán
implicados en sus películas. Todo ello hace que
cualquiera de sus películas, a partir de la
indicada, no sea fácil de ser asumida por el
gran público. Kubrick ha pasado a ser un autor
de cine.
Hay que tener en cuenta el reconocimiento que
Kubrick ha tenido entre algunos directores de
Hollywood. Así, por ejemplo, Steven Spielberg
hace una alabanza del final que había ideado
para Senderos de gloria, añadido que no
aparece en la novela. El autor de Encuentros
en la tercera fase (1977) se refiere a la
escena en que canta Susanne Christian ante de
los soldados, de la que haremos mención más
adelante. Válido también como ejemplo es Orson
Welles, que, al ser preguntado en una entrevista
para la revista Film Ideal que cuál era
su director joven preferido, él contestó que
Stanley Kubrick.
El nombre de Senderos de gloria que
recoge la novela y que Kubrick traslada a su
película, fue tomado de una de las estrofas de
un poema de Thomas Gray (1716-1771), que, al
final, dice así: «Los senderos de gloria no
conducen sino a la tumba». Es la forma
antagónica de entender el valor y el heroísmo
que exige en muchas ocasiones —por no decir en
todas—, el logro de una gesta gloriosa. La
orientación antimilitarista y antibelicista de
la película se presume incluso en su título.
Stanley Kubrick deja constancia de lo referido
en una conversación que mantienen el general
Broulard (Adolphe Menjou) y el coronel Dax (Kirk
Douglas), cuando aquel acentúa el valor y el
patriotismo y el coronel Dax le replica que no
todo el mundo piensa así. Al serle requerido el
nombre de una persona que se pronunciara en esos
términos, el coronel contesta sin vacilación que
Samuel Johnson, quien dijo que «El patriotismo
es el último refugio de los canallas».
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En
su recorrido por el interior de las trincheras,
Kubrick filma con la cámara de frente logrando unas secuencias muy ilustrativas de cómo viven los soldados en aquellos sinuosos vericuetos,
enseñándonos las calamitosas circunstancias en que se hallan aquellos hombres: sucios, desaseados, comidos por los piojos, con los uniformes raídos, todos llenos de barro hasta la cintura. |
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El relato de la novela de Humphrey Cobb describe
una actuación real —el filme, pues, está basado
en un hecho realmente acontecido— que tuvo lugar
durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918),
en el que las altas estancias militares, en un
ejercicio de ineptitud y orgullo tan lamentable
como irracional, para afrontar eficazmente una
problemática de la soldadesca, optan por llevar
a efecto un escarmiento colectivo radical, con
la finalidad última de evidenciar ante la tropa
que en una batalla no hay lugar para el
retroceso ante el enemigo ni la imposibilidad de
alcanzar el objetivo de un plan de ataque
prefijado por el mando, por innumerables que
fuesen las alambradas enemigas, por bien
defendidas que estas estuviesen o por muchas que
fuesen las dificultades que presentaran la
sinuosa orografía del campo batalla o las
inclemencias del tiempo, aunque ello supusiese
la pérdida de la mitad de los efectivos y la
otra mitad considerase la retirada como única
salida para salvar la vida.
Cobb recoge esa situación militar límite y la
retrata perfectamente en su novela, y la
película se hace eco de la sinrazón de un mando,
obcecado en la aplicación de una medida tan
cruenta como equivocada en la resolución del
conflicto planteado por una realidad
disciplinaria, hasta el punto de haber dejado su
impronta en la historia militar.
Lógicamente, la película condensa el tiempo de
la novela para no alargar lo que imagen y
palabra pueden sintetizar. Me recuerda la
reducción de tiempo que Clint Eastwood hace en
Mystec River (2003) en el pasaje de los
niños, que, en la novela se extiende a lo largo
de cien páginas y que, en la película, Eastwood
lo despliega en tan sólo 10 minutos.
En Senderos de gloria se explaya Cobb en
hacernos sentir el cansancio y las penalidades
del Ejército francés en un ataque suicida contra
las posiciones alemanas en la Colina de las
Hormigas, sufrimiento humano que se palpa en la
lectura, pero que en la película se ve
condensado en los movimientos de trávelin por
las trincheras, efectos que nos trasladan del
interés de una buena novela a la estupenda
factura de una película.
Hay escenas en la película que recogen los
diálogos que aparecen en la novela, entre los
que están las interrogaciones que tienen lugar
en el juicio, las conversaciones entre los
generales, las de estos con el coronel Dax. La
película recoge ya el estilo, los encuadres y
perspectivas fílmicas del autor.
En su primer encuentro, el general Broulard le
comunica al general Mireau la orden de tomar la
colina, y este último, a pesar de ser inferior
en rango, se manifiesta tajantemente contrario a
la ejecución de tal orden, alegando la
imposibilidad de su cumplimiento, además del
enorme coste de hombres que iba a suponer. En un
intento por disuadirlo, el general Broulard le
confiesa que su ascenso ha sido ya tramitado, y
que tal empresa va a suponer honor y gloria para
él y las tropas a su mando.
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En
Senderos de gloria se explaya Cobb en hacernos sentir el cansancio y las penalidades del Ejército francés en un ataque suicida contra las posiciones alemanas en la
Colina de las Hormigas, sufrimiento humano que se palpa en la lectura
y que en la película se ve condensado en los movimientos de trávelin por las trincheras. |
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La fuerza disuasoria del general Broulard es
implacable en este caso y surte efecto, y, desde
ese momento, el general Mireau cambia de
criterio y ve realizable y viable el ataque. El
asalto a la colina se lleva a efecto, pero
resulta un rotundo fracaso, que el Estado Mayor
justifica por una cobarde actuación de la tropa
ante el fuego enemigo, lo que obliga a buscar,
de forma inmediata, a los responsables. Un
escarmiento ejemplar es necesario e inevitable.
Las palabras del general Mireau son una
premonición de lo que va a ocurrirles a quienes
sean hallados culpables de cobardía: «Si no se
han enfrentado a las balas alemanas, se
enfrentarán a las francesas».
El escarmiento ejemplar se hacía necesario. Y
así, tres soldados (en la realidad, cinco)
fueron elegidos al azar para ser sometidos al
dictamen de un consejo de guerra, que los
procesaría con el cargo de “cobardía ante el
enemigo”. Ni que decir tiene que los mandos
recibieron de la máxima autoridad militar el
reconocimiento por el sacrificio y la valentía
demostrados en tal adversa circunstancia. Esa
fue la realidad del suceso y lo que quedó
escrito para la historia.
A tenor de lo expuesto, nos encontramos con una
película antimilitarista y antibélica. Lo
primero, porque entra en juego el ascenso en el
escalafón militar, el reparto de honores y
destinos, las órdenes incuestionables y esa
especie de conspiración que se apalabra entre
los componentes del generalato; y lo segundo,
porque se introduce el tema bélico con el
elemento más desprotegido del ejército, la
tropa, que es, en definitiva, la que asalta la
colina, sostiene con sus muertos el cumplimiento
de una orden equivocada y la que, ante el
fracaso, será responsable del desastre.
La película desarrolla la trama de forma
unitaria, pero trata por separado ambos
conceptos, lo antibélico y lo antimilitarista:
el primero lo concreta en el asalto a la Colina
de las Hormigas, y el segundo queda reflejado en
las discusiones que tienen lugar entre los
generales y el coronel Dax, así como en la
perfecta realización del proceso y las opuestas
actuaciones de los intervinientes en el mismo:
alegatos contradictorios entre los oficiales, el
presidente y fiscal, chocando frontalmente el
coronel, las orden que hay que cumplir y la
imperiosa necesidad de impartir justicia. Esa
escala de valores es la que motiva decisiones
que apuntan a imponer órdenes en las que, en
opinión de los generales Broulard y Mireau,
prima más la conquista de un objetivo que la
vida de los soldados.
La veleidad, la inconsistencia y la sinrazón de
la sentencia que dictamina el tribunal que
conforma el consejo de guerra contra los tres
acusados podemos hallarlas en las palabras de la
presidencia del tribunal, que llega a decir «No
se les juzga por su valor pasado, sino por su
cobardía en el presente».
Para imponer una sanción ejemplar y justificar
una derrota, es terrible escoger hombres al azar
para ser juzgados por cobardía ante el enemigo.
La celebración del consejo de guerra pone en
evidencia la imparcialidad del juicio, porque el
coronel Dax y los tres acusados (el cabo Philip
Pares y los soldados Maurice Ferol y Pierre
Arnaud) no tienen posibilidad alguna de defensa
contra un tribunal que de antemano tiene ya
prevista la sentencia.
En el recorrido por el interior de las
trincheras, Kubrick filma con la cámara de
frente logrando unas secuencias muy ilustrativas
de cómo viven los soldados en aquellos sinuosos
vericuetos; así, nos enseña las calamitosas
circunstancias en que se hallan aquellos
hombres: sucios, desaseados, comidos por los
piojos, con los uniformes raídos, todos llenos
de barro hasta la cintura, y pone también de
manifiesto los distintos caracteres que
diferencian al general Mireau del coronel Dax,
así como las formas opuestas que practican ambos
en su trato con la tropa.
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El cabo Philip Pares (Ralph Meeker) y los soldados
Maurice Ferol (Timothy Carey) y
Pierre Arnaud (Joe Turkel)
han sido los tres soldados sobre los que
va a caer el peso de la sentencia del
consejo de guerra por cobardía ante el enemigo. |
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Por un lado, el general Mireau intenta revivir
el valor en los soldados, animándolos, hasta que
topa con uno que, como le informa el sargento,
adolece de algún desequilibrio psíquico, pero al
que el general no deja de hostigar hasta que
sufre una crisis nerviosa severa y a gritos pide
que se lo lleven por cobarde, pero que se lo
lleven y lo encierren. El coronel Dax, por su
parte, va supervisando el aspecto, el ánimo y la
predisposición al combate de aquellos sufridos
soldados, en quienes procura no infundirles
ánimos, pero también procura no reprender ni
hostigar a nadie; sólo observa a los soldados
agotados en su mayoría y la penosa situación en
que se encuentran.
La secuencia final, que se encuentra únicamente
en la película por tratarse de una iniciativa
novedosa de Kubrick, presenta a los soldados
tomando unas copas, cuando una muchacha (Susanne
Chistian) va a interpretar una canción, el
Húsar fiel. La joven se halla sobrecogida
por la timidez, como asustada ante el murmullo
ambiental, sin la soltura de una actriz con
tablas. Por el contrario, el ánimo que reina
entre aquellos soldados es de jolgorio y
alegría; muchos alzan sus vasos, todos beben y
hablan en voz alta, como si no hubiese ocurrido
nada en las horas precedentes. Pero, a partir
del momento en que la muchacha deja salir de su
boca las primeras notas, el efecto que la
melodía causa entre aquellos hombres es
estremecedor. El alborozo que domina el ambiente
se llena de un aire melancólico, nostálgico y
triste, como si de pronto un espasmo evocador de
lo sucedido se hubiese apoderado de su ánimo aún
sangrante. La letra que acompaña a aquellos
acordes se ha impuesto victoriosa sobre el
bullicio, y la algarabía ha enmudecido. Puede
que la canción también traiga a la mente del
espectador aquella frase del sargento sobre la
muerte con que infundió valor a uno de los
acusados: «Vamos levántate, sé un hombre, ¿qué
van a pensar? Además, puede que yo mismo esté
muerto mañana». Esta secuencia es, en fin, una
fenomenal muestra de cómo concibe Kubrick el
arte cinematográfico.
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Es impresionante el realismo que exhibe
Kubrick en el fusilamiento
soldados que han sido hallados culpables
por el consejo de guerra que los ha
juzgado. |
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Para culminar este comentario, cabe decir que de
las películas que desarrollan su trama en el
contexto bélico de la Primera Guerra Mundial,
siempre nos acordaremos de Sin novedad en el
frente (1930), de Lewis Milestone, en la que
han podido basarse otras muchas obras
posteriores. Pero siempre quedará para el
recuerdo Senderos de gloria, por tratar
en los tiempos dolidos de la posguerra un tema
tan delicado, hasta el punto de haberle dado
motivos al censor para que no se presentara en
España hasta 1986, si bien su proyección se vio
prohibida en otros países, como es el caso de
Francia. |
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Carlos
Guillermo Navarro
nace en Utrera (Sevilla) y fallece en Málaga en 2023. Licenciado en
Derecho por la Universidad de Sevilla en 1966, ingresa por oposición
como técnico jurista en el Ayuntamiento de Málaga en 1970. Después de
pasar por varias secciones, asume el cargo jefe del Área de Cultura del
Consistorio malacitano, que desempeñará hasta principios de 1980.
Las
actividades culturales que se organizaban en Málaga, limitadas hasta
entonces a un escaso número de eventos de ámbito nacional, experimentan
un notable incremento a partir de la década los setenta. Así, bajo su
iniciativa se ponen en marcha eventos tan importante para Málaga como la
Muestra de Cine, el Festival Internacional de Teatro y el Festival de
Jazz, y se llevan a cabo números conciertos de música, ciclos de
conferencias y exposiciones culturales de diversa índole.
En 1971
funda el grupo de teatro “Cascao”, primer grupo independiente surgido en
Málaga, que permanece activo hasta 1978 y con el que pondrá en escena
las tres obras teatrales de su autoría.
En 1998
se incorpora a la junta directiva del Ateneo de Málaga, de la que
todavía forma parte. A lo largo de los 10 años, se encarga, como vocal
de Cine, de la organización del Cine Fórum de la ciudad, que compagina
con la organización del Cine Fórum de Fuengirola. Por estos años, es
elegido miembro del jurado del Festival de Cine Fantástico que organiza
la Universidad de Málaga; es miembro del Jurado de la Novela de Terror y
entra a formar parte del jurado que concede los Premios Cinematográficos
de Cortos en la Muestra de Cine de Málaga.
Es
autor de las obras de teatro El Juglar y el Silencio (1972),
Yipi Yu, Yipi Yu, Yipi Yu (1976) y Érase una vez (1979), esta
última, un recorrido por la historia a través de los cuentos de hadas,
las tres representadas por el grupo de teatro “Cascao”, por él fundado.
A comienzos de 2008, la compañía de teatro italiana Punto In Movimento
estrena
Última
versión,
una adaptación teatral de su novela Por las rutas de los mares.
Entre
sus novelas publicadas cabe citar El toque de rebato (Málaga
Digital, 1999), Por las rutas de los mares (Ayped, 2002),
Apuntes de una crónica negra (Ayped, 2006), El paraíso de las
flores marchitas (Guadalturia, 2013), que resulta finalista en el XX
Premio de la Crítica de 2014, y El valle de los riscos (Guadalturia,
2017).
Es
autor de relatos, entre los que hay que mencionar sus Crónicas
Narradas, publicado en 1977, compilación libro de relatos que
recorren tres décadas (1960-70-80) de la sociedad española; el libro se
compone en esta primera edición de 10 narraciones en las que el autor
describe, con singular maestría, situaciones, personajes y sentires de
una época, reflejando la miseria, la soledad y la amargura de la
posguerra española; un ejercicio, en fin, de libertad individual, en el
que el autor, a modo de un ajuste de cuentas metafórico con el tiempo
que le tocó vivir, pone en juego su derecho a opinar de manera crítica y
personal. Una nueva edición de este volumen aparece en 2009, publicado
por El Ateneo de Málaga, en su colección Laberinto, en la que se amplía
en 3 más su su número de relatos. Ya en 2019, vuelve a editarse,
ampliándose de nuevo la compilación con otros 3 relatos, dando un
conjunto de 16.
Es
miembro de la ACE (Asociación Colegiada de Escritores). Colabora en
revistas y en centros de profesores de la Universidad e Institutos.
Actualmente, está frente del Cine Fórum que organiza ASPROJUMA
(Asociación de Profesores Jubilados de la Universidad de Málaga). |
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GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Publicación Trimestral.
Edición no venal. Sección
11. Página 16. Año XXII. II Época. Número
116. Julio-Septiembre 2023. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2023
Carlos Guillermo Navarro. © Las imágenes se corresponden con diversos fotogramas de la película que se comenta, se utilizan exclusivamente como ilustraciones de la misma y han sido tomadas, a través del buscador Google, de la crítica que el "Diario Vasco"
(diariovasco) ofrece a los lectores en su blog. Cualquier derecho de autor que pudiese concurrir sobre la mismas corresponde a su(s) creador(es).
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