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FICHA ARTÍSTICO-TÉCNICA
Título original: The Great Dictator
Dirección: Charles Chaplin
Guion: Charles Chaplin
Reparto: Charles Chaplin (el barbero judío /
Adenoid Hinkel,
dictador de Tomania). Paulette Goddard (Hannah).
Jack Oakie (Benzino Napaloni, dictador de Bacteria).
Reginald Gadiner (Schultz). Henry Daniell (Garbitsch).
Billy Gilbert (Herring). Maurice Moscovich (señor
Jaeckel). Emma Dunn (señora Jaeckel). Bernard Gorcey
(señor Mann)
Música: Charles Chaplin & Meredith Willson
Fotografía: Roland Totheroh, Karl Struss (B&W)
Año: 1940
Duración: 128 min.
País: Estados Unidos
Compañías: United Artists
Género: Comedia. Sátira. Nazismo. II Guerra Mundial |
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SINOPSIS
La historia comienza cuando un judío barbero
y de condición humilde regresa a casa
después de haber combatido en las filas del
ejército de Tomania durante la Primera
Guerra Mundial años después de haber
concluido el conflicto. Todo ese tiempo
posbélico lo ha pasado recuperándose de las
heridas que sufrió a causa de un accidente
de avión, pero arrastra una amnesia severa a
consecuencia de la cual no recuerda
prácticamente nada de su vida pasada. Ya en
su tierra, le toca vivir con el cambio de
situación política que ha sufrido el país,
en el que Adenoid Hynkel, un dictador
fascista, cruel y racista, ha logrado
hacerse con el poder y ha iniciado una
despiadada persecución de la población de
raza judía, a la que considera responsable
de la situación de crisis económica y social
que vive el país. Por ese tiempo, Hynkel y
unos aliados suyos han empezado a preparar
una ofensiva militar orientada a la
conquista de todo el mundo. |
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RECONOCIMIENTOS
La película fue bien recibida por el público
en general y tuvo buena crítica en los
medios de comunicación; así, el Círculo de
Críticos de Nueva York y la Asociación de
Críticos Norteamericanos distinguieron a
Charles Chaplin como Mejor Actor de 1940, y
la National Board of Review incluyó El
gran dictador entre las 10 mejores
películas del año. No fue menos la Academia
de Artes y Ciencias Cinematográficas, que,
en la 13.ª Edición de los
Oscar (1941),
reconoció el bien hacer de
Chaplin en esta película con 5 nominaciones:
Mejor Película, Mejor Actor Principal
(Charles Chaplin), Mejor Actor de Reparto
(Jack Oakie), Mejor Guion Original (Charles
Chaplin) y Mejor Banda Sonora (Meredith
Willson), si bien las películas que
concurrieron ese año le arrebataron todas
las candidaturas. |
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CRÍTICA
Hay múltiples formas de tratar el tema bélico;
no obstante, dos son las películas que reclaman
mi atención, ambas enfocadas desde dos puntos de
vista diferentes, sin que desmerezcan otras
muchas que pueden estar en la mente de gran
número de espectadores.
La primera es La gran guerra, película
rodada en 1959 por Mario Monicelli, que se
centra en una historia trágico-cómica que abarca
la guerra desde un estudio general y donde el
soldado raso no sabe la razón por la que está en
la contienda. Es una comedia a la italiana que,
como las españolas, también han dado sus frutos.
La segunda es El gran dictador, una obra
que se rueda en 1940, al tiempo que se declara
la segunda gran guerra y que tiene por finalidad
mostrarnos a los dictadores como conquistadores
ansiosos de anexionarse otros dominios, y a sus
víctimas a involucrarse en una contienda en la
que mueren miles de personas. Es una visión
sarcástica de ese tipo de mandatarios.
Hay una situación igualmente distante en la
realización de ambos films. En el primero, los
personajes se mueven dentro de la naturalidad de
las formas, la comedia surge por unos hombres
inmersos en la cotidianidad de la guerra, unos
envalentonados por orgullo personal y otros
asustados por su propia condición humana. La
segunda se desarrolla dentro de la mímica, las
expresiones y los gestos, a veces distorsionados
de estos personajes, y creados por uno de los
más grandes ideólogos y cineastas que ha dado el
cine, donde la palabra se acentúa
considerablemente por la llegada del sonoro.
De aquí que la apariencia y subterránea
exposición sea la puesta en escena del primer
film, mientras que la exposición directa de la
palabra junto a la mímica del cine mudo alcanza
su desarrollo en el segundo. Basta para ello
señalar la magnífica escena del barbero
afeitando al compás de la “Danza húngara N.º 5”
de Brahms, o el episodio de “O César o Nada”
utilizando un globo para explicar la aspiración
de apoderarse del mundo por Hinkel. Pero por
encima de todo, es el enfoque de la libertad y
la democracia contra las dictaduras. |
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Adenoid
Hinkel, el dueño y señor de
Tomania, entregado a uno de esos
interminables discursos tan propios de
los extremistas políticos. Chaplin
parodiaría a Adolf Hitler,
pronunciando sus discursos en un
idioma macarrónico, formando largas
retahílas de frases que imitan las
características fonéticas y léxicas del
alemán, pero sin sentido alguno. |
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Cualquiera que escuche el párrafo final de la
película, en defensa de la libertad y en la
lucha contra la opresión, sabrá de inmediato qué
bando tomar. La mímica y la palabra se engarzan
perfectamente en esta película. Ya sea la escena
del proyectil persiguiendo al protagonista, la
danza húngara mientras rasura la barba de un
cliente, o la escena del globo y Hinkel soñando
con anexionarse el mundo entero; frente a las
palabras que salen directamente en el discurso
que Chaplin pronuncia arengando a los soldados,
o el momento poético final donde Jana, tirada
sobre la tierra, escucha la voz lejana que le
habla.
Chaplin desdobla su personalidad en la última
escena, en la que Hitler es sustituido por el
barbero, un judío del gueto al que se le
confunde con el dictador, y pronuncia un
discurso que ha quedado en la historia del
cine.
En el estreno de El gran dictador se le
gritaba “judío” en tono despectivo, y el
exclamó: «No es necesario ser judío para ser
antinazi». Sépase que la única persona de
nacionalidad judía que participaba en la
película era Paulette Goddard.
La denuncia de Charles Chaplin de lo que estaba
ocurriendo en Europa hizo que fuera requerido
por el fiscal general del Estado para ser
interrogado. Viajaba a Londres para presentar
Candilejas (1952), y, visto que el fiscal le
había retirado el visado de retorno para entrar
en América cuando iba en el Queen Elizabeth por
no hacer caso previo a su requerimiento, optó
por exiliarse. Lo cierto es que uno de los
autores más lúcidos, defensores de la libertad y
de su propio americanismo, tuvo que marcharse y
no retornar a América.
Lástima que aquellos que promovieron tal
descalabro y nos impidieron seguir viendo sus
posibles películas, no estuvieran a la altura de
las circunstancias. No obstante, en 1957,
realizó otra película en Londres, Un rey en
Nueva York, una crítica dura contra la
política investigadora del Comité de Actividades
Antiamericanas y el senador Joseph McCarthy.
Probamente nos perdimos otras muchas películas
que no llegó a realizar. |
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Adenoid Hynkel, dictador de
Tomania, juguetea con un globo
terráqueo en una de las escenas más
conocidas de la película. El simbolismo
del juego con esa esfera resulta más que evidente. |
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En sus últimos tiempos, Chaplin realiza en
Londres su última película, La condesa de
Hong Kong (1967), una coproducción de su
firma y una productora americana. Sofía Loren
encarnó el papel de Natascha, con guion, música
y dirección del propio Chaplin. Posteriormente,
recibió el Oscar a toda su carrera, que motivó
un aplauso de 10 minutos en el acto de entrega
de la Academia.
Para conocimiento de estos acontecimientos,
reproduciré una referencia que hace Javier Coma
en su libro Diccionario de la Caza de brujas.
Las listas negras en Hollywood, publicado
por Inédita Editores en 2005, donde especifica
entre otras cosas lo siguiente:
«…adquirió imagen de filo comunista con sus
obras en torno a Luces de la ciudad,
Tiempos modernos y El gran dictador.
El 14 de abril de 1947, tras el estreno
neoyorquino, tres días antes de su corrosivo
film Monsieur Verdoux, celebró una rueda de
prensa, en el transcurso de la cual un
representante de la organización Catholic War
Veterans le asedió con preguntas sobre sus
inclinaciones ideológicas y exhibió sospechas
acerca de su postura política, por no decir
reproches ni acusaciones…».
«Los ataques contra Chaplin, investigado por el
FBI y el HUAC, proliferaron, y el hecho de que
aquel nunca hubiese renunciado a la ciudadanía
británica pese a residir en América se convirtió
en algo sumamente peligroso». |
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Otros personajes que aparecen en el
filme vinculados con la historia nazi
son
Benzino Napaloni (Mussolini)
y Garbitsch (Goebbels).
Aparece también un personaje llamado Shcultz,
quien en un comienzo apoya al dictador
de Tomania. |
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A pesar de esa persecución de él y su obra,
Charles Chaplin siempre se consideró un buen
americano y un gran liberal.
Y ya, por último, sólo unas precisiones más:
El gran dictador es la primera película de
Chaplin enteramente sonora que se estrenó en
España en 1976, una vez muerto Franco, pero que
queda como la obra inolvidable de unos de los
genios y autores más extraordinarios del Séptimo
Arte.
Respecto a El gran dictador, considero
muy oportuno citar las palabras que pronunció el
propio Chaplin en relación con lo que
consideraba su concepto moral. Dijo:
«Si hubiese tenido conocimiento de los horrores
de los campos de concentración alemanes no
habría podido rodar El gran dictador; no
habría podido burlarme de la demencia homicida
de los nazis. No obstante, estaba decidido a
ridiculizar su absurda mística en relación con
una raza de sangre pura».
Y ya, por último, sean las palabras del gran
crítico Javier Pradera, quien dé fin a esta
reseña de una obra maestra de Charles Chaplin:
«La película es una sátira feroz del nazismo, un
cruel daguerrotipo de Adolf Hitler y de Benito
Mussolini, una crítica ridiculizadora de la
mística fascista, una conmovedora reivindicación
de la libertad, igualdad y la democracia. Los
discursos inarticulados de Chaplin como Hinkel
son una genial imitación cómica de las arengas
hitlerianas en Nüremberg, Munich o Berlín». |
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Carlos
Guillermo Navarro
nace en Utrera (Sevilla) y fallece en Málaga en 2023. Licenciado en
Derecho por la Universidad de Sevilla en 1966, ingresa por oposición
como técnico jurista en el Ayuntamiento de Málaga en 1970. Después de
pasar por varias secciones, asume el cargo jefe del Área de Cultura del
Consistorio malacitano, que desempeñará hasta principios de 1980.
Las
actividades culturales que se organizaban en Málaga, limitadas hasta
entonces a un escaso número de eventos de ámbito nacional, experimentan
un notable incremento a partir de la década los setenta. Así, bajo su
iniciativa se ponen en marcha eventos tan importante para Málaga como la
Muestra de Cine, el Festival Internacional de Teatro y el Festival de
Jazz, y se llevan a cabo números conciertos de música, ciclos de
conferencias y exposiciones culturales de diversa índole.
En 1971
funda el grupo de teatro “Cascao”, primer grupo independiente surgido en
Málaga, que permanece activo hasta 1978 y con el que pondrá en escena
las tres obras teatrales de su autoría.
En 1998
se incorpora a la junta directiva del Ateneo de Málaga, de la que
todavía forma parte. A lo largo de los 10 años, se encarga, como vocal
de Cine, de la organización del Cine Fórum de la ciudad, que compagina
con la organización del Cine Fórum de Fuengirola. Por estos años, es
elegido miembro del jurado del Festival de Cine Fantástico que organiza
la Universidad de Málaga; es miembro del Jurado de la Novela de Terror y
entra a formar parte del jurado que concede los Premios Cinematográficos
de Cortos en la Muestra de Cine de Málaga.
Es
autor de las obras de teatro El Juglar y el Silencio (1972),
Yipi Yu, Yipi Yu, Yipi Yu (1976) y Érase una vez (1979), esta
última, un recorrido por la historia a través de los cuentos de hadas,
las tres representadas por el grupo de teatro “Cascao”, por él fundado.
A comienzos de 2008, la compañía de teatro italiana Punto In Movimento
estrena
Última
versión,
una adaptación teatral de su novela Por las rutas de los mares.
Entre
sus novelas publicadas cabe citar El toque de rebato (Málaga
Digital, 1999), Por las rutas de los mares (Ayped, 2002),
Apuntes de una crónica negra (Ayped, 2006), El paraíso de las
flores marchitas (Guadalturia, 2013), que resulta finalista en el XX
Premio de la Crítica de 2014, y El valle de los riscos (Guadalturia,
2017).
Es
autor de relatos, entre los que hay que mencionar sus Crónicas
Narradas, publicado en 1977, compilación libro de relatos que
recorren tres décadas (1960-70-80) de la sociedad española; el libro se
compone en esta primera edición de 10 narraciones en las que el autor
describe, con singular maestría, situaciones, personajes y sentires de
una época, reflejando la miseria, la soledad y la amargura de la
posguerra española; un ejercicio, en fin, de libertad individual, en el
que el autor, a modo de un ajuste de cuentas metafórico con el tiempo
que le tocó vivir, pone en juego su derecho a opinar de manera crítica y
personal. Una nueva edición de este volumen aparece en 2009, publicado
por El Ateneo de Málaga, en su colección Laberinto, en la que se amplía
en 3 más su su número de relatos. Ya en 2019, vuelve a editarse,
ampliándose de nuevo la compilación con otros 3 relatos, dando un
conjunto de 16.
Es
miembro de la ACE (Asociación Colegiada de Escritores). Colabora en
revistas y en centros de profesores de la Universidad e Institutos.
Actualmente, está frente del Cine Fórum que organiza ASPROJUMA
(Asociación de Profesores Jubilados de la Universidad de Málaga). |
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GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Publicación Trimestral.
Edición no venal. Sección
11. Página 16. Año XXII. II Época. Número
117. Octubre-Diciembre 2023. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2023
Carlos Guillermo Navarro. © Las imágenes se corresponden con diversos fotogramas de la película que se comenta, se utilizan exclusivamente como ilustraciones de la misma y han sido tomadas, a través del buscador Google,
de varias webs de crítica
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explícitamente propiedad intelectual
alguna sobre ellas. En todo caso, cualquier derecho de autor que pudiese concurrir sobre la mismas corresponde a su(s) creador(es).
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