oeta y
dramaturgo
nacido en
Tenerife y
afincado en
Cataluña,
Guimerà
escribe casi
toda su
producción
literaria en
catalán. Fue el único autor de teatro en lengua catalana del
siglo XIX
que alcanzó
mayor proyección
internacional
y sus obras fueron
traducidas a
varios
idiomas.
Aunque
canario de
origen,
Guimerà fue
un
enardecido
defensor de
los
movimientos
catalanes de
su época y
del
catalanismo
por encima
de todo. Su
obra
creativa
sirvió de
inspiración
a otros
muchos
autores de
otros
géneros,
como la
música o el
cine. Este
autor del
catalanismo
de finales
del siglo
XIX y
principios
del XX es
más conocido
por su
nombre
abreviado,
Ángel
Guimerà, y
numerosas
plazas y
calles de
toda España
llevan su
nombre,
aunque,
paradójicamente,
resulte un
gran
desconocido
para muchos.
De Tenerife
a Barcelona
Ángel Pío
Juan Rafael
Guimerà
Jorge nace
en Santa
Cruz de
Tenerife,
Archipiélago
Insular
Canario, el
6 de mayo de
1845. Su
casa natal
se
encontraba
en la calle
Canales,
calle que
actualmente
lleva su
nombre. Era
hijo de
padre
catalán,
Agustí
Guimerà i Fonts, y de
madre
canaria,
Margarita
Jorge
Castellano,
y fue
bautizado el
10 de mayo
de 1845 en
la Parroquia
Matriz de la
Concepción.
En 1853,
cuando
apenas
cuenta con ocho años de
edad, su
padre decide
trasladarse
con la
familia a El Vendrell
(Tarragona),
su ciudad
natal, y él se traslada con su tío a Barcelona a continuar la primera
etapa de su
educación.
En 1859,
ingresa en
el colegio
escolapio
de la Ronda
de Sant Antoni,
donde
destaca como
alumno
aventajado. Los veranos
los pasa con
sus padres
en El Vendrell.
|
|
|
|
|
Àngel Guimerà con 8 años. (Imagen tomada del libro "Guimerà", de Josep Miracle. AEDOS, Barcelona, 1958. |
|
|
El ambiente
familiar y
su condición
de
estudiante
le facilitan
bastante
relacionarse
con lo mejor
de la
cultura
barcelonesa.
Traba
amistad con
muchos
intelectuales
y frecuenta
tertulias y
otras
reuniones
culturales,
todo lo cual
hace que se
despierte en
él una
apasionada
atracción
por la
poesía. Es
por esta
época cuando
compone sus
primeros
poemas.
Guimerà y la
Renaixença
En
Barcelona
tiene
ocasión de
contactar
con el
movimiento
catalanista,
con el que
se
identifica
de
inmediato.
Pasa a
engrosar las
filas del
grupo ‘La Jove Catalunya’,
la primera
asociación
catalanista
que existió,
bajo cuyos
auspicios,
junto con
muchos
otros, el joven
Guimerà participa
activamente
en el
movimiento
político y
cultural que
propugnaba
la
instauración
de la
autonomía
catalana.
En 1870,
empieza a
colaborar en
la revista
La Gramalla,
en la que
publica
algunos
poemas
suyos, como
El rei i
el conseller.
En 1871, en
colaboración
con Francesc
Mateu y Pere
Aldavert,
funda la
revista
La
Renaixensa,
más tarde
convertida
en diario,
del que fue
director
durante tres
años y en él publicará la
mayoría de
sus primeras
poesías.
En 1872,
cuando
fallece el
padre, Guimerà se
instala
definitivamente
en
Barcelona,
si bien
continuará
visitando
con
frecuencia
la casa
solariega de
El Vendrell.
Por estas
fechas, ya
era un
conocido por
los hombres
de letras
catalanas
del momento.
En
1874 forma
parte del
grupo ‘Jove Catalunya’,
que fue la
primera
asociación
catalanista
que existió,
bajo cuyos
auspicios,
junto con
muchos
otros,
participa
activamente
en el
movimiento
político y
cultural que
propugnaba
la
instauración
de la
autonomía
catalana.
Comienza su
actividad
literaria
Su
popularidad
como
literato
crece por
momentos. Su
primer
reconocimiento
como poeta
tiene lugar
en los ‘Juegos Florales’ de 1775, en
los que consigue un accésit
por su poema
histórico
Indíbil y
Mandoni;
en la
edición del
año siguiente se
le concede la ‘Flor Natural’
(primer
premio del
certamen) por su poema
Cleopatra,
y en la de
1977 se le otorga la distinción de ‘Mestre
en Gai Saber’,
al concedérsele
la ‘Flor Natural’, la ‘Viola d’Or i Argent’ y la
la ‘Englatina d’Or’ por sus
poemas L’any mil, Romiatge y El darrer plany d’en
Claris, respectivamente.
|
|
|
|
Àngel Guimerà con Francesc Ubach y Jaume Ramon, en 1868. (Imagen tomada del libro "Guimerà", de Josep Miracle. AEDOS, Barcelona, 1958. |
|
|
|
Como autor
teatral,
Guimerà da
sus primeros
pasos en
1879 con la
pieza
Gal.la
Placídia,
tragedia
versificada
y arraigada
en la
tradición
del
romanticismo
histórico. A
esta obra va
a seguir
todo su
mejor
repertorio,
con obras
como
Judit de
Welp
(1883),
La Baldirona
(1892) y Mar i cel (1906), entre muchas otras, pero será
Terra baixa (1897), la pieza teatral que catapultará su nombre al universo del género dramático.
En 1882
ingresa en
el Centre
Català y se
integra en el grupo
político de
Valentí
Almirall.
En 1889, resulta
elegido presidente
de la Lliga
de Catalunya y se le
homenajea
con la
presidencia
de los
‘Juegos
Florales’ de
ese año.
En 1895
resulta
elegido
presidente del Ateneu de Barcelona, en cuya toma de posesión lee,
por primera
vez en la
historia de
la institución,
el discurso
inaugural en
catalán. En un libro
titulado
Cant a la
pátria,
que sería
publicado en
1906, se
recogen
todos los
discursos
políticos
que pronunció
por el país.
La cuestión
del Premio
Nobel
Además de
cultivar la
poesía,
Guimerà fue
uno de los
autores más
preclaros de
teatro de
la época, de
aquí que, en
1904, la
Academia
Sueca
previera
concederle
el Premio
Nobel de
literatura,
premio que
compartiría
con Frédéric
Mistral,
poeta
provenzal de
la época.
Con ello se
pretendía
premiar a
dos autores
paradigmáticos
de la
literatura
que
escribían en
dos lenguas,
con una
parte de su
historia en
común: el
catalán y el
provenzal.
Pero las
inestables y
convulsas
circunstancias
socio-políticas
en que se
veía
envuelta
Cataluña por
aquellos
años, obligó
al Gobierno
central a no
estimar
conveniente
la concesión
del galardón
a un
escritor de
obras de tan
marcado
cariz
político, y
puso en
juego toda
su
influencia
para que se
le otorgara
a otro
dramaturgo
importante
del momento,
José de
Echegaray,
si bien éste
y Frédéric
Mistral eran
dos autores
que no
tenían nada
en común.
Su muerte
El 1909 es
distinguido
con la
nominación
de hijo
adoptivo de
la ciudad de
Barcelona y
recibe un
multitudinario
homenaje
al
que se sumó
toda
la ciudad.
En 1911 se
le nombra
miembro
numerario
del Institut
d’Estudis
Catalans. Su
meritoria
labor en el
ámbito de la
dramaturgia
no sólo le
es
reconocida
en Cataluña
y en España
entera; en
1916,
Francia lo
distingue
con el
nombramiento
de Caballero
de la Legión
de Honor.
El
fallecimiento
de este
ilustre
catalán
nacido en
Tenerife tuvo lugar en
Barcelona el 18 de julio de
1924, y, al
multitudinario
cortejo
fúnebre que
llevaba sus
restos al Cementerio
de Montjüic,
asistió
infinidad de
personajes y
figuras del
mundo del
saber, la
política y
las artes de
Cataluña y
del resto de
España.
Obras poéticas
Aunque fue
su talento
como
dramaturgo
el que le
daría fama y
proyección
internacionales,
Guimerà
inició su
carrera
literaria en
la poesía y
llegó a ser
uno de los
grandes
poetas en lengua catalana.
En 1870 publica su primera
poesía, El rei i el conseller, que ve la luz en el
semanario
catalán
La Gramalla,
editado en
Barcelona, y
en el que
participará
asiduamente.
En los
‘Juegos
Florales de
1875’,
Guimerà vio
premiada su
poesía
histórica
Indíbil y
Mandoni,
publicada
ese mismo
año; al año
siguiente
obtuvo la
‘Flor
Natural’
(primer
premio del
certamen)
con la
composición
Cleopatra
(1876) y en
1877 obtuvo
el ‘Mestre
en Gai
Saber’, al
alcanzar sus
tres premios
reglamentarios
con sus
poemas
L’any mil,
El darrer
plant d’En
Claris y
Romiatge,
todos ellos
publicadas
ese mismo
año.
|
|
|
|
|
Àngel Guimerà y actores de la época, en una foto homenaje al autor. (Imagen tomada del archivo fotográfico de la Casa Museo Àngel Guimerà). |
|
|
Sus poesías
patrióticas,
en las que
cantaba las
pasadas
glorias de
Cataluña, y
sus
encendidos y
elocuentes
discursos
constituían
la mejor
propaganda a
favor de las
reivindicaciones
políticas
del
catalanismo.
Su obra
poética está
reunida en
dos tomos:
Poesies
(1887), en
las que
predomina el
tono
romántico y
los temas
legendarios,
históricos y
bíblicos, y
Segon
llibre de
poesies
(1920), en
el que
predominan
las
composiciones
líricas, de
tono
sentimental,
amoroso y
familiar.
En sus
poesías
históricas
se impone
con frecuencia
el tema de
la muerte,
como en
La mort d’en
Jaume
d’Urgell
(1896) o en
La mort
de Joan II
d’Aragó,
entre otras
obras;
merece
también
recordar
ahora El
cant del
diable.
Su producción dramática
Pero, como se
ha dicho
antes, en lo
que
realmente
destacó Àngel Guimerà fue
en el
teatro.
Empezó a
escribir
piezas
teatrales a
los 30 años
y fueron sus
dramas en
verso los
que le
convirtieron
en el
dramaturgo
en lengua
catalana más
importante
de su generación.
La crítica distingue cuatro etapas en su producción teatral:
Primera etapa (1879-1890):
Corresponden a este periodo piezas de naturaleza histórico-romántica de marcado carácter trágico, con títulos
como Gal.la Placídia (1879), Judit de Welp (1883), El
fill del rei
(1886),
Mar i cel
(1888), que
tuvo, desde
el
principio,
muy buena
acogida del
público y la
crítica,
Rei i monjo y La boja, ambas escritas en 1890.
Segunda etapa (1890-1900):
La década de
los noventa
la inicia
con un
ciclo de producciones
de fondo
realista y
social,
entre las
que podemos
resaltar
La sala de
espera
(1890),
La Baldirona
(1892), L’ànima
morta
(1892), En Pólvora (1893), Jesús de
Natzareth
(1894),Maria Rosa (1894), que
fue una de
sus obras
maestras, Les monges
de sant
Aimant (1895). Tras ésta se
sucedieron
otros
estrenos tan
notables
como La
festa del
blat (1896), La Basílica
(1896), los
monólogos Mestre
Oleguer
y Mort d’en Jaume d’Urgell
(1896), Terra baixa
(1897), que
tuvo gran
éxito en
Cataluña, lo
que propició
su inmediata
traducción
al castellano,
precisamente
a cargo de
José de
Echegaray, y
a trece
lenguas
europeas
más; El
padre
Juanico
(1898), Mossèn
Janot
(1898),
versión
catalana de
la anterior;
La farsa
(1899), y La
filla del
mar
(1900), convertida
en ópera por
Eugen d’Albert con
el título
Liebesketten (1912), entre otras.
Tercera
etapa
(1900-1911):
A este
periodo
pertenecen
sus piezas
caracterizadas
por sus
conexión con
el teatro
europeo, y
en él
encontramos
títulos como
Arran de
terra
(1901),
La pecadora
(1902),
Aigua que
corre
(1902),
El camí del
sol
(1904),
Andrònica
(1905),
Sol solet
(1905),
La Miralta
(1905),
En Pep
Botella
(1906), L’Eloi
(1906), Maria
Rosa (1906), Mar i cel
(1906),
que alcanzó
gran popularidad; La Sant
Espina (1907),
rondalla en
tres actos;
La resurreció
de Llàtzar (1907), La
reina vella
(1908), L’aranya
(1908), y La reina jove
(1911).
Cuarta y
última
etapa: A
partir de
1912, inicia
un ciclo
creativo que
se
caracteriza
por su
retorno a
los temas y
técnicas de
la primera
época de su
producción
teatral, con
obras como
Titània
(1912), Jesús que torna
(1917), Indívil i
Mandoni
(1917), Al cor de la
nit
(1918), L´ànima és meva
(1919),
Joan
Dalla
(1921), Alta banca
(1921) y Per dret
diví (1926),
entre otras.
|
|
|
|
Monumento conmemorativo de Àngel Guimerà, situado en la plaza de Sant Josep Oriol (Barcelona). (Imagen tomada del libro "Guimerà", de Josep Miracle. AEDOS, Barcelona, 1958. |
|
|
|
El
éxito de Terra baixa
fue
realmente
grandioso,
hasta el
punto de
que, en
1903, Eugen d’Albert
estrenó en
Praga su
ópera Tiefland,
con libreto
de Rudolf Lothar,
basada en
este drama;
asimismo,
sobre este
mismo
argumento,
se estrenó,
en 1907, la
ópera La
catalane,
de Ferdinand
Le Borne,
todo lo cual
contribuyó a
hacerlo más
conocido.
La
popularidad
de los
dramas de Guimerà hizo que fueran llevadas al
cine (mudo
por
entonces) a
principios
del siglo
XX, cuando
se rodaron
con créditos
y rótulos en
castellano
Tierra
baja (1907), María Rosa
(1908), Mar y cielo
(1910) y La reina
joven
(1911). En
este campo
de la
estética
cinematográfica,
cabe
destacar que
su pieza
teatral Terra baixa
dio pie a
películas en
Argentina,
Estados
Unidos y
Alemania. En
este último
país, y ya
en 1940,
Leni
Riefensthal
dirigiría Tiefland,
notable
película
basada en
esa misma
pieza de
Guimerà, que
sería
estrenada en
1953,
bastantes
años después
de su
rodaje.
Su estilo y
temas
Su extensa
obra,
notable por
unir a una
apariencia
romántica
los
elementos
principales
del
realismo,
hizo de
Guimerà uno
de los
máximos
exponentes
del
resurgimiento
de las
letras
catalanas
del siglo
XIX.
En su
primera
colección de
poesías
predomina el
tono
romántico y
los temas
legendarios,
históricos y
bíblicos. Su
poderosa
fantasía
necesitaba
de grandes
posibilidades
argumentales,
muchos de
los cuales
fijará más
tarde el
poeta en su
teatro.
En las
poesías
históricas
se impone
con
frecuencia
el tema de
la muerte y
en ellos se
conjuga un
romanticismo
desbordante
con crudas
pinceladas
naturalistas.
Sus
tragedias
históricas
son un
reflejo de
las
tendencias
románticas
del
Renacimiento
catalán,
iniciado a
principios
del segundo
tercio del
siglo XIX, y
del
temperamento
del autor,
que, a
través de
personajes
alejados en
el tiempo,
daba la nota
pasional y
salvaje,
artísticamente
contrastada
con rasgos
de la más
tierna
humanidad.
En sus
dramas más
modernos,
expresa los
sentimientos
primarios
contrastados
con
personajes
de su
tiempo,
humildes y
sencillos,
pero en los
que laten
las mismas
pasiones que
animan sus
figuras de
tragedia
histórica o
legendaria.
Ya en su
última
etapa, las
ideas
sociales de
este autor
eran de una
noble
sencillez,
que él
manifiesta
en dramas
que incluyen
una tesis
más o menos
revolucionaria. |