oy, hablar de poesía para niños es
hablar de
Gloria
Fuertes.
Muchos de
los poemas
de esta
carismática
autora se
siguen
utilizando
como
paradigma de
poesía
infantil,
pues su
poesía,
además de
estar hecha
con mucho
mimo, ritmo
evidente y
mensajes
inocentes,
esconde
mucho más:
un mundo
fascinante
en el que
por sus
páginas
pasan niños,
niñas,
animales,
profesores,
montañas,
arroyos,
lápices,
números,
payasos,
buzos y
hasta
poetas.
Gloria Fuertes decía que escribir
para niños
tenía una
gran
responsabilidad,
ya que lo
que pretende
es despertar
en ellos el
amor por la
vida, por la
gente, las
plantas, los
animales,
pero sin
dejar el
humor ni la
fantasía,
porque la
risa es muy
necesaria.
Constantemente
repetía que
hay adultos
que nunca
han sido
niños y que
éstos son
seres
penosos. Sin
pretenderlo,
tuvo un gran
afán
pedagógico,
ya que
consiguió
que
aprendiéramos
la tabla de
multiplicar,
recitáramos
los ríos de
España o
escribiéramos
bien:
Verso para
la
ortografía
a lavar ropa
con uve,
alabar a
Dios con be.
Huevo con
hache y
tomate
apto, de
aptitud, con
pe.
Niñez de
Gloria
Fuertes
El 28 de julio de 1917 nace Gloria
Fuertes en
Madrid, en
la calle de
la Espada,
del castizo
barrio
madrileño de
Lavapiés, en
el seno de
una familia
humilde. Su
madre
compaginaba
las labores
de costurera
y sirvienta,
y su padre
trabajaba de
portero en
un palacete
de la calle
Zurbano,
aunque antes
había estado
empleado en
el Catastro
y, más
tarde, en la
Institución
Gota de
Leche.
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Gloria Fuertes, leyendo un poema durante la celebración de uno de sus recitales. |
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La infancia de Gloria fue triste ya
desde su
mismo
nacimiento:
su madre
casi muere
en su parto,
tal como
ella misma
refleja en
los versos
de una de
sus
“autobiografías”
y, además,
reconoce que
sus padres
no la
querían.
Pero ella,
dotada de un
ánimo fuera
de lo
normal, se
tomó aquella
malquerencia
paterna con
humor y,
cuando
alguna
persona le
preguntaba
qué quería
ser de
mayor, ella
respondía:
“huérfana”.
Ella misma
contaba que
sus únicos
juguetes
fueron
siempre los
que
encontraba
tirados en
la calle.
La falta de recursos económicos
impidió que
pudiera
recibir una
educación
esmerada.
Sin embargo,
esta
contrariedad
no
imposibilitó
que a los
tres años ya
supiera leer
ni que su
interés por
las letras
comenzara a
muy temprana
edad: a los
cinco años,
ella
redactaba e
ilustraba
sus propios
cuentos.
Según nos refiere, sus primeras
lecturas las
componen el
famoso TBO,
primera
revista
española de
historietas
humorísticas,
y los
cuentos de
Pinocho que
publicaba la
antigua
editorial
Saturnino
Calleja, que
le gustaban
muchísimo.
La joven
Gloria
manifestó en
varias
ocasiones
que no le
gustaba que
Blancanieves
muriese en
el cuento y
que le
parecía un
horror que,
en el de Caperucita
Roja, la
abuela fuera
devorada por
el lobo.
Hasta los catorce años asiste a
diversos
colegios,
entre ellos
uno de
monjas que
había en la
calle Mesón
de Paredes,
del que no
guarda un
buen
recuerdo,
como podemos
leer en su
poema:
Me llevaron
a un colegio
muy triste
donde una
monja larga
me tiraba
pellizcos,
porque en
las letanías
me quedaba
dormida.
Fue a esta edad, a los catorce años,
cuando
escribe sus
primeros
versos y
cuando su
madre la
matriculó en
el Instituto
de Educación
Profesional
de la Mujer,
que estaba
en la calle
Pinar, en
todas las
asignaturas
propias de
su sexo en
aquella
época:
Cocina,
Bordados a
mano y a
máquina,
Higiene y
Fisiología,
Puericultura,
Corte y
Confección,
Taquigrafía
y
Mecanografía,
en todas las
cuales logra
alcanzar sus
diplomas
correspondientes.
Pero ella no
quería ser
ni modista,
como su
madre, ni
niñera, no
quería
servir a
nadie; en
todo caso,
quería
servir a
todos, de
modo que
también se
matriculó en
Gramática y
Literatura.
No obstante,
y sólo con
la intención
de
satisfacer
en algo los
deseos de la
madre, llegó
a ejercer de
aprendiz de
modista
durante un
corto
tiempo. Su
madre no
lograba
entender
esas
aficiones
suyas a la
poesía y los
deportes,
impropias de
la hija de
un obrero.
Otra víctima
de la
mentalidad
de la época.
Gloria Fuertes fue otro de esos hijos
que tuvieron
que pasar
por la
desagradable
situación de
desamor que
existía
entre sus
padres casi
desde el
comienzo y
sufrir todo
lo que ello
implica. De
esta falta
de amor
entre sus
padres,
dejaría
constancia
en uno de
sus poemas,
escribiendo:
“Yo también
nací un
domingo. /
Aunque
cuando ‘me
hacían’ /
mis padres
ya no se
querían, /
(a mí
tampoco)”.
En 1932, a la edad de 15 años, se
traslada con
su familia
al palacete
de la calle
Zurbano,
donde
trabajaba su
padre. Dos
años más
tarde, en
1934, tras
el
fallecimiento
de su madre,
empieza a
trabajar
como
contable en
una fábrica
de talleres
metalúrgicos,
donde, entre
cuenta y
cuenta,
escribía
poemas.
Un año antes de estallar la Guerra
Civil, en
1935,
Gloria, una
adolescente
tan
inteligente
como
despierta,
es invitada
por Radio
España y
Radio Madrid
a leer sus
primeros
versos. Sus
poesías
gustan a los
oyentes y
ofrece sus
primeros
recitales de
poesía a
través de
las ondas.
La Guerra
Civil
La Guerra Civil supone a todos los
españoles y
españolas
una espina
clavada en
el alma y
especialmente
en el alma
de Gloria,
pues para
ella fue una
experiencia
traumática
que afectó
también a su
plano
amoroso, ya
que su
primer amor,
un obrero
republicano
que
desapareció
durante la
contienda,
fue quien,
según ella,
el único que
la quiso por
sus versos.
Aquel mal de
amor pasó
rápido y, en
1937, vuelve
a enamorarse
de un médico
de derechas,
al que los
milicianos
metieron en
la cárcel y
al que ella
iba a ver
todos los
días.
Terrible
experiencia
para la
joven.
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Gloria, con Antonio Gala. |
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A partir de 1938, comenzó a trabajar
de
secretaria
en el
Ministerio
de
Información
y Turismo o,
como ella
misma
confiesa,
trabajó en
“horribles
oficinas”.
Soltera y joven, Gloria Fuertes fue
un espíritu
libre que
desafió los
convencionalismos
de su época,
pues
consideraba
que el amor
no debe ser
algo
organizado
por la
sociedad,
sino que
debía ser
algo
natural,
algo de lo
que
disfrutar
con la
persona que
quieras,
puesto que
lo único que
importa es
el vivir el
momento,
pese al
dolor que le
provocaba
saber que es
algo
pasajero.
Esta manera de entender el amor y de
simpatizar
con los que,
de una u
otra manera,
son
diferentes
en la
sociedad
también le
lleva a
cantarles a
los
homosexuales
y a los
travestidos
cuya
intención
era mostrar
al lector la
existencia
histórica
del fenómeno
del
travestimos
y la
injusticia
de la
sociedad
patriarcal
que
parodiaba a
quienes
necesitan
fisiológicamente
cambiar su
identidad
sexual.
Esta poeta se autodenominaba madre de
todos
aquellos que
sufren, ya
sean éstos
obreros,
mendigos,
travestis,
homosexuales
o
prostitutas.
Se trataba
de una poeta
que cantaba
ante todo a
la vida
desde su
propia
feminidad.
Aunque sus lecturas de juventud son
los poemas
de Bécquer,
Rubén Darío
y Gabriel y
Galán, lo
que más le
influye a la
hora de
escribir es
la llegada
de la Guerra
Civil,
reconociendo
por escrito
que sin la
tragedia de
la Guerra
Civil, quizá
ella no
hubiera
empezado
nunca a
escribir
poesía.
Debido al
horror de
esta guerra,
su visión de
la vida es
triste y no
logra
entender el
absurdo de
la
civilización
moderna
capaz de
luchar por
cosas sin
importancia,
ignorando la
destrucción
de niños,
motivo
principal
por el que
el tema
antibélico
estará
presente en
su poesía de
forma
contundente:
El día que
se implante
la Paz,
sobre la
Tierra,
caerá una
nevada
tenaz,
y duradera.
Gloria
Fuertes y la
posguerra
En 1939, ya en la paz que sigue a la
victoria de
Franco sobre
la
República,
Gloria
escribe su
primer
relato para
niños y lo
envía a la
revista
semanal Maravillas,
suplemento
infantil del
diario Arriba,
portavoz de
la Falange,
dirigido por
fray Justo
Pérez de
Urbel, que
se lo
publica, y
en donde es
contratada,
el año
siguiente,
para
trabajar
como
redactora de
plantilla,
cargo que
ejercerá
durante diez
años, al
cabo de los
cuales
continuará
vinculada a
la
publicación
con
colaboraciones.
Su carrera
como
escritora
para niños
ha
comenzado.
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Gloria, esta mujer corpulenta, con voz de cazalla y noctámbula por convicción, guardaba siempre un bolígrafo junto al inevitable paquete de tabaco. |
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Así, a partir de 1940 y hasta 1955,
en cada
número de Maravillas
publica
cuentos,
historietas
y poesías
para niños.
Durante
estos años,
colabora
también en
las revistas
Pelayos,
Chicos,
Mis chicas
y Chiquitito,
entre otras,
todas
editadas
bajo la
dirección
del buen
hacer de
Consuelo
Gil. Al
principio,
ella misma
dibujaba las
historietas.
Entre sus
creaciones,
cabe
destacar las
historietas
de Coletas,
una niña de
nueve años,
que, junto a
Pelines,
un niño de
seis,
alcanzaron
gran
popularidad
entre los
lectores
infantiles
de la época.
También, en
1940 se
estrenaron
diversas
obras suyas
de teatro
infantil y
poemas
escenificados
en varios
teatros de
Madrid.
Hay constancia de que Gloria Fuertes
fue la
primera
chica
moderna de
la gris
posguerra
española o,
por lo
menos, la
primera que
en Madrid se
paseaba en
bicicleta
con
falda-pantalón,
y la que
puso de moda
entre las
mujeres el
llevar
corbata, ya
que así es
como se
movía por
Madrid,
desde
Lavapiés a
la calle
Mayor, para
entregar sus
cuentos y
poesías en
la editorial
Escuela
Española, y
compraba
libros
censurados a
hurtadillas
en la cuesta
de Moyano,
que habría
de leer en
la
clandestinidad
de la
incomprensión.
En 1942 escribió la obra de teatro
llamada La princesa
que quería
ser pobre.
Este mismo
año conoce a
Carlos
Edmundo de
Ory, a quien
le dedica el
poema
‘Delirio’,
que la
integra en
el
movimiento
poético
denominado
«Postismo».
En 1947, obtiene el primer premio de
“Letras para
Canciones”,
de Radio
Nacional de
España, que
la impulsa a
colaborar,
de manera
esporádica,
con revistas
para
adultos,
como Rumbos
o
El pájaro de
Paja,
entre otras.
El
«Postismo» y
la
Generación
del 50
El «Postismo» fue un movimiento
estético que
surgió en la
sociedad
española de
postguerra y
que fue
considerado
lo más
avanzado que
podía
proponer
España en
este campo
bajo el
régimen de
Franco. Por
aquella
época
coexistían
dos revistas
llamadas Postismo
y Cerbatana,
en las que
Gloria
Fuertes
estuvo
colaborando,
además de
junto con el
ya
mencionado
Carlos
Edmundo de
Ory, con
Eduardo
Chicharro,
Silvano
Serseni,
Ángel Crespo
y Francisco
Nieva, quien
decía de
Gloria
Fuertes que
era «un
Prévert
femenino que
sonaba a
Madrid, como
la Piaf o
Prévert
sonaban a
París».
En estos años se combinan
perfectamente
sus dos
facetas
creadoras:
la infantil
con la
poesía
social de
adultos, y,
para hacer
ambos tipos
de poesía,
Gloria
Fuertes
analizaba su
estado de
ánimo y así
actuaba:
para
escribir
poesía
infantil,
«se hacía
niño», tenía
que estar
contenta y
graciosa,
imaginativa,
fantástica,
idear un
argumento
que les
hiciera
gracia desde
el primer
momento y
con un
vocabulario
sencillo; en
cambio, si
tenía algún
problema, la
poesía
resultante
era la del
lector
adulto.
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Gloria Fuertes fue Presidenta de Honor de PRODENI. |
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Gloria Fuertes cambiaba el humor
fácil por la
risa amarga,
complicaba
las figuras
de estilo y
aumentaba
las
metáforas y
los dobles
sentidos,
eso sí,
nunca
utilizaba
palabras que
tuviera que
buscar en el
diccionario:
su lenguaje
era claro,
sencillo y
llano como
fue ella
misma.
Como secuela de su experiencia
bélica, la
obra de
Gloria
Fuertes se
caracteriza
por la
ironía con
la que trata
cuestiones
tan
universales
como el
amor, el
dolor, la
muerte o la
soledad,
todo ello
aderezado
con curiosas
metáforas y
juegos
lingüísticos
llenos de
encanto,
frescura y
sencillez,
que dotan a
sus poemas
de una gran
musicalidad
y cadencia
cercana al
lenguaje
oral.
Del «Postismo» quedó para siempre en
Gloria
Fuertes una
actitud
poética
desmitificadora
por vía del
humor. El
humor en
Gloria
Fuertes es
una forma
crítica de
descomponer
la realidad
y descubrir
la verdad de
las cosas,
y, aunque
nunca se
sintió
ligada a
ningún
movimiento y
se definía
como
«autodidacta
y
poéticamente
desencolerizada»,
la crítica
ha unido su
nombre,
además del
vincularlo
al
«Postismo»,
a un
movimiento
literario
conocido por
la
«Generación
del 50».
A los autores de la «Generación del
50» le une
el haber
publicado
muchas de
sus obras en
esa época,
además del
tipo de
poesía de
denuncia
moral que
hacía
Celaya, Blas
de Otero,
José Hierro,
García
Nieto, Ángel
Crespo o
Bousoño,
entre otros,
cuyos temas
son: la
soledad, el
dolor, la
injusticia
social, el
amor, Dios,
la muerte...
Sin embargo,
la principal
diferencia
entre Gloria
Fuertes y
estos poetas
radica en
que, aunque
los poemas
de ambos
salen del
dolor, del
desamor y
del amor, ni
ellos ni los
postistas
supieron
llegar al
pueblo de la
forma en que
lo hacía
Gloria
Fuertes, ya
que, según
ella decía,
«antes de
contar las
sílabas, los
poetas
tienen que
contar lo
que pasa».
En 1950, Gloria Fuertes publica su
primer
poemario con
el título de
Isla
Ignorada,
primer libro
de la larga
lista de
obras que
compondrá a
lo largo de
su vida:
Isla
ignorada,
que late
acunada por
árboles
jugosos
—en el
centro de un
mar
que no me
entiende,
rodeada de
nada,
sola sólo—.
Por estos años, frecuenta la taberna
de Antonio
Sánchez, en
cuyas mesas
escribe
muchos
poemas y
cuentos. En
1951, funda,
junto con
María
Dolores de
Pueblos,
Adelaida
Lasantas y
Acacia
Uceta, una
tertulia de
mujeres
poetas, que
será el
germen del
grupo
poético
«Versos con
Faldas»,
agrupación
fervientemente
activa que
organizaría
durante dos
años
recitales y
lecturas de
poesía por
muchos bares
y cafés
madrileños,
al tiempo
que
colaboraba
en revistas
como Rumbos,
Poesía
Española
o El
Pájaro de
Paja.
En 1952, estrena su primera obra de
teatro en
verso, Prometeo,
en el Teatro
del
Instituto de
Cultura
Hispánica y
publica Canciones
para Niños.
Este mismo
año, junto a
Antonio
Gala, Julio
Mariscal y
Rafael Mir,
funda la
revista
poética Arquero,
cuya
dirección
asume.
En 1954, abandona la dirección de
Arquero
y publica Antología y
Poemas del
Suburbio,
en Lírica
Hispana, de
Caracas,
poemario en
el que se
refleja su
solidaridad
con las
clases
marginadas
de la
sociedad
urbana. Ese
mismo año
aparece Aconsejo
Beber Hilo,
libro de
poemas
publicado en
la colección
‘Arquero’ y
también
publica la
obra
infantil Pirulí.
Es el año en
que organiza
la primera
biblioteca
infantil
ambulante
por pequeños
pueblos, que
lleva libros
a donde
éstos no
llegan por
falta de
dinero o por
el
analfabetismo
que todavía
existía en
España.
En 1955, obtiene un puesto de
bibliotecaria
en el
Instituto
Internacional,
en la calle
Miguel
Ángel, de
Madrid, y
publica la
obra de
teatro para
niños El
chinito
Chin-Cha-Te.
En 1958,
obtiene la
Primera
Mención del
Concurso
Internacional
de Poesía
“Lírica
Hispana”, de
Caracas, con
su obra Todo Asusta.
Estancia de
Gloria
Fuertes en
los Estados
Unidos
Durante su labor como bibliotecaria,
Gloria
Fuertes
tiene
ocasión de
conocer a
Philys
Turnbull,
que llegará
a ser una de
sus mejores
amigas y
gracias a la
cual, en
parte,
obtiene en
1961 la beca
Fullbright,
que la
habilita
para
impartir
clases de
Literatura
Española del
siglo XX en
Estados
Unidos.
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Gloria Fuertes siempre se sintió querida por la gente, y la aceptación de su popularidad no era vanidad, sino la necesidad afectiva de una persona especialmente sensible. |
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Así, de 1961 a 1963, reside en los
Estados
Unidos,
donde
imparte
clases de
poesía
española en
las
universidades
de Bucknell
(Pennsylvania),
Mary Baldwin
y Bryn Mawr:
«La primera
vez que
entré en una
universidad
fue para dar
clases en
ella», dijo
en una
ocasión.
Esta
experiencia
conforma a
la mejor
época de su
vida. Fueron
años que
coincidieron
con la época
de Kennedy y
el principio
de la guerra
de Vietnam.
Contaba
Gloria que a
sus alumnos
les hacía
romper los
papeles de
reclutamiento.
Durante esta
época,
publica otra
de sus obras
más
conocidas,
Que estás
en la Tierra,
que edita
Seix Barral
en 1962.
Regreso de
Gloria
Fuertes a
España
A su vuelta de Estados Unidos,
imparte
clases de
español para
americanos
en el
Instituto
Internacional
y, en 1965,
obtiene el
Premio
Guipúzcoa de
Poesía con
su poemario
Ni tiro,
ni veneno,
ni navaja.
En 1968, se
le otorga el
Premio
Lazarillo
por su libro
de cuentos
Cangura
para todo,
obra que,
además, en
1968 fue
todo un
éxito al
obtener una
mención de
honor en el
Premio Hans
Christian
Andersen de
Literatura
Infantil.
También en
1968,
publica Poeta de
Guardia,
su obra más
lograda,
considerada
por la
crítica como
un lúcido e
imaginativo
ejercicio de
introspección
lírica que,
a los temas
mencionados,
añade el de
la propia
poesía como
materia de
reflexión.
En 1969 publica otra de sus obras,
Cómo atar
los bigotes
del tigre,
con el que
también
consigue
otro premio,
el Accésit
del Premio
Vizcaya de
Poesía. En
esta obra,
la vida (un
«tigre»)
aparece
dentro de
una
construcción
alegórica,
un circo en
el que el
ser humano
debe
adquirir el
papel de
domador y
«atarle los
bigotes», es
decir,
controlarlo.
A lo largo
de esta
trama
alegórica se
desarrollan
poemas que
tienen que
ver con el
mundo
circense,
tema que
entronca con
su
literatura
infantil.
Década de
los setenta
A partir de la década de los 70,
Gloria
Fuertes
empieza a
vivir por y
para la
literatura.
Así, en
1970,
publica su
Antología
Poética
(1950-1969),
Don Pato
y don Pito,
cuya lectura
en las
escuelas de
E.G.B. es
recomendada
por el
Ministerio
de Educación
y Ciencia, y
la obra de
teatro Petra, un
señor
pregunta por
ti. En
1972,
obtiene la
beca de la
fundación
March para
Literatura
Infantil, lo
que le
permite
dedicarse
por entero a
la creación
literaria,
cosa que
hace,
publicando
una
infinidad de
libros de
cuentos,
como La
pájara pinta,
que aparece
ese mismo
año de 1972.
En 1973, edita sus poemarios
Sola
en la sala,
como
testimonio
de su propia
soledad, de
su
insatisfacción
amorosa;
dice que lo
escribió
estando por
primera vez
enferma y
que decía lo
que tenía
que decir
«con la
rapidez de
un dardo, un
navajazo,
una
caricia».
Aparece
igualmente
El
camello-auto
de los Reyes
Magos,
en donde nos
relata en
poesía el
cuento del
camello
cojito que
«se pinchó
con un cardo
del camino»,
una historia
llena de
humor y
perspicacia
acompañada
de
referentes a
la Navidad y
a la llegada
de los Reyes
Magos; y los
poemarios Cuando amas,
aprendes
geografía
y El
hada
acaramelada.
Gloria
Fuertes se
convierte en
una
fructífera
poeta (no
‘poetisa’,
algo que no
le gustaba
que la
llamaran), y
la poesía
constituye
el motor de
su vida.
Publica
también una
obrita de
teatro, El camello
cojito.
Al año
siguiente,
publica La gata
Chundarata y
otros
cuentos,
y, en 1975,
le llega el
momento a su
antología
titulada Obras
incompletas,
donde reúne
poemas de
sus libros
anteriores.
Desde mediados de los años 70,
colabora
activamente
en diversos
programas
infantiles
de
Televisión
Española: Un globo,
dos globos,
tres globos,
para el que
incluso
escribió la
letra de su
famosa
sintonía, y,
a partir de
1982, en
otro también
muy
conocido, La cometa
blanca,
colaboraciones
que
consiguen
convertirla
definitivamente
en la poeta
de los
niños, pues
a ella le
gustaba
enredar
adivinanzas
con ellos,
pareados y
juegos de
palabras
disparatados
y rimas,
hasta el
punto de que
el diario
“Pueblo” la
distinguió
como la
«figura más
popular».
Pero Gloria Fuertes no se olvida de
obligación
con la
escritura.
Así, de
manera
sucesiva,
van
apareciendo
su libro de
poesía La
oca loca
(1977) y sus
cuentos La momia
tiene
catarro
(1978) y El dragón
tragón
(1979);
también
publica la
obra de
teatro Las tres
Reinas
Magas:
Melchora,
Gaspara y
Baltasara,
donde nos
propone
escenificar
una
divertida
obra de
teatro,
fácil de
representar
por los más
pequeños, y
el poemario
Tres
tigres con
trigo,
ambas obras
también
editadas en
1979.
Su dedicación al mundo infantil no le
impide
publicar
obras para
adultos,
como es el
caso de Historia de
Gloria.
(Amor, humor
y desamor),
obra que
aparece en
1980, en la
que los
aspectos
autobiográficos,
habituales
desde
siempre en
su
producción,
se hacen
especialmente
presentes y
en la que un
lenguaje
expresivo de
marcada
inspiración
oral alcanza
su
formulación
más
perfecta.
Un homenaje
a los niños
de los
ochenta
Los versos en la poesía de Gloria
Fuertes
están llenos
de frases
hechas, de
máximas y
proverbios,
registros
infantiles y
coloquialismos,
con todo lo
cual ella
juega
ingeniosamente
para darles
un nuevo
significado.
Se dedica,
sobre todo,
a la poesía
infantil
porque era
con los
niños con
los que
mejor podía
aplicar este
sentido de
la poética
tan libre y
tan
sencilla.
Sabía que su
actitud
lúdica de
desmontar y
reinventar
palabras
llevaba a
los niños a
un mundo de
fantasía y
les
provocaba la
diversión, a
través de
esos
pareados y
rimas
facilonas.
Gloria
Fuertes
juega con el
lenguaje
como jugaría
un niño y
esto lo
refleja
fielmente en
sus obras
infantiles
publicadas
en los años
ochenta,
brindando un
homenaje a
todos «sus
niños»
dejándoles
por legado
una gran
lista de
publicaciones.
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Gloria
se dedica, sobre todo, a la poesía infantil porque era con los niños con los que mejor podía aplicar este sentido de la poética tan libre y tan sencilla. |
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En 1980, Gloria Fuertes publica
Monto y Lío
montan un
lío, y,
en 1981, una
serie de
relatos,
como La
ardilla y su
pandilla;
Dionisio,
el oso
osado;
Pío Pío
Lope, el
pollito
miope,
historias
todas ellas
protagonizadas
por animales
con un
puntito de
ternura,
relatadas,
unas, en
forma de
cuentos,
otras
escritas en
verso y
otras en
forma de
diálogo, y
todas hechas
de manera
que puedan
ser
representadas
por los
niños,
además de
dos
aventuras
más de Monto
y Lío: Monto y Lío
se
encuentran a
su tío y
Monto y
Lío se meten
en un río.
En 1982,
publica El perro que
no sabía
ladrar y
El
domador
mordió al
león.
En 1983, Gloria Fuertes publica,
entre otras
obras, El
monte y su
aula
abierta;
Coleta, la
poeta;
Donosito, el
oso osado;
Plumilindo,
El
abecedario
de don
Hilario,
donde
podremos
leer cómo
Don Hilario
nos va
definiendo
varias
palabras
ordenadas
alfabéticamente,
palabras que
no son nada
comunes,
pues son
escogidas
por la
imaginación
y el ingenio
de la
autora.
En años sucesivos, publica, entre
otros
títulos, El libro
loco, de
todo un poco
(1984), en
el que, como
adelanta su
título, se
recogen
cuentos,
versos,
juegos,
acertijos,
villancicos…;
Cocoloco
Pocoloco
(1985), otra
obra que se
puede
representar
por parte de
los niños;
Pelines
(1986),
donde el
protagonista
nos cuenta
sus
aventuras en
doce
historias
cortas que
le ocurren a
lo largo de
un año junto
a su tía
Paca y su
abuela
Manuela; El pirata
Mofeta y la
jirafa
Coqueta
(1986), Doña Pito
Piturra
(1987) y, en
1989,
aparecen los
libros Animales
geniales
y Yo
contento, tú
contenta:
¡Qué bien me
sale la
cuenta!,
obra con la
que los
niños pueden
aprender las
tablas de
multiplicar
con versos
divertidos y
agudos.
Imparable
Gloria
Fuertes
también en
los años
noventa
Gloria Fuertes no dejaba de hacer lo
que a ella
le gustaba,
esto es,
escribir, y
continuó
haciéndolo
también en
los años
noventa,
poesía en
general que
sigue
llevando la
línea de
basarse en
hablarnos de
la realidad
que vive y
de cómo la
vive. Relata
también su
vida, pero
tapando las
desventuras
con el
humor, que
utiliza como
mecanismo de
defensa,
mezclando la
rabia, la
dulzura, la
preocupación,
la alegría y
la
incertidumbre.
Ella se
definía como
«yoísta» y
«glorista»,
y su obra
está llena
de poemas
que se
titulan
«Autobiografía».
La actividad de Gloria Fuertes
continúa
imparable en
la década de
los 90:
lecturas,
recitales,
homenajes...
siempre
cerca de los
niños,
publicando
continuamente,
tanto poesía
infantil
como de
adultos.
Entre sus
libros de
poesía de
esta etapa,
figuran Paca, la
vaca flaca
y La
poesía no es
un cuento,
ambos de
1990; y Con alegría,
antología de
50 años de
poesía,
de 1991. Al
años 1992,
corresponden
los títulos
Chupilandia,
La pata
mete la pata
y Cuentos
de animales.
Los libros
de poemas Chupachús,
Mujer de
verso en
pecho,
La selva
en verso
y Versos
fritos,
así como los
cuentos Un pulpo en
un garaje
y Un
cuento, dos
cuentos,
tres
cuentos…
aparecen en
1995.
Por estos años, su fama trasciende ya
los límites
de la
literatura:
Gloria es
conocida en
la doble
faceta de
poeta y de
personaje
mediático.
Su peculiar
voz es
familiar en
todos los
hogares
españoles de
estos años.
Esta mujer
corpulenta,
con voz de
cazalla y
noctámbula
por
convicción,
guardaba
siempre un
bolígrafo
junto al
inevitable
paquete de
tabaco.
Quizá la
inspiración
le llegase
mientras
fumaba uno
de sus
cigarrillos
daba igual
dónde.
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Gloria, con Belén Reyes, su amiga y su discípula, en una de las últimas fotos tomadas a esta gran poeta. |
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El cuento
La avestruz troglodita
aparece en
1996 y, en
1997, lo
hacen El
cuarto bebé,
Cuentos
de risa: el
perro
Picatoste y
otros
cuentos,
libros de
cuentos, y
el poemario
Pecábamos
como ángeles,
una
selección de
su poesía
amorosa, en
la que nos
presenta su
vertiente
más
apasionada y
nos permite
escuchar de
cerca su
corazón,
que, entre
bromas y
verdades,
tiene la
rara virtud
de emocionar
siempre.
Otros
títulos de
este año son
Profesiones
de ayer y de
hoy, Las
preguntas y
respuestas
de Gloria,
Aquí paz
y además
Gloria y
Pienso
mesa y digo
silla.
En 1998, ven la luz títulos como
Las
adivinanzas
de Gloria
Fuertes,
Animalitos
amigos, ¡Qué
patas tiene
el tiempo!
y La
naturaleza,
entre otros.
Su
creatividad,
tanto en
prosa como
en verso,
parece
infatigable,
que no se
agota, pero…
Un día gris, Gloria fue informada de
su
enfermedad:
un cáncer de
pulmón
empezaba a
extenderse
en su
interior y a
adueñarse de
todo su ser.
Su afición
al tabaco le
pasaba la
factura más
letal, y,
aunque un
día le
preguntaron
«¿Qué tal
está?» y
ella
contestó
«Estoy a
solas con
Dios y mi
dolor», lo
cierto es
que no
estuvo sola
ni un
minuto,
siempre
había
alguien con
ella: sus
queridos
amigos, sus
amigos más
íntimos, los
que siempre
estuvieron
ahí.
Fallece un miércoles 27 de noviembre
de 1998 a
los 81 años,
tras ser
ingresada en
el Hospital
de la
Princesa de
Madrid,
debido a una
insuficiencia
respiratoria
y una crisis
cardíaca,
que pusieron
fin a una
dura lucha.
Triunfé con
mi poesía,
pero no
asistí a mi
triunfo.
Si tengo
algo mejor
que hacer,
tampoco
asistiré a
mi entierro.
Tras su muerte, podemos seguir
sorprendiéndonos
con cada una
de sus
obras, ya
que son
muchas las
que se han
seguido
publicando.
Así, en
1999, se
publicaron
obras como
Tanto
amas, tanto
vales,
¿Te
atreves?
Pues cuenta
hasta nueve,
Genialidades
de Gloria
sobre los
animales,
Cuentos
enanos para
personajes
extraordinarios,
Cuentos
para 365
días, El gran
libro de los
animales…
En el año
2000, vieron
la luz otras
obras más,
como Cuentos de
humor,
Lo
primero es
lo primero.
Lo
primero es
el Belén,
¿Qué
será, será?
o ¡Viva
el mundo al
revés!
Y así, una
larga lista
de obras
publicadas
hasta que,
en 2005,
salió a la
luz Es
difícil ser
feliz una
tarde,
y,
finalmente,
en el año
2006, El
Rastro.
Últimas
palabras
sobre Gloria
Quienes la conocieron han dicho de
ella que era
un ser fácil
para la
sonrisa,
para la
comprensión,
para asumir
el error
ajeno y
fácil
también para
llorar en
amor y
compañía,
para
escuchar la
confidencia
última, para
encontrar en
el semejante
un motivo
más que
sirva para
perpetuar su
sentido
creador.
Gloria Fuertes siempre se sintió
querida por
la gente, y
la
aceptación
de su
popularidad
no era
vanidad,
sino la
necesidad
afectiva de
una persona
especialmente
sensible;
sin embargo,
la crítica y
algunos
poetas nunca
le
reconocieron
el mérito de
ser la
figura que
más hizo
dentro de la
literatura
para niños,
y, aunque se
quejaba de
que nunca le
habían dado
el Premio
Nacional de
Literatura
Infantil, se
enorgullecía
de haber
recibido el
Premio
Andersen en
1968 por Cangura para
todo,
así como de
contar entre
sus amigos
con nombres
tan
relevantes
como Camilo
José Cela,
que la
definió como
«una de las
más
luminosas
voces
poéticas
españolas»,
incluso en
alguna
ocasión le
confesó que
le «gustaría
escribir
para niños»
como ella,
pues sus
nanas,
canciones y
poemas están
llenas de
aliteraciones,
anáforas,
enumeraciones
caóticas,
incluso
recreaciones
de poemas de
autores
clásicos que
ella
parafrasea
cómicamente,
lo que
comporta un
gran
ingenio.
Camilo José
Cela
describió a
Gloria
Fuertes en
varias
ocasiones
como «una
loba que
aúlla herida
de muerte»,
además de
afirmar
sobre su
creación
poética que
«sus versos
son
desconsolados
y atroces,
saludables y
humanos,
mortales de
necesidad y
amargamente
sobrios y
juguetones
como el
diablillo de
la guarida,
al que esta
mujer quiere
peinar los
cuernos».
Estimada Gloria Fuertes, allá donde
estés, no
creas que te
fuiste de
nuestros
corazones y
créenos que
tampoco lo
harás de los
corazones de
nuestros
niños, pues
tu legado
siempre
estará en
cada
estantería
de toda
familia
española.
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