N.º 64

NOVIEMBRE-DICIEMBRE 2009

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GLORIA FUERTES

Madrid, 1917 - Madrid, 1998

   

Por  Sonia Díaz Chacón

H

oy, hablar de poesía para niños es hablar de Gloria Fuertes. Muchos de los  poemas  de esta carismática autora se siguen utilizando como paradigma de poesía infantil, pues su poesía, además de estar hecha con mucho mimo, ritmo evidente y mensajes inocentes, esconde mucho más: un mundo fascinante en el que por sus páginas pasan niños, niñas, animales, profesores, montañas, arroyos, lápices, números, payasos, buzos y hasta poetas.

Gloria Fuertes decía que escribir para niños tenía una gran responsabilidad, ya que lo que pretende es despertar en ellos el amor por la vida, por la gente, las plantas, los animales, pero sin dejar el humor ni la fantasía, porque la risa es muy necesaria. Constantemente repetía que hay adultos que nunca han sido niños y que éstos son seres penosos. Sin pretenderlo, tuvo un gran afán pedagógico, ya que consiguió que aprendiéramos la tabla de multiplicar, recitáramos los ríos de España o escribiéramos bien:

  

Verso para la ortografía

a lavar ropa con uve,

alabar a Dios con be.

Huevo con hache y tomate

apto, de aptitud, con pe.

  

Niñez de Gloria Fuertes

El 28 de julio de 1917 nace Gloria Fuertes en Madrid, en la calle de la Espada, del castizo barrio madrileño de Lavapiés, en el seno de una familia humilde. Su madre compaginaba las labores de costurera y sirvienta, y su padre trabajaba de portero en un palacete de la calle Zurbano, aunque antes había estado empleado en el Catastro y, más tarde, en la Institución Gota de Leche.

     
     

  

Gloria Fuertes, leyendo un poema durante la celebración de uno de sus recitales.

   

La infancia de Gloria fue triste ya desde su mismo nacimiento: su madre casi muere en su parto, tal como ella misma refleja en los versos de una de sus “autobiografías” y, además, reconoce que sus padres no la querían. Pero ella, dotada de un ánimo fuera de lo normal, se tomó aquella malquerencia paterna con humor y, cuando alguna persona le preguntaba qué quería ser de mayor, ella respondía: “huérfana”. Ella misma contaba que sus únicos juguetes fueron siempre los que encontraba tirados en la calle.

La falta de recursos económicos impidió que pudiera recibir una educación esmerada. Sin embargo, esta contrariedad no imposibilitó que a los tres años ya supiera leer ni que su interés por las letras comenzara a muy temprana edad: a los cinco años, ella redactaba e ilustraba sus propios cuentos.

Según nos refiere, sus primeras lecturas las componen el famoso TBO, primera revista española de historietas humorísticas, y los cuentos de Pinocho que publicaba la antigua editorial Saturnino Calleja, que le gustaban muchísimo. La joven Gloria manifestó en varias ocasiones que no le gustaba que Blancanieves muriese en el cuento y que le parecía un horror que, en el de Caperucita Roja, la abuela fuera devorada por el lobo.

Hasta los catorce años asiste a diversos colegios, entre ellos uno de monjas que había en la calle Mesón de Paredes, del que no guarda un buen recuerdo, como podemos leer en su poema:

  

Me llevaron a un colegio muy triste

donde una monja larga me tiraba pellizcos,

porque en las letanías me quedaba dormida.

  

Fue a esta edad, a los catorce años, cuando escribe sus primeros versos y cuando su  madre la matriculó en el Instituto de Educación Profesional de la Mujer, que estaba en la calle Pinar, en todas las asignaturas propias de su sexo en aquella época: Cocina, Bordados a mano y a máquina, Higiene y Fisiología, Puericultura, Corte y Confección, Taquigrafía y Mecanografía, en todas las cuales logra alcanzar sus diplomas correspondientes. Pero ella no quería ser ni modista, como su madre, ni niñera, no quería servir a nadie; en todo caso, quería servir a todos, de modo que también se matriculó en Gramática y Literatura. No obstante, y sólo con la intención de satisfacer en algo los deseos de la madre, llegó a ejercer de aprendiz de modista durante un corto tiempo. Su madre no lograba entender esas aficiones suyas a la poesía y los deportes, impropias de la hija de un obrero. Otra víctima de la mentalidad de la época.

Gloria Fuertes fue otro de esos hijos que tuvieron que pasar por la desagradable situación de desamor que existía entre sus padres casi desde el comienzo y sufrir todo lo que ello implica. De esta falta de amor entre sus padres, dejaría constancia en uno de sus poemas, escribiendo: “Yo también nací un domingo. / Aunque cuando ‘me hacían’ / mis padres ya no se querían, / (a mí tampoco)”.

En 1932, a la edad de 15 años, se traslada con su familia al palacete de la calle Zurbano, donde trabajaba su padre. Dos años más tarde, en 1934, tras el fallecimiento de su madre, empieza a trabajar como contable en una fábrica de talleres metalúrgicos, donde, entre cuenta y cuenta, escribía poemas.

Un año antes de estallar la Guerra Civil, en 1935, Gloria, una adolescente tan inteligente como despierta, es invitada por Radio España y Radio Madrid a leer sus primeros versos. Sus poesías gustan a los oyentes y ofrece sus primeros recitales de poesía a través de las ondas.

  

La Guerra Civil

La Guerra Civil supone a todos los españoles y españolas una espina clavada en el alma y especialmente en el alma de Gloria, pues para ella fue una experiencia traumática que afectó también a su plano amoroso, ya que su primer amor, un obrero republicano que desapareció durante la contienda, fue quien, según ella, el único que la quiso por sus versos. Aquel mal de amor pasó rápido y, en 1937, vuelve a enamorarse de un médico de derechas, al que los milicianos metieron en la cárcel y al que ella iba a ver todos los días. Terrible experiencia para la joven.

     

     

Gloria, con Antonio Gala.

 
   

A partir de 1938, comenzó a trabajar de secretaria en el Ministerio de Información y Turismo o, como ella misma confiesa, trabajó en “horribles oficinas”.

Soltera y joven, Gloria Fuertes fue un espíritu libre que desafió los convencionalismos de su época, pues consideraba que el amor no debe ser algo organizado por la sociedad, sino que debía ser algo natural, algo de lo que disfrutar con la persona que quieras, puesto que lo único que importa es el vivir el momento, pese al dolor que le provocaba saber que es algo pasajero.

Esta manera de entender el amor y de simpatizar con los que, de una u otra manera, son diferentes en la sociedad también le lleva a cantarles a los homosexuales y a los travestidos cuya intención era mostrar al lector la existencia histórica del fenómeno del travestimos y la injusticia de la sociedad patriarcal que parodiaba a quienes necesitan fisiológicamente cambiar su identidad sexual.

Esta poeta se autodenominaba madre de todos aquellos que sufren, ya sean éstos obreros, mendigos, travestis, homosexuales o prostitutas. Se trataba de una poeta que cantaba ante todo a la vida desde su propia feminidad.

Aunque sus lecturas de juventud son los poemas de Bécquer, Rubén Darío y Gabriel y Galán, lo que más le influye a la hora de escribir es la llegada de la Guerra Civil, reconociendo por escrito que sin la tragedia de la Guerra Civil, quizá ella no hubiera empezado nunca a escribir poesía. Debido al horror de esta guerra, su visión de la vida es triste y no logra entender el absurdo de la civilización moderna capaz de luchar por cosas sin importancia, ignorando la destrucción de niños, motivo principal por el que el tema antibélico estará presente en su poesía de forma contundente:

  

El día que se implante la Paz,

sobre la Tierra,

caerá una nevada tenaz,

y duradera.

  

Gloria Fuertes y la posguerra

En 1939, ya en la paz que sigue a la victoria de Franco sobre la República, Gloria escribe su primer relato para niños y lo envía a la revista semanal Maravillas, suplemento infantil del diario Arriba, portavoz de la Falange, dirigido por fray Justo Pérez de Urbel, que se lo publica, y en donde es contratada, el año siguiente, para trabajar como redactora de plantilla, cargo que ejercerá durante diez años, al cabo de los cuales continuará vinculada a la publicación con colaboraciones. Su carrera como escritora para niños ha comenzado.

     
     

  

Gloria, esta mujer corpulenta, con voz de cazalla y noctámbula por convicción, guardaba siempre un bolígrafo junto al inevitable paquete de tabaco.

   

Así, a partir de 1940 y hasta 1955, en cada número de Maravillas publica cuentos, historietas y poesías para niños. Durante estos años, colabora también en las revistas Pelayos, Chicos, Mis chicas y Chiquitito, entre otras, todas editadas bajo la dirección del buen hacer de Consuelo Gil. Al principio, ella misma dibujaba las historietas. Entre sus creaciones, cabe destacar las historietas de Coletas, una niña de nueve años, que, junto a Pelines, un niño de seis, alcanzaron gran popularidad entre los lectores infantiles de la época. También, en 1940 se estrenaron diversas obras suyas de teatro infantil y poemas escenificados en varios teatros de Madrid.

Hay constancia de que Gloria Fuertes fue la primera chica moderna de la gris posguerra española o, por lo menos, la primera que en Madrid se paseaba en bicicleta con falda-pantalón, y la que puso de moda entre las mujeres el llevar corbata, ya que así es como se movía por Madrid, desde Lavapiés a la calle Mayor, para entregar sus cuentos y poesías en la editorial Escuela Española, y compraba libros censurados a hurtadillas en la cuesta de Moyano, que habría de leer en la clandestinidad de la incomprensión.

En 1942 escribió la obra de teatro llamada La princesa que quería ser pobre. Este mismo año conoce a Carlos Edmundo de Ory, a quien le dedica el poema ‘Delirio’,  que la integra en el movimiento poético denominado «Postismo».

En 1947, obtiene el primer premio de “Letras para Canciones”, de Radio Nacional de España, que la impulsa a colaborar, de manera esporádica, con revistas para adultos, como Rumbos o El pájaro de Paja, entre otras.

  

El «Postismo» y la Generación del 50

El «Postismo» fue un movimiento estético que surgió en la sociedad española de postguerra y que fue considerado lo más avanzado que podía proponer España en este campo bajo el régimen de Franco. Por aquella época coexistían dos revistas llamadas Postismo y Cerbatana, en las que Gloria Fuertes estuvo colaborando, además de junto con el ya mencionado Carlos Edmundo de Ory, con Eduardo Chicharro, Silvano Serseni, Ángel Crespo y Francisco Nieva, quien decía de Gloria Fuertes que era «un Prévert femenino que sonaba a Madrid, como la Piaf o Prévert sonaban a París».

En estos años se combinan perfectamente sus dos facetas creadoras: la infantil con la poesía social de adultos, y, para hacer ambos tipos de poesía, Gloria Fuertes analizaba su estado de ánimo y así actuaba: para escribir poesía infantil, «se hacía niño», tenía que estar contenta y graciosa, imaginativa, fantástica, idear un argumento que les hiciera gracia desde el primer momento y con un vocabulario sencillo; en cambio, si tenía algún problema, la poesía resultante era la del lector adulto.

     

     

Gloria Fuertes fue Presidenta de Honor de PRODENI.

 
   

Gloria Fuertes cambiaba el humor fácil por la risa amarga, complicaba las figuras de estilo y aumentaba las metáforas y los dobles sentidos, eso sí, nunca utilizaba palabras que tuviera que buscar en el diccionario: su lenguaje era claro, sencillo y llano como fue ella misma.

Como secuela de su experiencia bélica, la obra de Gloria Fuertes se caracteriza por la ironía con la que trata cuestiones tan universales como el amor, el dolor, la muerte o la soledad, todo ello aderezado con curiosas metáforas y juegos lingüísticos llenos de encanto, frescura y sencillez, que dotan a sus poemas de una gran musicalidad y cadencia cercana al lenguaje oral.

Del «Postismo» quedó para siempre en Gloria Fuertes una actitud poética desmitificadora por vía del humor. El humor en Gloria Fuertes es una forma crítica de descomponer la realidad y descubrir la verdad de las cosas, y, aunque nunca se sintió ligada a ningún movimiento y se definía como «autodidacta y poéticamente desencolerizada», la crítica ha unido su nombre, además del vincularlo al «Postismo», a un movimiento literario conocido por la «Generación del 50».

A los autores de la «Generación del 50» le une el haber publicado muchas de sus obras en esa época, además del tipo de poesía de denuncia moral que hacía Celaya, Blas de Otero, José Hierro, García Nieto, Ángel Crespo o Bousoño, entre otros, cuyos temas son: la soledad, el dolor, la injusticia social, el amor, Dios, la muerte... Sin embargo, la principal diferencia entre Gloria Fuertes y estos poetas radica en que, aunque los poemas de ambos salen del dolor, del desamor y del amor, ni ellos ni los postistas supieron llegar al pueblo de la forma en que lo hacía Gloria Fuertes, ya que, según ella decía, «antes de contar las sílabas, los poetas tienen que contar lo que pasa».

En 1950, Gloria Fuertes publica su primer poemario con el título de Isla Ignorada, primer libro de la larga lista de obras que compondrá a lo largo de su vida:

  

Isla ignorada,

que late acunada por árboles jugosos

—en el centro de un mar

que no me entiende,

rodeada de nada,

sola sólo—.

  

Por estos años, frecuenta la taberna de Antonio Sánchez, en cuyas mesas escribe muchos poemas y cuentos. En 1951, funda, junto con María Dolores de Pueblos, Adelaida Lasantas y Acacia Uceta, una tertulia de mujeres poetas, que será el germen del grupo poético «Versos con Faldas», agrupación fervientemente activa que organizaría durante dos años recitales y lecturas de poesía por muchos bares y cafés madrileños, al tiempo que colaboraba en revistas como Rumbos, Poesía Española o El Pájaro de Paja.

En 1952, estrena su primera obra de teatro en verso, Prometeo, en el Teatro del Instituto de Cultura Hispánica y publica Canciones para Niños. Este mismo año, junto a Antonio Gala, Julio Mariscal y Rafael Mir, funda la revista poética Arquero, cuya dirección asume.

En 1954, abandona la dirección de Arquero y publica Antología y Poemas del Suburbio, en Lírica Hispana, de Caracas, poemario en el que se refleja su solidaridad con las clases marginadas de la sociedad urbana. Ese mismo año aparece Aconsejo Beber Hilo, libro de poemas publicado en la colección ‘Arquero’ y también publica la obra infantil Pirulí. Es el año en que organiza la primera biblioteca infantil ambulante por pequeños pueblos, que lleva libros a donde éstos no llegan por falta de dinero o por el analfabetismo que todavía existía en España.

En 1955, obtiene un puesto de bibliotecaria en el Instituto Internacional, en la calle Miguel Ángel, de Madrid, y publica la obra de teatro para niños El chinito Chin-Cha-Te. En 1958, obtiene la Primera Mención del Concurso Internacional de Poesía “Lírica Hispana”, de Caracas, con su obra Todo Asusta.

  

Estancia de Gloria Fuertes en los Estados Unidos

Durante su labor como bibliotecaria, Gloria Fuertes tiene ocasión de conocer a Philys Turnbull, que llegará a ser una de sus mejores amigas y gracias a la cual, en parte, obtiene en 1961 la beca Fullbright, que la habilita para impartir clases de Literatura Española del siglo XX en Estados Unidos.

     
     

  

Gloria Fuertes siempre se sintió querida por la gente, y la aceptación de su popularidad no era vanidad, sino la necesidad afectiva de una persona especialmente sensible.

   

Así, de 1961 a 1963, reside en los Estados Unidos, donde imparte clases de poesía española en las universidades de Bucknell (Pennsylvania), Mary Baldwin y Bryn Mawr: «La primera vez que entré en una universidad fue para dar clases en ella», dijo en una ocasión. Esta experiencia conforma a la mejor época de su vida. Fueron años que coincidieron con la época de Kennedy y el principio de la guerra de Vietnam. Contaba Gloria que a sus alumnos les hacía romper los papeles de reclutamiento. Durante esta época, publica otra de sus obras más conocidas, Que estás en la Tierra, que edita Seix Barral en 1962.

  

Regreso de Gloria Fuertes a España

A su vuelta de Estados Unidos, imparte clases de español para americanos en el Instituto Internacional y, en 1965, obtiene el Premio Guipúzcoa de Poesía con su poemario Ni tiro, ni veneno, ni navaja. En 1968, se le otorga el Premio Lazarillo por su libro de cuentos Cangura para todo, obra que, además, en 1968 fue todo un éxito al obtener una mención de honor en el Premio Hans Christian Andersen de Literatura Infantil. También en 1968, publica Poeta de Guardia, su obra más lograda, considerada por la crítica como un lúcido e imaginativo ejercicio de introspección lírica que, a los temas mencionados, añade el de la propia poesía como materia de reflexión.

En 1969 publica otra de sus obras, Cómo atar los bigotes del tigre, con el que también consigue otro premio, el Accésit del Premio Vizcaya de Poesía. En esta obra, la vida (un «tigre») aparece dentro de una construcción alegórica, un circo en el que el ser humano debe adquirir el papel de domador y «atarle los bigotes», es decir, controlarlo. A lo largo de esta trama alegórica se desarrollan poemas que tienen que ver con el mundo circense, tema que entronca con su literatura infantil.

  

Década de los setenta

A partir de la década de los 70, Gloria Fuertes empieza a vivir por y para la literatura. Así, en 1970, publica su Antología Poética (1950-1969), Don Pato y don Pito, cuya lectura en las escuelas de E.G.B. es recomendada por el Ministerio de Educación y Ciencia, y la obra de teatro Petra, un señor pregunta por ti. En 1972, obtiene la beca de la fundación March para Literatura Infantil, lo que le permite dedicarse por entero a la creación literaria, cosa que hace, publicando una infinidad de libros de cuentos, como La pájara pinta, que aparece ese mismo año de 1972.

En 1973, edita sus poemarios Sola en la sala, como testimonio de su propia soledad, de su insatisfacción amorosa; dice que lo escribió estando por primera vez enferma y que decía lo que tenía que decir «con la rapidez de un dardo, un navajazo, una caricia». Aparece igualmente El camello-auto de los Reyes Magos, en donde nos relata en poesía el cuento del camello cojito que «se pinchó con un cardo del camino», una historia llena de humor y perspicacia acompañada de referentes a la Navidad y a la llegada de los Reyes Magos; y los poemarios Cuando amas, aprendes geografía y El hada acaramelada. Gloria Fuertes se convierte en una fructífera poeta (no ‘poetisa’, algo que no le gustaba que la llamaran), y la poesía constituye el motor de su vida. Publica también una obrita de teatro, El camello cojito. Al año siguiente, publica La gata Chundarata y otros cuentos, y, en 1975, le llega el momento a su antología titulada Obras incompletas, donde reúne poemas de sus libros anteriores.

Desde mediados de los años 70, colabora activamente en diversos programas infantiles de Televisión Española: Un globo, dos globos, tres globos, para el que incluso escribió la letra de su famosa sintonía, y, a partir de 1982, en otro también muy conocido, La cometa blanca, colaboraciones que consiguen convertirla definitivamente en la poeta de los niños, pues a ella le gustaba enredar adivinanzas con ellos, pareados y juegos de palabras disparatados y rimas, hasta el punto de que el diario “Pueblo” la distinguió como la «figura más popular».

Pero Gloria Fuertes no se olvida de obligación con la escritura. Así, de manera sucesiva, van apareciendo su libro de poesía La oca loca (1977) y sus cuentos La momia tiene catarro (1978) y El dragón tragón (1979); también publica la obra de teatro Las tres Reinas Magas: Melchora, Gaspara y Baltasara, donde nos propone escenificar una divertida obra de teatro, fácil de representar por los más pequeños, y el poemario Tres tigres con trigo, ambas obras también editadas en 1979.

Su dedicación al mundo infantil no le impide publicar obras para adultos, como es el caso de Historia de Gloria. (Amor, humor y desamor), obra que aparece en 1980, en la que los aspectos autobiográficos, habituales desde siempre en su producción, se hacen especialmente presentes y en la que un lenguaje expresivo de marcada inspiración oral alcanza su formulación más perfecta.

  

Un homenaje a los niños de los ochenta

Los versos en la poesía de Gloria Fuertes están llenos de frases hechas, de máximas y proverbios, registros infantiles y coloquialismos, con todo lo cual ella juega ingeniosamente para darles un nuevo significado. Se dedica, sobre todo, a la poesía infantil porque era con los niños con los que mejor podía aplicar este sentido de la poética tan libre y tan sencilla. Sabía que su actitud lúdica de desmontar y reinventar palabras llevaba a los niños a un mundo de fantasía y les provocaba la diversión, a través de esos pareados y rimas facilonas. Gloria Fuertes juega con el lenguaje como jugaría un niño y esto lo refleja fielmente en sus obras infantiles publicadas en los años ochenta, brindando un homenaje a todos «sus niños» dejándoles por legado una gran lista de publicaciones.

     

     

Gloria se dedica, sobre todo, a la poesía infantil porque era con los niños con los que mejor podía aplicar este sentido de la poética tan libre y tan sencilla.

 
   

En 1980, Gloria Fuertes publica Monto y Lío montan un lío, y, en 1981, una serie de relatos, como La ardilla y su pandilla; Dionisio, el oso osado; Pío Pío Lope, el pollito miope, historias todas ellas protagonizadas por animales con un puntito de ternura, relatadas, unas, en forma de cuentos, otras escritas en verso y otras en forma de diálogo, y todas hechas de manera que puedan ser representadas por los niños, además de dos aventuras más de Monto y Lío: Monto y Lío se encuentran a su tío y Monto y Lío se meten en un río. En 1982, publica El perro que no sabía ladrar y El domador mordió al león.

En 1983, Gloria Fuertes publica, entre otras obras, El monte y su aula abierta; Coleta, la poeta; Donosito, el oso osado; Plumilindo, El abecedario de don Hilario, donde podremos leer cómo Don Hilario nos va definiendo varias palabras ordenadas alfabéticamente, palabras que no son nada comunes, pues son escogidas por la imaginación y el ingenio de la autora.

En años sucesivos, publica, entre otros títulos, El libro loco, de todo un poco (1984), en el que, como adelanta su título, se recogen cuentos, versos, juegos, acertijos, villancicos…; Cocoloco Pocoloco (1985), otra obra que se puede representar por parte de los niños; Pelines (1986), donde el protagonista nos cuenta sus aventuras en doce historias cortas que le ocurren a lo largo de un año junto a su tía Paca y su abuela Manuela; El pirata Mofeta y la jirafa Coqueta (1986), Doña Pito Piturra (1987) y, en 1989, aparecen los libros Animales geniales y Yo contento, tú contenta: ¡Qué bien me sale la cuenta!, obra con la que los niños pueden aprender las tablas de multiplicar con versos divertidos y agudos.

  

Imparable Gloria Fuertes también en los años noventa

Gloria Fuertes no dejaba de hacer lo que a ella le gustaba, esto es, escribir, y continuó haciéndolo también en los años noventa, poesía en general que sigue llevando la línea de basarse en hablarnos de la realidad que vive y de cómo la vive. Relata también su vida, pero tapando las desventuras con el humor, que utiliza como mecanismo de defensa, mezclando la rabia, la dulzura, la preocupación, la alegría y la incertidumbre. Ella se definía como «yoísta» y «glorista», y su obra está llena de poemas que se titulan «Autobiografía».

La actividad de Gloria Fuertes continúa imparable en la década de los 90: lecturas, recitales, homenajes... siempre cerca de los niños, publicando continuamente, tanto poesía infantil como de adultos. Entre sus libros de poesía de esta etapa, figuran Paca, la vaca flaca y La poesía no es un cuento, ambos de 1990; y Con alegría, antología de 50 años de poesía, de 1991. Al años 1992, corresponden los títulos Chupilandia, La pata mete la pata y Cuentos de animales. Los libros de poemas Chupachús, Mujer de verso en pecho, La selva en verso y Versos fritos, así como los cuentos Un pulpo en un garaje y Un cuento, dos cuentos, tres cuentos… aparecen en 1995.

Por estos años, su fama trasciende ya los límites de la literatura: Gloria es conocida en la doble faceta de poeta y de personaje mediático. Su peculiar voz es familiar en todos los hogares españoles de estos años. Esta mujer corpulenta, con voz de cazalla y noctámbula por convicción, guardaba siempre un bolígrafo junto al inevitable paquete de tabaco. Quizá la inspiración le llegase mientras fumaba uno de sus cigarrillos daba igual dónde.

     
     

  

Gloria, con Belén Reyes, su amiga y su discípula, en una de las últimas fotos tomadas a esta gran poeta.

   

El cuento La avestruz troglodita aparece en 1996 y, en 1997, lo hacen El cuarto bebé, Cuentos de risa: el perro Picatoste y otros cuentos, libros de cuentos, y el poemario Pecábamos como ángeles, una selección de su poesía amorosa, en la que nos presenta su vertiente más apasionada y nos permite escuchar de cerca su corazón, que, entre bromas y verdades, tiene la rara virtud de emocionar siempre. Otros títulos de este año son Profesiones de ayer y de hoy, Las preguntas y respuestas de Gloria, Aquí paz y además Gloria y Pienso mesa y digo silla.

En 1998, ven la luz títulos como Las adivinanzas de Gloria Fuertes, Animalitos amigos, ¡Qué patas tiene el tiempo! y La naturaleza, entre otros. Su creatividad, tanto en prosa como en verso, parece infatigable, que no se agota, pero…

Un día gris, Gloria fue informada de su enfermedad: un cáncer de pulmón empezaba a extenderse en su interior y a adueñarse de todo su ser. Su afición al tabaco le pasaba la factura más letal, y, aunque un día le preguntaron «¿Qué tal está?» y ella contestó «Estoy a solas con Dios y mi dolor», lo cierto es que no estuvo sola ni un minuto, siempre había alguien con ella: sus queridos amigos, sus amigos más íntimos, los que siempre estuvieron ahí.

Fallece un miércoles 27 de noviembre de 1998 a los 81 años, tras ser ingresada en el Hospital de la Princesa de Madrid, debido a una insuficiencia respiratoria y una crisis cardíaca, que pusieron fin a una dura lucha.

 

Triunfé con mi poesía,

pero no asistí a mi triunfo.

Si tengo algo mejor que hacer,

tampoco asistiré a mi entierro.

 

Tras su muerte, podemos seguir sorprendiéndonos con cada una de sus obras, ya que son muchas las que se han seguido publicando. Así, en 1999, se publicaron obras como Tanto amas, tanto vales, ¿Te atreves? Pues cuenta hasta nueve, Genialidades de Gloria sobre los animales, Cuentos enanos para personajes extraordinarios, Cuentos para 365 días, El gran libro de los animales… En el año 2000, vieron la luz otras obras más, como Cuentos de humor, Lo primero es lo primero. Lo primero es el Belén, ¿Qué será, será? o ¡Viva el mundo al revés!  Y así, una larga lista de obras publicadas hasta que, en 2005, salió a la luz Es difícil ser feliz una tarde, y, finalmente, en el año 2006, El Rastro.

 

Últimas palabras sobre Gloria

Quienes la conocieron han dicho de ella que era un ser fácil para la sonrisa, para la comprensión, para asumir el error ajeno y fácil también para llorar en amor y compañía, para escuchar la confidencia última, para encontrar en el semejante un motivo más que sirva para perpetuar su sentido creador.

Gloria Fuertes siempre se sintió querida por la gente, y la aceptación de su popularidad no era vanidad, sino la necesidad afectiva de una persona especialmente sensible; sin embargo, la crítica y algunos poetas nunca le reconocieron el mérito de ser la figura que más hizo dentro de la literatura para niños, y, aunque se quejaba de que nunca le habían dado el Premio Nacional de Literatura Infantil, se enorgullecía de haber recibido el Premio Andersen en 1968 por Cangura para todo, así como de contar entre sus amigos con nombres tan relevantes como Camilo José Cela, que la definió como «una de las más luminosas voces poéticas españolas», incluso en alguna ocasión le confesó que le «gustaría escribir para niños» como ella, pues sus nanas, canciones y poemas están llenas de aliteraciones, anáforas, enumeraciones caóticas, incluso recreaciones de poemas de autores clásicos que ella parafrasea cómicamente, lo que comporta un gran ingenio. Camilo José Cela describió a Gloria Fuertes en varias ocasiones como «una loba que aúlla herida de muerte», además de afirmar sobre su creación poética que «sus versos son desconsolados y atroces, saludables y humanos, mortales de necesidad y amargamente sobrios y juguetones como el diablillo de la guarida, al que esta mujer quiere peinar los cuernos».

Estimada Gloria Fuertes, allá donde estés, no creas que te fuiste de nuestros corazones y créenos que tampoco lo harás de los corazones de nuestros niños, pues tu legado siempre estará en cada estantería de toda familia española.

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Sonia Estefanía Díaz Chacón (Málaga, España, 1984). Diplomada en Maestro en Lengua Extranjera (sección: Inglés) por la Universidad de Málaga; ha cursado los estudios de Magisterio en la Facultad de Ciencias de la Educación. Está en posesión del título de Técnico de Grado superior (especialidad de secretariado bilingüe), estudios que ha cursado en el Instituto ‘El Mayorazgo’, de Málaga.

   

   

GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Publicación Bimestral de Cultura. Año VIII. II Época. Número 64. Noviembre-Diciembre 2009. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2009 Sonia Díaz Chacón. © 2002-2009 Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga.

   

   

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