l
guitarrista
y cantautor
José Ortega
Heredia, más
conocido
como
“Manzanita”,
ha sido uno
de aquellos
gitanos que,
experimentando
con la
fusión de
ritmos
diferentes,
la rumba, el
pop y la
pureza
flamenca,
«‘golfeando’
con la
música, al
decir de los
entendidos»,
supieron
arrancarle a
la guitarra
española
sonidos
nuevos que
han escrito
sus nombres
en la
historia del
cante como
precursores
del nuevo
flamenco.
Sus momentos
de gloria
discurrieron
entre los
años finales
del setenta
y los del
comienzo del
ochenta,
cuando su
capacidad
creativa
hizo gala de
un estilo
completamente
innovador.
Caracterizado
por su voz
rota y una
especial
habilidad
tocando la
guitarra,
hizo vibrar
el alma
flamenca de
todos los
que le
conocían y
lo
admiraban.
Empieza a
tocar la
guitarra a
los nueve
años
José Ortega
Heredia nace
el 7 de
febrero de
1956 en
Madrid, hijo
de una
familia de
etnia gitana
de origen
andaluz.
Desde muy
niño, su
vida empieza
a moverse en
ambientes
artísticos
vinculados
al cante
flamenco:
para algo su
padre fue el
cantaor y
bailador
Rafael
Ortega
García y su
madre, la
bailadora
Trinidad
Heredia
Jiménez,
ambiente que
se ve
reforzado
por la
figura de su
tío paterno,
el famoso
Manolo
Caracol.
En 1965, con
sólo nueve
años,
empieza a
tocar la
guitarra en
los tablaos
madrileños
en que
actuaban sus
padres.
Primero, en
‘El Zambra’,
donde tuvo
ocasión de
conocer al
gran Enrique
Morente, a
quien empezó
a acompañar,
desde sus 11
años, en sus
giras
mundiales.
Al año
siguiente,
pasa al
tablao ‘Los
Canasteros’,
fundado dos
años antes
por su tío
Manolo
Caracol, y
renombrado
en Madrid
como el
‘Teatro Real
de los
Gitanos’,
porque por
su escenario
desfilaron
las primeras
figuras del
cante y de
la copla,
actuaciones
que
compatibiliza
con
intervenciones
en los
cuadros
flamencos de
Camarón de
la Isla y
Carmen
Sevilla. Y,
tres años
más tarde,
en 1969, se
une al
cuadro de
‘Torrebermeja’
y al ‘Café
de
Chinitas’,
llegando a
convertirse
en una de
las
guitarras
más
solicitadas,
arte que
acompañaba
con
actuaciones
cantadas
esporádicas.
Ya se notaba
que era un
artista
gitano de
estirpe, un
gitano al
completo.
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Desde muy niño, su vida empieza a moverse en ambientes artísticos vinculados al cante flamenco. En 1965, con sólo nueve años, empieza a tocar la guitarra en los tablaos madrileños en que actuaban sus padres. |
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Con todo,
parece ser
que era un
chico algo
tímido,
hasta el
punto de
que, según
contaba él
mismo, le
pusieron el
nombre de
“Manzanita”
porque,
cuando
empezaba a
cantar,
afloraban a
sus mejillas
unos rubores
rojos (se
ponía muy
‘colorao’,
decía),
particularmente
si se sentía
observado
por un
público.
Salto a la
fama:
primeros
discos
En 1974,
durante una
de sus giras
por México
con Enrique
Morente,
coincidió
con los
hermanos
Amador y
Miguel
Losada y
Alfonso
Gabarre, y
los cuatro,
a
iniciativas
del
productor
José Luis de
Carlos,
deciden
fundar el
grupo “Los
Chorbos”,
germen de un
nuevo estilo
de flamenco
llamado
‘sonido Caño
Roto’, en
alusión a
esa barriada
de
Carabanchel
en la que se
habían
criado y
vivían todos
ellos, y que
vino a dar
‘calidad
flamenca’ a
la rumba.
El grupo
tuvo notable
influencia
en “Los
Chichos” y
motivó la
aparición de
decenas de
formaciones
similares.
Con el
nombre de
“Los
Chorbos”
grabaron,
ese mismo
año, su
primer LP,
Sonido
Cañorroto,
uno de cuyos
temas, el
titulado
Vuelvo a
casa, los
catapultó al
segundo
puesto en la
lista de
éxitos.
Tres años
después
inicia su
carrera en
solitario y
comienza a
utilizar el
apelativo de
“Manzanita”
con que se
le conocía
en privado.
En 1978
aparece su
disco
Poco ruido y
mucho duende,
uno de los
impulsos del
llamado
‘flamenco
fusión’, que
cosechó un
gran éxito.
Llegaron
luego otros
trabajos
discográficos,
entre ellos
Caja de
Música y
Sueño de
Amor,
hasta que,
en 1980,
aparece su
segundo LP,
que tituló
Espíritu
sin Nombre.
Al fijar su
residencia
en Cataluña,
su carrera
pierde
ritmo,
aunque en
Barcelona su
guitarra era
reclamada
por artistas
de otras
disciplinas,
como el
contrabajista
Dave Thomas,
el rumbero
Gato Pérez,
el cantaor
Duquende,
Marina
Pérez,
Raimundo
Amador y
Lolita,
entre otros.
Su gran
éxito:
Ramito de
violetas
“Manzanita”
contrae
matrimonio
en 1981, año
en que graba
su tercer LP
con el
título de
Talco y
Bronce,
que, por
solo dos de
sus temas, «Por tu
Ausencia»
y «Ramito
de Violetas»,
melódica
canción
compuesta y
popularizada
por la
entrañable y
añorada
Cecilia, se
coloca entre
los
superventas
de España,
logrando
superar el
medio millón
de copias.
Siguen luego
títulos tan
sugerentes
como
Cuando la
Noche Te
Envuelve
(1982),
La Quiero a
Morir
(1983),
Mal de
Amores
(1984) y
Echando
Sentencia
(1986), éste
con aporte
de
instrumentos
árabes e
indios,
entre otros,
que
completan
sus años más
prolíficos.
Después de
este
trabajo,
“Manzanita”
abandona los
escenarios
durante un
largo tiempo
y sólo canta
en los
oficios de
la Iglesia
Evangélica,
a la que se
había
vinculado
espiritualmente.
No obstante,
en 1988
graba el
álbum En
voz Baja a
las Rosas,
con
adaptaciones
de Góngora,
García Lorca
y sor Juana
Inés de la
Cruz, y, en
1993, lanza
su disco
Quédate con
Cristo,
en el que
deja bien
patentes sus
creencias
religiosas.
En 1995
vuelve a
escena para
protagonizar,
junto al
grupo
Ketama, la
fiesta que
cierra la
película
Flamenco,
de Carlos
Saura, en la
que
interpreta
la canción
Verde que
Te Quiero
Verde,
con letra
inspirada en
el poema de
García
Lorca.
En 1998, su
productor
discográfico,
Paco Ortega,
graba su
exitoso tema
Por tu
Ausencia,
que da
título al
nuevo disco,
y le propone
revisar sus
grandes
éxitos y
reeditar su
extensa
producción
discográfica.
Uno de los
fundadores
del ‘nuevo
flamenco’
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En 1981 graba su tercer LP con el título de Talco y Bronce,
dos
de
cuyos
temas
("Por
tu
Ausencia"
y "Ramito
de
Violetas")
lo
colocan
entre
los
superventas
de
España. |
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“Manzanita”
fue, junto a
Manuel
Montoya,
Paco de
Lucía y
algunos
otros, uno
de los
primeros en
avanzar
hacia el
‘nuevo
flamenco’.
En efecto;
desde su
primer disco
en
solitario,
supo
fusionar con
gran éxito
el flamenco
con otras
modalidades
del canto,
cosa que
parecía
impensable
en esa
época.
A lo largo
de este
camino, y
con este
propósito,
grabó una
copiosa y
cuidada
discografía
en la que
fusionó el
flamenco con
la rumba o
con el pop,
se acercó a
las melodías
italianas y
portuguesas
y aflamencó
canciones de
Lucio
Battisti o
Richard
Cocciante.
En el que
sería su
último gran
éxito,
Gitano
Cubano
(2002), que
graba
acompañado
de Raimundo
Amador,
Lolita y los
cantantes
cubanos
Lucrecia y
David
Montes, su
arte
amalgamó
magistralmente
sones,
guarachas y
boleros.
Dos años más
tarde, en
2004, grabó
La
Cucharita,
su último
trabajo, en
el que
interpreta
temas de
Roberto
Carlos,
Rubén Blades
o Bob
Marley.
Sus
creencias
religiosas
Además de
ocupar un
relevante
lugar entre
los grandes
del flamenco
innovador,
“Manzanita”
formó parte
también de
esos
conocidos
cantantes
cuyas
creencias y
prácticas
religiosas
coinciden
con las de
otros
gitanos
cantaores,
como Lole
Montoya y
Juan de
Retama,
todos ellos
miembros de
la Iglesia
Evangélica,
que acoge a
gran
cantidad de
miembros de
esta raza.
En la década
de los
noventa,
tiene lugar
un cambio
inusitado en
su vida:
José Ortega
siente la
llamada de
Dios y
decide
cambiar de
vida
completamente
retirándose
de los
escenarios,
porque, como
él mismo
decía, en su
‘parroquia’
creían que
«si cantas
para el
mundo, no
puedes
cantar para
la iglesia».
Y así,
llevado de
esta
profunda
convicción,
se traslada
a Málaga con
su familia,
en donde
vive
dedicado a
la venta
ambulante de
ropa de cama
por los
mercadillos
de la
provincia,
en una larga
temporada
durante la
que presta
bastante
importancia
a sus
creencias y
vivencias
religiosas.
Sin embargo,
tras unos
primeros
años de
espiritualidad
religiosa,
se da cuenta
de que la
música es su
vida y
vuelve a los
escenarios.
En su
reaparición
pública,
“Manzanita”
expresó a
los medios
que «Me metí
de lleno en
la iglesia,
pero después
vi que la
canción y la
guitarra
eran mi
vida, y que
no hay
ningún arte
que esté más
cerca de
Dios que la
música y la
pintura. Y
aquí estoy».
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Tras unos primeros años de espiritualidad religiosa, se da cuenta de que la música es su vida y vuelve a los esce-narios. |
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“Manzanita”
asegura que
fue la
religión la
que le
cambió para
bien la
vida, la
personalidad;
que fue la
religión la
que le llevó
a tener un
dominio
espiritual
más amplio
de su
persona, a
conocerse
mejor, a
distinguir
sus defectos
y sus
virtudes,
experiencias
que, según
llegó a
afirmar,
plasmaba
luego en su
música.
Su muerte
José Ortega
“Manzanita”
murió en su
casa, un
chalet
adosado, de
la
Urbanización
El Reloj, en
el municipio
malagueño de
Alhaurín de
Torre, a las
00:00 del
día 5 de
diciembre de
2004, que ya
era día 6 de
diciembre.
Contaba 48
años. La
muerte le
sobrevino a
causa de un
paro
cardíaco que
le dio de
repente. Los
vecinos, al
escuchar
ruidos
extraños en
la casa del
cantante,
alertaron al
061, que se
desplazó
inmediatamente
a la
vivienda del
cantante,
aunque ya no
pudo hacer
nada por
salvar su
vida.
Fue
enterrado en
el
cementerio
de la villa
al siguiente
día de su
muerte, el 7
de diciembre
a las 10:00
horas.
Acudieron
más de mil
personas,
familiares y
amigos de
toda
Andalucía,
para
despedirse
de él y
darle el
último
adiós.
“Manzanita”
ha sido una
persona muy
querida,
toda una
institución,
en el pueblo
de Alhaurín
de la Torre,
porque
siempre
colaboró y
prestó ayuda
a la gente
que tenía
problemas,
sobre todo,
de
drogadicción
y, de hecho,
organizó
algunas
manifestaciones
en contra de
la droga.
Por ello,
este pueblo
siempre le
estará
agradecido.
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