N.º 73

AGOSTO-OCTUBRE 2011

13

   

   

    

   

   

   

   

EL SECRETO QUE MOVIÓ A COLÓN A CAMBIAR DE NOMBRE

   

Por Emilio López Pérez

   

   

   

E

l hecho que presento de la vida del descubridor del Nuevo Mundo, Cristóbal Colón, es muy escasamente conocido, aunque está perfectamente documentado. El acontecimiento a que me refiero le ocurrió cuando este tenía 18 años, la edad de los ideales, el tiempo de la fácil exaltación y la toma rápida de decisiones, apenas sin pensarlas, y que hacen que actuemos más con el corazón que con la cabeza. Pues bien, este hecho tuvo para el almirante tanta trascendencia que no sólo le obligó cambiar de nombre, sino que incluso le hizo renunciar para siempre a su origen.

  

Colón y la firma de las «Capitulaciones»

Por la vida que vivió, no es de extrañar que la desconfianza y el recelo estuviesen siempre presentes en todos los actos de su vida; en todos exactamente no: hubo uno, con cuya firma, se pondría en marcha el acto supremo de su vida y el que marcaría un hito en la Historia, al tiempo que haría evidente su susceptibilidad a ser engañado, no obstante la prepotencia y altivez que caracterizaban su carácter.

Me refiero al documento históricamente llamado las «Capitulaciones de Santa Fe», suscritas el 17 de abril de 1492 en la localidad de Santa Fe (Granada) por los Reyes Católicos, en las cuales se recogen los acuerdos alcanzados entre los reyes y Cristóbal Colón relativos a la expedición a las Indias por el mar hacia occidente. Con la firma de este documento, el secretario de la reina Juan de Colona (curiosa coincidencia de apellidos) le clavaba al desesperado navegante un puñal por la espalda al hacerlo víctima de un miserable engaño.

  

Colón y la revuelta de los colonos de Mallorca

En 1454, es decir, treinta y ocho años antes del descubrimiento de América, tiene lugar en la isla de Mallorca la famosa revuelta de los colonos. Los labriegos, ahogados por el yugo feudal, se levantan en armas contra la nobleza y los terratenientes, capitaneados por un cabecilla llamado Simón Ballester. En esta revuelta destacaron los hermanos Juan y Bartolomé Colón, junto con Miguel, el hijo del cabecilla de la sublevación.

Padre e hijo habían nacido y vivían en Tarragona dedicados a la navegación, hecho que, añadido a lo anterior, hizo pensar al padre Bartolomé de las Casas que habrían de tener un conocimiento recíproco con Colón, porque afirma: «[…] era natural [se refiere a Colón] de Tarragona  y bien parece que fuera catalán, porque hablaba imperfectamente, pero que parecía hombre virtuoso y honrado».

     

     

Somos de la opinión de quienes piensan que estas circunstancias nada halagüeñas en que se vio envuelto el navegante constitu-yen una motivo más que razo-nable como para pensar en que este bien pudo ser el momento en el que Juan Colón cambió para siempre su nombre por el de Cristóbal.

 
   

Por aquellas calendas, cuando Colón tenía 18 años, ocurrió el primero de los hechos que obligarían al futuro almirante y descubridor del Nuevo Mundo a dar un giro de ciento ochenta grados a su vida.

Mallorca vivía bajo el férreo sistema de la dominación de las castellanías (una castellanía era la porción de terreno cultivable, situada alrededor de un castillo), sistema de auténtica tiranía hacia los labradores, los cuales eran obligados a un total sometimiento hacia sus amos y señores.

Y, de acuerdo con la época, los castlans (‘dueños’) de estas castellanías pusieron en ejercicio el mandamentum o derecho a mandar, reclutar la hueste, reclamar impuestos y servicios, así como recibir el juramento de fidelidad de todos los hombres dependientes del castillo, así como el distriticum o facultad para forzarlos y castigarlos.

Este estado de cosas degeneró, por razón de la injusticia intrínseca que en sí mismas tenían estas disposiciones, en la creación de una dependencia tan brutal a la fidelidad que los campesinos mallorquines terminaron convirtiéndose en homines propiiet et solidiet affocati.

Esta situación estalla en 1454 con la llamada revuelta de los colonos contra el rey de Aragón, Alfonso V el Magnánimo (1416-1458). Fue una revuelta muy dura y cruenta, ya que el monarca se vio obligado a actuar con contundencia para reprimir a los insurrectos. La rebelión estuvo capitaneada por Simón Ballester, Jaume Nicolau, Esteve Font y Bertomeu Moner y contaron con bastantes seguidores en un comienzo, hasta el punto de llegar a sitiar la capital de la isla desde 26 de julio al 1 de agosto de 1450.

Se desconocen los motivos por los que Colón se sintió movido a implicarse en una insurrección que en nada le atañía ni le beneficiaba, y, para su desgracia, con tan mal resultado final, pero que, como consecuencia de su participación, le acarreó la imagen de agitador o la de un enconado enemigo de rey.

Con el fin de poner a aquel estado de anarquía y desórdenes, Alfonso V ordena el envío de un ejército de 2.000 soldados bien pertrechados procedentes de Nápoles y, a comienzos de agosto de ese año, dan por resuelta la sedición popular a favor de las fuerzas leales al rey.

Lamentablemente, el problema no quedó zanjado a la primera vuelta. Para que sirviese de escarmiento, el gobernador de la isla, Berenguer Olms, con fecha 8 de abril de 1451, impone a los insurrectos una multa de 2.000 libras en señal de perpetua servidumbre, al tiempo que ordena ejecutar a dos de sus cabecillas.

Pero la medida tuvo un efecto contrario al esperado: los revoltosos se sublevan de nuevo y vuelven a sitiar la ciudad de Mallorca. La reacción real no se hizo esperar y, en agosto de 1452, llega a la isla un ejército de mercenarios (‘socomanos’) al mando de Francesc d’Erill, que derrota a los sublevados y lleva a cabo una brutal represión.

  

Consecuencias de la revuelta

Los cabecillas Pere Font y Pere Mascaró fueron ejecutados de inmediato. Solo tres personas fueron hechas prisioneras y, posteriormente, condenadas a muerte: los hermanos Juan y Bartolomé Colón y Miquel Ballester, tarraconense y amigo de los Colón. El mismo día en que son hechos prisioneros, justo al caer la noche, Colón logra escapar. Busca ayuda entre sus conocidos y consigue antes del alba liberar a Miquel Ballester y a su hermano Bartolomé.

Según se desprende del documento de Felanix, los tres eran conscientes de que estaban condenados a muerte y de que las tropas reales andaban tras sus pasos para su captura, así que permanecen escondidos durante tres días, hasta que por fin pueden salir de Mallorca sin ser descubiertos.

Simón Ballester, padre de Miquel, decide no abandonar Mallorca y permanece escondido en la isla, pero, en diciembre de 1456, es descubierto y capturado. Tras un juicio sumarísimo, se le condena a muerte y que su cuerpo fuese descuartizado y expuesto ante las gentes. La sentencia se cumple el día de la Epifanía del año 1457.

Como consecuencia de la brutalidad de aquellas medidas represivas impuestas a los insurrectos, la ruina más terrible abatió la prosperidad de las villas mallorquinas, los campos quedaron casi despoblados y obligó a muchos de los insurrectos a convertirse en bandoleros.

  

Interrogantes que se nos plantean

Estos hechos nos plantean una serie de interrogantes:

¿Qué intención motivó a Colón a tomar parte en una situación que hoy tildaríamos de activista sindical?

¿Trataba acaso de buscar un liderazgo en algún sector?

¿Qué conexiones tenía con Tarragona, además del merinero Miquel Ballester?

Es la condena a muerte lo que le hace cambiar el nombre de Juan por el de Cristóbal?

  

Algunas hipótesis

Somos de la opinión de quienes piensan que estas circunstancias nada halagüeñas en que se vio envuelto el navegante constituyen una motivo más que razonable como para pensar en que este bien pudo ser el momento en el que Juan Colón cambió para siempre su nombre por el de Cristóbal: téngase presente que la rebelión estaba castigada con la pena capital.

De todo este cúmulo de incógnitas, lo que resulta evidente es que Colón y Ballester se conocían antes de 1454, lo cual puede convertirse en una prueba de relación de amistad bien consolidada entre ambos y nos llevaría a plantearnos la cuestión de su origen (¿genovés o catalán?), tema que no abordaremos en este escrito. De ser cierta esta amistad por esas fechas, la cita del padre Bartolomé de las Casas resulta engañosa al afirmar que ambos (Cristóbal y Miquel) se conocieron en el segundo viaje del almirante a América.

Sea como fuere, lo cierto es que Miquel Ballester formaba, en efecto, parte de la tripulación del segundo viaje, fue el hombre de confianza del almirante y fue también el único que le apoyó durante la rebelión que sufre el descubridor en 1500, durante su tercer viaje al nuevo continente, cuando fue detenido y sometido a grilletes por el administrador real Francisco de Bobadilla, enviado por los Reyes Católicos a efectos de esclarecer las acusaciones vertidas por la tripulación contra Colón.

   

   

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Emilio López Pérez (Granada, 1939). Inicia los estudios de Medicina en su ciudad natal. Nada más iniciada la carrera, fallece su madre tras una larga enfermedad. En un contexto familiar económicamente difícil y siendo el mayor de seis hermanos, ha de afrontar el dilema de estudiar o buscar un empleo, situación que resuelve con ilusión asumiendo ambos compromisos, de los que logra salir airoso. Mal se han compaginado siempre trabajo y estudio para un estudiante en sus circunstancias; con todo, lograba acabar cada curso en septiembre sin dejar ninguna asignatura pendiente para el siguiente. Durante el tiempo que se lo permitían sus estudios, imparte clases de Bachillerato en una academia privada: muchos alumnos y muchas horas de clase. La experiencia docente duraría 9 años consecutivos. La especialidad de Cirugía Ortopédica y Traumatología la realiza en Barcelona en el Hospital de San Pablo. Está en posesión de un doctorado y de un máster en Evaluación y Gestión de Servicios Sanitarios y otro en Evaluación de Daño Corporal y Pericia Médica. Desde 1984 hasta la jubilación en 2004, ha estado al frente de la jefatura de Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología en el Hospital Verge de la Cinta de Tortosa (Tarragona).

   

   

GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Publicación Bimestral de Cultura. Año X. II Época. Número 73. Agosto-Octubre 2011. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2011 Emilio López Pérez. © Las imágenes, extraídas a través del buscador Google de diferentes sitios o digitalizadas expresamente por el autor, se usan exclusivamente como ilustraciones, y los derechos pertenecen a su(s) creador(es). Edición en CD: Director: Antonio García Velasco. Diseño Gráfico y Maquetación: Antonio M. Flores Niebla. Depósito Legal MA-265-2010. © 2002-2011 Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga.

   

   

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